💜Capítulo 32💜

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—1, 2 3 —gritamos los tres al mismo tiempo y saltamos

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—1, 2 3 —gritamos los tres al mismo tiempo y saltamos.

Cuando estuvimos cerca del trampolín era realmente alto, no se veía como era a lo lejos, a Moni le dio miedo y la verdad era que a mi igual, pero él estaba tan aterrado que tuve que fingir ser valiente por él.

Santi dio la idea de saltar tomados de la mano, por lo menos una vez, Moni aceptó y se colocó en medio, me dio una mano a mí y la otra a Santi.

—¿Cómo estuvo? —preguntó Mati, acercándose a su novio.

—No lo volveré a hacer más —respondió Moni y todos reímos.

—Yo lo disfruté —dijo el menor, esbozando una gran sonrisa.

—No tenemos dudas —comentó Manu.

Volvimos a la cabaña para bañarnos y ponernos pijama, como era el primer día, tío dijo que había pedido hamburguesas al dueño del lugar, así que nos abrigamos un poco, prendimos una fogata y nos sentamos alrededor de ella.

Recordábamos lo que habíamos hecho ese día, reímos un momento y luego Moni, que ya había sido designado como el fotógrafo, nos hizo fotos de todos, una individual a cada uno y unas grupales.

Los tíos habían ido por la comida y cuando llegaron con ella, decidimos comer ahí, el calor del fuego era suficiente para no querer movernos.

—Chicos, nosotros ya nos vamos, cualquier cosa nos avisan —señaló la tía, poniéndose de pie.

—En la otra bolsa hay 7 más, coman todo lo que quieran, si les sobra vayan a dejarlo a la cabaña y boten la basura por favor... Asegúrense de apagar el fuego completamente antes de irse a dormir y... —indicó el tío y se detuvo apuntando a Santi—. Mañana, pequeño, te vendré a buscar para dar una caminata y despertaremos a todos para andar en moto.

—Adiós —nos despedimos todos, moviendo nuestras manos.

Manu tomó la bolsa que decía el tío Tom, repartió una más a cada uno, era la 3ra. Veía como todos se la comenzaron a comer, pero ni Teo, ni yo éramos capaces de más.

—Yo paso, ¿Alguien la quiere o la dejamos en la cabaña? —preguntó Teo, mirándome—. ¿Tú tampoco Dani cierto?

—No puedo más —confesé, poniéndome de pie y buscando la bolsa que Manu había tomado recién, coloqué la mía dentro y Teo hizo lo mismo.

Moni, Ale y Mati pudieron hasta la mitad, con Teo nos reíamos porque se habían esforzado por terminar. La envolvieron en papel y acerqué la bolsa a sus puestos para que la dejaran dentro. Santi y Manu habían terminado sin problemas.

Nos quedamos ahí disfrutando de las estrellas por unos minutos más hasta que el viento comenzó a salir.

Nos pusimos de pie para ir a la cabaña a dejar los restos, botar la basura y lavarnos antes de dormir.

          

—Vayan ustedes primero —dijo Mati, sentándose en el asiento al lado de Moni.

—Ok —contesté divertido y comenzamos a caminar.

Botamos y dejamos las cosas en la cabaña, primero Teo y Manu estaban usando los 2 baños disponibles, luego fue el turno de Ale y Santi.

—¿Qué nos falta llevar? —preguntó el de gafas.

—Creo que solo las cabeceras —respondió Teo—. Están en el coche de Ale.

—¿Qué hay en el mío? —cuestionó Ale cuando estuvo cerca.

—Las cabeceras —contestó Manu, tirando a Ale del brazo para que se parara a su lado.

Aproveché para usar el baño.

Listos para irnos, pasamos sacando las cabeceras del coche de Ale y caminamos para volver a las carpas, en ese momento, nos topamos con Mati y Moni que iban en dirección contraria a nosotros.

—Que no se les haga tan tarde —advirtió Teo riendo.

Ellos solo sonrieron.

—Te estoy vigilando —comentó Santi, molestando a su hermano, haciendo una señal con sus dedos, de sus ojos a los de él.

—No los molesten —dije, pegándole con el codo.

Ale y Manu habían ido a buscar un balde de agua al lago para poder apagar la fogata, cuando se logró, teníamos todo ordenado fuera de las carpas, merecíamos descansar.

—Buenas noches chicos —dijo Ale, metiéndose a su carpa.

—Nos vemos —agregó Teo.

—Hasta mañana —contesté, metiéndome a mi tienda, Santi me siguió.

—¿Dónde quieres dormir? —me preguntó, antes de acomodarnos en alguno de los sacos.

—Creo que será mejor que yo duerma en el colchón pequeño y tu compartas el grande con Moni —sugerí, moviéndome hacia el colchón pequeño.

—Claro —respondió, de forma sarcástica.

Sabía que algo le molestaba.

—No empieces Santi, no puedo llegar y decir "duermo con tu hermanito porque una noche se estaba pegando en la cabeza", tendría curiosidad de a cuál de los dos Moni diría que es más enfermo —señalé, provocando una risa en él—. Durmamos mejor.

—Ok —no protestó, se acomodó en el saco de al medio—. Pondré las mantas, para que no nos dé frio.

—Si —dije, hundiéndome más en el saco—. Creo que hará frio.

—Si te da frio no te preocupes —comentó el rubio, entrando a la tienda—. Yo te abrazo.

—Si quieres abrazarlo, tendrás que abrazarme a mi primero —soltó el menor.

Aunque pareciera que sonreía, conocía ese tono sarcástico, no le había gustado el comentario de su hermano.

—No importa, los abrazo a los dos —respondió Moni, tirándose sobre nosotros, lo empujamos para que usara su saco, sus palabras sirvieron para suavizar a Santi—. Chicos no se imaginan lo feliz que estoy.

—Nos alegramos por ti hermanito, pero cierra la carpa y durmamos, de verdad que me alegro mucho por ti —dijo mi vecino, ya de mejor humor y sincero.

—Si, si, mañana andaremos en moto —recordó el rubio, mientras cerraba la carpa—. Descansen chicos.

—Descansa Moni —contesté, cerrando los ojos de lo cálido que estaba—. Descansa Santi.

La Luz tras la Ventana || Luz 1 || #PGP2025Where stories live. Discover now