De repente noté un leve zarandeo y abrí los ojos rápidamente. Los tenía abiertos como platos. Grité un "¡Aaaah!" Que espero que no se escuchara mucho. Estaba sudorosa, bastante. Me giré y la ví tan tranquila sonriendo. Entonces, lo comprendí todo, había sido una asquerosa pesadilla. Si de por si, ya lo pasaba mal en un avión, tener una pesadilla en él, es como si me fueran a dar siete ataques y medio al corazón.
- ¿Qué hora es?- Me restriego los ojos.
- Hora de bajar del avión.- Se estiró.- ¿Por que sudas tanto?- Me miró con cara de pervertida total.
¿A que mierda venía esa pregunta?
- ¿Has tenido un buen sueño?- Sonrió pícaramente.
Mm... Estaba entre mandarla de vuelta a Londres o pegarle ahí mismo, delante de todos.
- He soñado que se caía el avión.- Me miró perpleja.
- Bonitos sueños.- Se rió.
Nos levantamos y fuimos a por nuestras maletas, las cuales pesaban tres quintales y tendríamos que transportar solitas.
(...)
- ¡Allí están!- Gritó la loca de mi amiga levantándose a por las maletas, lo que hizo que medio aeropuerto se girará hacia nosotras.
Yo sin embargo, me levanté tranquila he hice como si no la conociera. Sé lo que pensáis y sí, en el fondo nos queremos, en el fondo pero, nos queremos.
Cogí mi maleta y saqué el móvil. Llamé a mi madre, llevaba media hora allí y no la había avisado.
- ¡Hola mamá!- Sonreí aún sabiendo que no me veía.
- Hola cielo, ¿cómo habéis llegado?
- Bien supongo... De Amber ni idea, me he pasado todo el viaje durmiendo.
- Bueno, ya me contarás, ¿no?
- Sip.- Recalqué la "p".
- Adiós cielo.
- Adiós mamá.- Colgué.
(...)
Estábamos ya saliendo para irnos al piso que sería nuestra casa durante unos cuantos años.
Amber iba por delante corriendo como una niña de tres años, de un lado para otro, juro que no tiene remedio. Sé de sobra, que jamás has de perder tu niño interior pero, también sé, que no es bueno dejar a tu amiga en vergüenza o eso, o es que yo me debo soltar más el pelo.
Iba pensando cuando el grito de mi alocada amiga se escuchó ¿por todo el aeropuerto? Sí, y si no por todo, por casi todo. Levanté la vista del suelo y la ví tirada en frente mía, ¿lo más gracioso? Había un chico tirado en frente de ella. Las maletas de ambos estaban abiertas y todo el interior de ellas tirado por el suelo del aeropuerto. Tras observar la escenita, fui corriendo a ayudar a ambos.
- Aiiss... Que daño.- Se quejaba Amber frotándose la zona afectada por el golpe.
- Podrías mirar por dónde vas, ¿no crees?- Se levantó aquel chico lo que hizo que su mirada se conectará a la mía.
Era medianito, no era ni muy alto ni muy bajo pero, si hay que elegir, me quedo con el adjetivo bajito, sí, le define mejor. Tenía el pelo marrón oscurito y unos preciosos ojos azules y para que engañarnos... Estaba de buen ver.
- Esto... Yo... Lo... Siento.- Tartamudeó mi amiga por el encontronazo ocurrido hace dos segundos.
- Tranquila, pero la próxima vez anda con más cuidado.- Empezó a recoger todo aquel estropicio.
Mi amiga también se puso a recoger lo suyo, no sin antes lanzarle una mirada asesina sin que el chaval lo notase.
- ¿Y qué? ¿Sois nuevas?- Se incorporó.
- Sí.- Al fin dije yo, quien no había hablado en todo el rato.
- Mm... ¿Inglesas?- Preguntó él.
- Sí, ¿por?- Respondía Amber mientras se peleaba con la cremallera de la maleta.
- El acento os delata.- Ríe él a lo que yo sonrio.- Cómo veo que estáis muy pérdidas.- Mirada asesina de mi amiga, otra vez.- ¿Por que no os llevo en mi coche? Simplemente, dadme la dirección y os acerco encantado.- Le ofrece la mano a mi amiga para levantarse, la cuál, acepta encantada.
(...)
Ahora mismo me encuentro sentada en la parte de atrás del coche de aquel chico, cuyo nombre ni sé. No sé ni como me he dejado persuadir para montarme en el coche de un desconocido, ¡ah! Sí, debe ser porque mi amiga me lo ha repetido unas 500 veces o más... Con lo poco que me gusta a mi los desconocidos...
- Y bueno... ¿Cómo te llamas?- Si me va a llevar, merezco al menos saber su nombre, ¿no?
- Blas.- Se puso el cinturón.
- ¿Tu también venías de viaje de algún sitio?- Se sienta Amber delante.
- No.- Niega con la cabeza.- Iba a ir a visitar a mis padres, pero al final no he podido ir, me han surgido unos imprevistos... Y vosotras, ¿que haceis en Madrid?- Se puso las gafas de sol.
- Venimos a estudiar aquí.- Respondía abriendo la ventanilla.
- Mm... Yo tengo un amigo que trabaja allí.- Dijo al ver la foto de la universidad que le ha enseñado Amber.- Bueno... ¿Dónde vivís?
Tras darle la dirección y enterarnos de que sería nuestro vecino, literalmente, vivimos puerta con puerta, nos encaminamos hacia allí, a nuestro nuevo hogar.
Asomé un poco la cabeza por la ventanilla, para que me diera un poco el aire y no me muriera de la calor. Mientras tanto mi amiga cantaba las canciones de la radio y Blas, bueno él, aparte de conducir, claro está, se reía por lo bajillo... Pero yo si que le veía, aunque cualquiera en su caso se hubiera reído. Acaba de llegar a Madrid y ya lo está revolucionando todo. Y por lo de "acaba de llegar" claramente me refiero a la pelirroja.
Yo seguía con la cabeza medio sacada de la ventanilla, como si fuera un perrito, sólo que sin la lengua fuera. Simplemente disfrutaba de las preciosas vistas de la ciudad que sería mi hogar durante unos años, desde luego, no me podía quejar. Claro está, la aventura acaba de empezar y lo que tenga que llegar, llegará.
Madrid! We are here!
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¡Holaa!
Por fin el segundo capítulo está aquí, esperó que lo disfrutéis tanto como yo disfrutó escribiendo esta historia.
Prometo mejorar eh.
Si has llegado hasta aquí, ¡un besazo enorme! :)
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La edad es solo un número
Fanfiction¿Alguna vez has pensado como sería enamorarse de un maestro? ¿Te ha pasado alguna vez? Una relación alumna-maestro, suena raro e incluso tentador. ¿Te imaginas que el amor de tu vida fuera quien te diera clases? ¿Te ánimas a descubrirlo?