A noche soñé contigo y soñé con el siguiente capítulo de nuestra historia, el que ni tú ni yo nos atrevíamos a leer por miedo a que fuera el último, el que decidimos marcar doblando la esquina superior derecha de la página, con la esperanza de que quizás, algún día, quisiésemos volver a leernos.
Tú estabas esperándome en el andén y yo llevaba cinco horas de trayecto pensando en si esta vez, deberíamos darnos uno o dos besos. Tus labios me dieron dos, pero tus ojos me miraban con un tono ocre que decían todo lo contrario. Y yo, acojonada, apenas tenía valor para mirarlos.
Un escalofrío me recordaba a la par que llegaba el metro a la posibilidad de que nunca volvieras a ser tú quien me esperase en la estación.
Entonces comprendí, que nos habíamos convertido en dos trozos de cristal frágiles temiendo el golpe definitivo que consiguiera lo que tan imposible parecía tan sólo unos días antes... rompernos en mil pedazos sin posibilidad de reconstrucción.
Dime, ¿en qué caricia nunca dada llegamos a este punto?¿en qué km empezó realmente la distancia entre tú y yo?
Te dije que por ti hubiese podido mover continentes, hubiese podido secar océanos si nuestro barco fuese a la deriva pero...
...no puedo salvarte si ni siquiera tú sabes si merece la pena subirte al bote salvavidas.
Ponte al menos un chaleco, deja al menos un resquicio de esperanza que mantenga a las cenizas encendidas de lo que un día fue fuego...y engañémonos pensando que llegado el momento, seremos capaces de avivar la chispa del incendio de todo lo que hoy estamos incendiando. Y porque hoy, daría lo que fuese por darte el valor suficiente como para poder hacerte querer seguir queriendo dormir conmigo.
Y levantarnos, y desayunar pizza en la cama mientras abro la ventana y te digo que esta lloviendo. Y apurar hasta el último segundo mientras, como si quisieras retener el tiempo, me abrazas por la espalda.(algo que supongo, también debería dejar de hacer)
A noche soñé contigo, tienes que saberlo. Y en algún momento de ese sueño, eras tú quien encontraba las fuerzas para decirme que todo irá bien, para besarme como el primer día, para acariciarnos durante horas hasta que yo sacará las fuerzas para mirarte...
...y así rozar los labios más suaves que jamás he probado.
Pero supongo, que todo sigue siendo parte de un sueño, y el despertador también tiene su papel en esta obra. Y cuando suene, no serán tuyos los buenos días que tenga en el móvil, ni serán mías tus buenas noches nunca más, o al menos...
...eso deberíamos empezar a asimilar...