Capítulo único

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Nota: Este relato es parte del concurso: El elixir de Afrodita, de ComunidadQuimera

   Cuenta la leyenda que el sol y la luna estaban enamorados pero no podían estar juntos, ya que la luna se asomaba cuando el sol se iba. Entonces el dios Zeus se compadeció de ellos, creando así el eclipse como prueba de que no existe en el universo un amor imposible.

   Desearía que así fuera mi historia de amor pero, en este caso, creo que Zeus ha cometido un grave error. Lo mio es puro convenio. Casarme no estaba en mis planes a mis tan cortos 19 años pero no tengo más opciones, soy la única princesa y heredera del Reino Oscuro, la que utilizarán para formar una alianza con el Reino Luz y contraer matrimonio con su príncipe, Gulliver Sun.

   No es que no me agrade, es guapo de pies a cabeza, sus ojos te cautivas con solo una mirada y su sonrisa es capaz de enamorar a cualquier doncella, pero yo no soy cualquier mujer o mejor dicho, no caigo tan fácil ante tales encantos. Me gusta observar antes que ser el centro de atención y aunque su personalidad es bastante llamativa, hay algo en él que no me convence. 

   He tenido oportunidad de conocerlo, en lo mayormente posible porque nunca estamos solos, siempre nos acompañan nuestros sirvientes y guardias a donde sea que vayamos. Nuestras charlas han sido de las más gratificantes o debería decir, escucharlo hablar a él de sus tan aburridas reuniones políticas y su gran pasión por ser el más inteligente del mundo, un egocéntrico de primera.

   Mis pensamientos fueron interrumpidos por varios golpes fuertes a la puerta de mi habitación. Era el príncipe Gulliver, tan insistente a la puntualidad como siempre.

   —Mi dulce princesa, todos la están esperando en el gran salón, le sugiero que se apresure y salga lo más pronto posible.

   —Mi querido prometido, hace tan solo unos minutos le dije que pronto estaría lista, ¿No puede ir usted primero y entretenerlos hasta mi llegada? —dije un tanto sarcástica a ver si me daba algo más de tiempo para pensar en una buena excusa para no asistir—.

   —Lo siento cariño, pero quieren que bajemos juntos y anunciemos las buenas nuevas en presencia de todos los nobles. ¿Acaso la sirvienta que la acompaña no puede hacer bien su trabajo? —insinuó el príncipe, haciendo que rodará los ojos en muestra de desagrado hacia su último comentario—.

   —Nora, es su nombre y ella está haciendo lo mejor que puede, pero si usted insiste en interrumpir a cada minuto, tendrá que explicar a mis padres que fue vuestra culpa el motivo de mi demora —dije algo enojada y rogando a los dioses de que aquella amenaza sirviera de algo—.

   —Mi bella princesa, no hay necesidad de molestar a los reyes con tal insignificante detalle —se aclaró la garganta antes de seguir hablando—. Desde luego que la dejaré tranquila, esperaré abajo de las escaleras a que esté lista, pero que sea lo más pronto posible.

   Eso último dijo y noté como se alejó de la puerta, pero para confirmar sus palabras, la abrí con cuidado notando como él se marchaba directo hacia las escaleras. Suspiro profundamente mientras vuelvo a mi posición anterior, sentada en la ventana mirando el cielo repleto de estrellas.

   Nora, quien es mi sirvienta, aunque odio mencionarla así, se acerca a mí con una mirada de pena y tristeza porque sabe que es lo que me espera allá afuera.

   —Tranquila, estaré bien. Si siempre te tengo a mi lado, no me importa lo demás —le dije tomando su mano, aunque no sonara tan convincente—.

   De inmediato se soltó para dar unos cuantos pasos hacia tras. Ella sabía cuál era su lugar conmigo, aunque yo no respetaba todos esos límites. La consideraba mi amiga, mi compañera, mi hermana, mi todo en este mundo. Tal vez Nora se sentía igual pero aún así ella nunca me lo demostraría.

Un amor como Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora