Por fin habíamos llegado. La cabaña se veía vieja y gastada. Al parecer la humedad y las termitas se habían encargado de mantenerla fea con los años.Cabaña vieja
- Me gusta. -Dijo Lucy mientras abría la puerta del auto.Al escuchar sus palabras y ver la expresión en su rostro pude sentirme seguro. Mis piernas temblaban esperando escuchar algo como:
"Pero en que diablos nos has metido Robert".
Baje del auto y pude sentir el cambio en el aire. Mis pulmones se sintieron complacidos al respirar el aire del bosque - Tan diferente del que hay en la ciudad- Introduje la llave y empuje la puerta, ésta rechino al ser abierta.
- Solo tú y yo Robert, por los próximos tres días. -Dijo Lucy entusiasmada mientras entrabamos a la casa.
Por dentro era sin duda más bonita de lo que parecía por fuera. Tenía todo lo esencial; una cocina, tres habitaciones y una sala con chimenea. Todo con un toque de rustica elegancia.
Lucy corría por toda la casa, observando cada rincón, saltando de alegría. No podía creer que después de un viaje tan largo tuviera aun tanta energía.
- ¡Mira Robert! -Grito Lucy.
- ¿Qué pasa? -Respondí yendo a la cocina.
Pegada en el refrigerador estaba una nota.
"Queridos amigos. Por favor siéntanse como en su casa y disfruten de su fin de semana. He dejado un pequeño regalo dentro del refrigerador, espero y les guste. ATT: Su amigo Mike".
Lucy abrió la puertilla y saco una botella de Champagne.
- Cortesía del buen Mike. -Dijo mientras buscaba un sacacorchos entre los cajones.
Nos servimos un poco, brindamos y subimos a la habitación.
- Me encanta este lugar Robert...Me encanta todo, excepto los animales en las paredes.
- Oh Lucy, ni siquiera son reales, son solo baratas imitaciones. -Dije mientras tocaba su cálido cuerpo por debajo de las sabanas.
- No lo sé...igual no me gustan.
- Si quieres podemos quitarlas mientras estamos aquí.
- Eso sería grandioso. -Dijo mientras me seguía el juego bajo las sabanas.
Estábamos tan cansados que sin darnos cuenta nuestros cuerpos cedieron y caímos profundamente en el sueño.
- ¡No! ¡No! -Gritaba Lucy en medio de la noche, arrancándome de mis sueños
- ¡Por favor lárgate! ¡No!
Corrí y encendí la luz, no había nada, excepto mi bella novia sentada en la cama, con los ojos completamente abiertos, temblaba y su frente colaba sudor. Me miro y corrió hacía mis brazos.
- ¡Robert! -Dijo hundiendo su cabeza en mi pecho, podía sentir como sus lágrimas se filtraban por mi camisa
- Tenemos que irnos de aquí Robert...Tenemos que irnos.
- ¿Qué sucede? -Pregunte confundido.
- Ella regreso Robert...Regreso y me quiere de vuelta. -Sus palabras solo me confundieron más, ¿Irnos? ¿acaso se había vuelto loca? ¿De qué demonios habla?
- ¿Quién regreso Lucy?
Sus ojos se secaron, me soltó y camino hacía la cama, se tapó hasta el cuello y se durmió. Los ojos se me entrecerraban.
"Quizá tuvo una pesadilla y aun no salía completamente de ella. Pero se veía tan asustada"
Apague la luz y volví a la cama, no tuve ningún problema para regresar a dormir profundamente.
El sol calentaba mi nuca, y mi caña de pescar había picado ya algunas cinco veces. Los primeros tres fueron algo pequeños, pero el cuarto y el quinto fueron enormes. Tan enormes que nos bastaría para llenarnos la barriga por lo menos dos días. Lucy estaba buscando un poco de leña.
- ¿Enserio ocurrió todo eso? No lo recuerdo-.Dijo cuándo la interrogue sobre lo de anoche.
Ni siquiera recordaba lo que había soñado. Había despertado de un humor bastante extraño, se le notaba distante y más seria. Su desayuno termino en el cesto de la basura.
-No tengo apetito- Decía.
Otro había picado el anzuelo, me apresure y tire con fuerza, el bastardo salto y pude ver lo enorme que era, se zarandeó en el aire y escapó. Decepcionado fui a buscar otro poco de carnada.
La hielera y mi equipo de pesca estaban tirados por toda la tierra. Levante la vista y la vi. Estaba hincada cerca de donde habíamos estacionado. Desde mi posición podía escuchar que estaba llorando.
- ¡Lucy! -Grite y me acerque corriendo.
- ¿Lucy que sucede?
Toque su hombro y se giró violentamente, clavo su mirada en la mía. Sentí un pequeño escalofrío que subía por mi espalda enfriando todo a su paso. Su boca choreaba sangre y entre sus dientes asomaban pequeñas escamas. En sus manos sostenía la trucha que minutos atrás había sacado del lago.
Tenía un enorme hueco en medio, en el que asomaban sus viseras. Bajo sus pies yacían las cabezas de otros dos pescados.
- Lu...Lucy -La lengua me temblaba.
Comenzó a llorar más fuerte. Me agarro del brazo, hincando las uñas con fuerza. Podía sentir como se clavaban abriendo mi piel. Se levantó sin soltarme y me beso. Su boca sabía a pescado, por poco soltaba el desayuno dentro de ella. El dolor en el brazo había llegado a un punto insoportable, por un momento creí que había tocado el hueso. Por puro reflejo la empuje con fuerza. Cayo violetamente de espaldas, en el vuelo había arrancado un pequeño trozo de mi labio. Corrí en busca de mi kit de pesca, dentro tenía un botiquín.
Ardió como los mil demonios cuando coloque el desinfectante en las heridas. Vendé mi brazo como pude. Durante toda la operación miraba tras mi hombro asustado. Lucy me tenía aterrado. Camine de regreso temblando. Pensando en todo el dinero que tendría que pagar a un cirujano si quería mi labio en su forma original. Corrí cuando vi su cuerpo temblando en el suelo. Su cuerpo vibraba y sus ojos estaban en blanco, una extraña masa marrón emanaba de su boca.
La ambulancia lleva bastante tiempo sin aparecer. Ya hace casi una hora que llame. No conozco este lugar, ni a nadie que me pueda guiar al hospital más próximo.
Dijeron que vendrían pronto. Pero soy un estúpido sí pienso que vendrán pronto a esta trinchera de mierda en medio de la nada.
- ¿Estás bien Lucy? -Dije asomando la cabeza por la puerta entre abierta.
Las extrañas secreciones que soltaba por sus poros inundaban la habitación de un asqueroso olor. Jamás en mi vida había visto algo así. Al cargarla para introducirla en el auto y al llevarla a su recamara, mis manos se llenaron de eso.
Al tocar su piel, la mía se llenaba de una sustancia pegajosa, después de varios intentos por quitarme el olor de encima, había fracasado.
- Robert-Su voz era débil, un susurro que volaba por la habitación. - Robert...acércate.
Encendí la luz.
- ¡Apaga la luz! ¡Apágala! -Grito y pude ver como se escondía bajo las sabanas.