14.Esa es mi pulga

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-Oh vamos, querido Jeremy. No me llames "Elizabeth",- Hace una mueca de asco.- es demasiado formal.

-Se me ocurren muchas formas de llamarte, y créeme que la que más te gustaría es tu nombre.- Replica secamente.

Elizabeth ríe, por lo que todos los bellos de mi cuerpo se erizan y un estremecimiento me recorre de pies a cabeza. Han pasado años desde que oí esa maldita risa por última vez.- Tienes la lengua tan afilada como tu padre. Admiro eso de los Brooks.- Hace una pausa, pensativa.- De acuerdo, no admiro nada de los Brooks.- Sonríe fríamente.

-Descuida, he averiguado eso hace años.- Jeremy la fulmina con la mirada.

La mujer castaña frente a mi es unos centímetros más baja que yo, aunque con los tacos que lleva queda a mi altura, y va vestida tan elegante como siempre. Vuelve a reír y comienza a acercarse a nosotros, por lo que ambos nos tensamos y Jeremy aprieta su agarre en mí, escondiéndome aún más detrás de su espalda.- Deja de mirarme así, Jeremy. Y suelta a tu prima, no le haré daño.

Aprieto la camisa de Jeremy más fuerte, dejándole saber que no quiero que se vaya.

-Olvídalo, Elizabeth.- Jeremy voltea hacia mí y toma mi mano.- Vámonos, Emma.

Camino junto a él en dirección al auto. Al abrir la puerta del acompañante, una voz divertida grita desde atrás.- ¡Nos vemos luego, Emma!

Entro rápidamente y cierro la puerta. Mi primo enciende el auto y al tiempo que nos adentramos en la carretera, toma mi mano y le da un apretón.- ¿Estás bien?- Pregunta preocupado.

Levanto la vista sin expresión alguna en el rostro, mi voz plana.- Sólo llévame a casa, Jer.

Me mira aún más preocupado, pero vuelve la vista a la carretera sin insistir y viajamos en silencio de vuelta a casa. Su mano nunca abandona la mía. Cuando llegamos a la entrada, bajo del auto en cuanto estacionamos y comienzo a subir las escaleras, pero Jeremy toma mi brazo y me detiene incluso antes de pisar el primer escalón.- Alto ahí, Emma. Tú no vas a ningún lado.

-Suéltame, Jer. Estoy bien.- Trato de sonar lo más suave posible.

-A mí no me engañas, pulga. Tú y yo debemos hablar de esto.- La preocupación en sus ojos es insoportable, por lo que bajo la vista.

-Por favor, Jeremy.- Mi voz logra salir en un susurro. Mis ojos se llenan de lágrimas.- Olvídalo.- Me encojo de hombros, restándole importancia.

Jeremy alza mi barbilla.- Hey.- Limpia una lágrima que se escapó de mis ojos. Un sollozo escapa de mi garganta cuando me envuelve en sus brazos y me abraza con fuerza. Escondo mi rostro en su pecho mientras le devuelvo el abrazo, sollozando al tiempo que Jeremy susurra palabras tranquilizadoras.

-La odio, Jer.- Murmuro, por lo que él aprieta su agarre en mí.

-Lo sé, pulga, yo también.

Nos quedamos unos instantes de este modo, hasta que salgo de su agarre, limpiando mis mejillas húmedas.- Muy bien, suficiente de autodestrucción para una noche.- Trato de bromear.- Yo tengo una cena a la que asistir, y tú tienes un monstruo al que cuidar.- Una sonrisa ligera pero verdadera asoma en mis labios.

Jeremy sonríe, orgulloso.- Esa es mi pulga.

...௳...

-¡Ahí están, bastardos! ¿Cómo se atreven a abandonarme con esa... esa... cosa?- Jessie señala a su hermana, quién está esparciendo purpurina de colores en el puré recién hecho. Jess lanza una exclamación ahogada mientras salta del taburete y corre a alejar a la pequeña salvaje de la cena que preparó para Archer y Jeremy.

Made in BrooklynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora