Capitulo [19]

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—Todo comenzó en el día en que fui invocado a otro mundo. Mi día había comenzado normalmente; asistí a la clase del profesor Aizawa y luego fui a almorzar al salón contigo, Uraraka-san—miró Izuku a su amiga con nostalgia— Pero… nada de lo que había vivido anteriormente me preparó para lo que me pasó cuando estaba entrando al baño cercano a nuestro salón...

(...)

Mientras entraba con tranquilidad al baño del Departamento de Héroes, Izuku notó algo extraño; un ligero temblor en el suelo y un zumbido en sus oídos. De repente, un círculo luminoso con extraños símbolos se formó debajo de sus pies, emitiendo un resplandor deslumbrante que lo envolvía por completo.

—¿Qué está pasando? ¡No puedo ver! —exclamó Izuku, presa del pánico por la inesperada aparición del círculo justo debajo de sus pies.

Su primera reacción fue intentar correr fuera del círculo, pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Pronto se dio cuenta de que sus pies parecían estar pegados de alguna forma en esa cosa, y sus músculos se contrajeron tanto que no podía moverse con facilidad.

Al comprender que estaba atrapado, su pánico creció al suponer que esto podría ser obra de un villano desconocido en la Academia, una trampa que lo dejaba impotente.

—¿Es un ataque de un villano? ¡Los demás podrían estar en peligro! ¡No puedo moverme! —exclamó Izuku con inquietud.

Sin demora, el extraño suceso que lo envolvía cumplió con su cometido. El entorno cambió lentamente a medida que la luz lo invadía, desvaneciéndose de forma gradual. Al final, fue engullido por la luz cegadora por completo. Como resultado, un maremoto de sensaciones abrumadoras lo envolvió, arrastrándolo hacia lo desconocido. En consecuencia, él no podía discernir nada a su alrededor; cada uno de sus sentidos se veía inundado por la abrumadora luz.

Finalmente, esta se disipó, dejando a Izuku acostado en un lugar totalmente desconocido. Cuando recobró por completo su conciencia en unos pocos minutos, con un leve gemido, abrió los ojos y fue recibido por la intensa luz del sol y el canto alegre de los pájaros. Trató de incorporarse, sintiendo una mezcla de temor y asombro, deseando saber dónde demonios se encontraba. Pero al hacer el menor esfuerzo por levantarse, un breve dolor agudo lo atravesó, retorciendo su estómago hasta hacerlo doblar rodillas, jadeando por la intensidad del malestar.

Su propio cuerpo, no contento con darle un fugaz dolor de estómago, ahora las náuseas se manifestaron de forma espontánea en él.

—¡Mierda! —exclamó con molestia—Mi estómago…

La sensación de náuseas se volvió tan insoportable que no le quedó más opción que correr hacia el árbol más cercano. Allí se inclinó, apoyando sus manos temblorosas sobre el tronco rugoso mientras el vómito se derramaba de sus labios, dejándolo temblando y agotado. No podía recordar la última vez que se había sentido tan dolorosamente enfermo. Habiéndose recuperado parcialmente, recolectó valor para erguirse una vez más, limpiando su boca con el reverso de su mano, mientras intentaba ignorar la persistente sensación de mareo que lo hacía tambalearse.

—¿Dónde estoy? ¿A dónde me teletransportó ese villano?—se preguntó Izuku a sí mismo, observando con detenimiento el entorno que lo rodeaba.

Después de hacerse esa pregunta, Izuku se enderezó lentamente, con la mirada aún nublada por el malestar, lo que le permitió observar el entorno que lo rodeaba.

—Una cosa es segura, esto no es Musufatu—declaró con pesimismo en su voz.

Un suspiro que denotaba resignación se escapó entre sus labios al darse cuenta de que estaba en medio de un frondoso bosque, envuelto por la calidez del clima y la exuberancia de la naturaleza que lo rodeaba. Frente a él se extendía un océano de incontables árboles que parecían ser una barrera impenetrable, conduciendo a un destino incierto.

El regreso de los invocados (Izuku x harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora