Capítulo I

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Arleth

-¡MAMA!-grito mientras voy de un lado a otro-.

-Cielo, si no te das prisa no vamos a llegar al aeropuerto a tiempo para tu vuelo-

-Es que no encuentro mi cargador-digo mientras rebusco debajo de la pila de ropa que tengo tirada en el suelo de mi habitación-.

-Ya te compraré uno en el aeropuerto, pero date prisa-dice mientras me espera frente a la puerta de la entrada-.

-No, ya recuerdo donde lo dejé-digo-.

-Date prisa que llegamos tarde-la oigo mientras agarro el cable del cargador de debajo de mis sábanas-.

Media hora más tarde (y tras despedirme de mi madre y prometerle que la llamaría al llegar) me encontraba corriendo hacía mi terminal para ir al internado Wilson en Balkeney y así cumplir con los altos estándares de mi familia.

Estaba tan absorta en mis pensamientos de como no socializar en todo el trimestre hasta volver a casa por Navidad que no vi como una chica se cruzaba en mi camino y las dos nos caímos. Mientras me levantó me percato que su maleta de mano se ha abierto y la ayudo a guardar sus cosas.

-Gracias, soy Tara-dice mientras me ofrece la mano-.

Tara es una chica de mi misma altura, llevaba su pelo castaño recogido en un moño maltrecho y unos ojos marrones ocultos tras unas gafas.

-No ha sido nada, yo soy Arleth-le respondo mientras nos levantamos-.

-Esta es mi terminal-dice señalando la puerta de embarque que tiene a su izquierda-. Si quieres te puedo ayudar a encontrar la tuya, este aeropuerto es casi como mi segunda casa.

Miro mi boleto y me doy cuenta que esa también es la terminal a la que tengo que ir.

-Pues esta también es la terminal a la que tengo que ir.

-Perdona la curiosidad, ¿tú también vas al Wilson en Balkeney?-me pregunta con un claro brillo de esperanza en los ojos-.

-S-sí-digo dudando-.

-Genial, ya también voy allí, voy desde hace tres años y supongo que tú debes ser nueva, es que nunca te había visto por los pasillos ni en las clases. Te lo enseñaré todo cuando lleguemos.

Cuando al fin llegamos al avión descubrimos para nuestra sorpresa que estábamos casi al lado, digo casi porque había un asiento vacío entre nosotras. Pero cuando cerraron la puerta de embarque nadie se había sentado en ese asiento. Así que Tara decidió colocarse a mi lado. Una hora y media más tarde nos encontrábamos esperando el bus que nos llevaría al internado.

-...y esa es la historia de como me hice una cicatriz con un bolígrafo-me dice mientras acaba de contar su relato-. Y bueno, ¿cuéntame algo de ti?

-Bueno, soy irlandesa pero mi padre es italiano, pero durante el último año he vivido aquí. Estoy cursando décimo grado. 

-Umm

-Lo sé, soy poco interesante, soy aburrida.

-No, no es eso. Es que me refería a tus aficiones. ¿Te gusta cocinar, leer o tal vez hacer deporte?

-Ah, bueno me gusta leer y soy bastante torpe, así que se me dan fatal la mayoría de deportes, sobre todo los de pelota. También me interesa el cine, pero no actuar, mi padre es director y mi madre actriz, mis dos hermanos mayores estudian bellas artes y teatro. Digamos que soy la oveja negra de la familia porque no tengo ese talento. 

-Fascinante, ves como no eres aburrida-me dice dándome un codazo cariñoso-.

Cuando llevábamos un rato conversando vemos aparecer el autocar, se detiene delante de nosotras y un montón de gente nos pasa por delante para subirse y Tara y yo nos vemos envueltas en empujones. Al final conseguimos subir y encontrar dos asientos justo cuando el bus arranca. El paisaje me fascina, es simplemente maravilloso, un montón de casitas rurales y bosques que me calientan el corazón. El trayecto se me pasó volando mientras hablaba con Tara, me hablo del internado Wilson y de sus alumnos, me conto todos los chismoseos y rumores que pasaban allí dentro. Cuando termino la sesión intensiva me conocía todo lo que un estudiante que había ido allí desde hacía años sabía. 

Vivir para creerWhere stories live. Discover now