Siete.

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DANIEL HUMPHREY.

Podría haber dicho algo inteligente en ese entonces, algo que calmara un poco las aguas entre todos. Es más, abrí un poco mi boca ya a punto de hacerlo.

—Eric, Dan, déjenme a solas con Blair—. Lo admito, si antes no tenía palabras, ahora Serena también me las había arrancado.

Eric y yo nos miramos intentando comunicarnos, estábamos como unos idiotas, lentos y aturdidos.

—¿Se moverán de una vez?— Otra vez habló Van Der Woodsen, más que nada dirigiéndose a mí. Yo carraspeé mi garganta y asentí con la cabeza, dándole una última mirada a la rubia, quién ya no lo hacía. Escuché los pasos de su hermano detrás mío.

POV OMNISCIENTE.

Las mujeres se quedaron enfrentadas la una a la otra. La castaña estaba desorientada, no sabía ni como ponerse de pie. Le comenzaron a doler los brazos por el peso de las bolsas que llevaba. Serena resopló y se acercó a Waldorf quitándoselas y dejándolas firmemente en el suelo.

—Gracias...— Exclamó Blair con su voz patinosa. Su abdomen se tensó de una forma espantosa.

—No lo hagas—. Susurró frotando sus manos y volviéndose a cruzar de brazos.

—Sí. Sí lo hago—. Claramente ya no hablaban de las bolsas de ropa. Los ojos de Blair estaban brillosos, sus labios temblando. Su amistad con Serena era lo más importante que alguna vez tuvo. No lo supo ver, siempre valoraba a la rubia cuando la perdía.

—Blair...—

—No, no, déjame hablar a mí—. La castaña le tomó las manos a Van Der Woodsen, quién al principio se tensó. —En verdad lo siento, S. Por absolutamente todo, por cada mala acción, por cada estúpida palabra que te haya dicho alguna vez. Perdón.  En verdad te extraño—. Confesó al borde del llanto. Serena la miró de arriba abajo.

—¿Esa es mi blusa?— Sonrió muy imperceptiblemente mordiendo la comisura de su labio. Blair se observó a si misma y rió. —Ven aquí, ven aquí, ven aquí—. Pidió varias veces para luego abrazar a su mejor amiga. Ambas suspiraron aliviadas. —Yo también debo disculparme, B. Debí haber sido más tolerante ante tu situación con Chuck, debí haberte dado más tiempo, lo lamento—. Dijo apenada acariciándole el brazo. —¿Qué tal si vamos a tomar algo? Tomaremos el té con macarrones y deleitaremos nuestro gusto por el chisme—. Sugirió Van Der Woodsen.

—Como te extrañé, amiga mía—. Volvieron a abrazarse para luego entrelazarse por los brazos e irse al ruido de sus caros tacones resonando en el ambiente.

...

Ya cuando se acomodaron, estuvieron un largo rato en las tiendas de ropa y accesorios más caras y tomaron el té en su bar de preferencia, se pusieron al día en la mesa.

—¿Te molesta lo de... Dan?— Preguntó Blair colocándose lip gloss.

—Al inicio... no fue alegría lo que sentí cuando oí a Eric decir que vivía contigo; pero no puedo culparte por recurrir a Dan. ¡Jamás lo haría! Es decir, él siempre ha sido increiblemente incondicional para ambas, ¿sabes? Hiciste lo correcto, B—. Se sinceró la rubia mientras tomaba su té negro. Waldorf sonrió suavemente, era verdad. Dan siempre estaba para ellas cuando lo necesitaban.

—¿Sigues sintiendo algo por él, amiga?— Serena se cruzó de piernas, riendo. Ella tardó en contestar, estaba buscando las palabras indicadas.

—He ido a la terapeuta hace rato, B—. La castaña alzó sus cejas. —Me la recomendó mi madre, y aunque al principio tuve prejuicios, la necesitaba horriblemente—. Serena tenía ese tono de voz tan optimista, alegre y convincente que, no importaba que te dijera, le creerías; incluso si te dijera que la luna está hecha de queso. —Ella me ayudó a entender que sí sentí amor por Dan en su momento, pero ahora lo que experimentaba era obsesión. No por él, no porque quisiera estar en una relación con él, sino por como que él me hacía sentir. Como él creyó en mí y como yo crecí y mejoré como persona gracias a él—. Relamió sus labios. —Extrañaba lo que yo era antes de todo el desastre de papá, no a Dan. Siempre lo querré, pero ya no más románticamente. Es una historia cerrada, una muy linda, pero cerrada finalmente—. Concluyó, mordiendo su labio.

—Realmente estoy muy feliz por tí, Serena—. Se volvieron a tomar de las manos.

—Ahora, cuéntame de tí. Quiero saber todo, Blair. Sobre tí, sobre Chuck, sobre ambos. En serio quiero estar para tí—.  Insistió Van Der Woodsen.

No quiero hablar de eso, S. Perdona—. Apretó sus labios fuertemente pero se obligó a dibujar una sonrisa.

—Anda, Blair, déjame escucharte, en verdad quiero ayudarte—.  La rubia le tomó la mano a la castaña y le hizo un mimo tierno.

—En verdad quiero, pero simplemente mi garganta se cierra. Necesito asimilarlo aún, pero cuando esté lista, prometo que contaré—. Ellas asintieron con la cabeza largando un suspiro optimista, se adoraban, y ambas sabían que eso era lo mejor.

Horas después, Blair debía volver al departamento de Dan, quién comía una ensalada en soledad. Dan se había preguntado si las chicas habían hablado de él, se imaginaba miles de escenarios en los que Serena tenía un muñeco voodoo con su cara, o en los que hubiese una letra "D" abajo de sus tacones.

Eric no le hizo mucha compañía ya que debía ir al Dentista, por lo tanto su mente divagó locamente en todo ese tiempo. El pelinegro al ver a Serena sintió un cosquilleo recorrer su garganta, él sentía que debía darle explicaciones más allá de que Blair lo hiciera. Él se lo debía luego de tantos años juntos.

Cuando la rubia ni respondió sus llamados, sintió miedo de perderla para siempre.

La puerta sonó. Él abrió.

—Hola—. Sonrió Blair levemente.

Y Dan volvió a caer por su sonrisa.

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⏰ Última actualización: Mar 13 ⏰

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"Nunca he dejado de amarte, Blair Waldorf" (DAN y BLAIR). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora