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La sala común de Slytherin estaba sumida en un murmullo de expectación mientras los estudiantes aguardaban su turno para el sombrero seleccionador. Matheo y Shuuji, dos jóvenes de apenas doce años, se encontraban entre ellos, cada uno con una presencia que contrastaba marcadamente.

Matheo era un espectáculo de elegancia y orden, con su uniforme impecablemente planchado y su cabello pelirrojo peinado con precisión. Sus ojos oscuros, brillantes como el ébano, reflejaban una inteligencia y determinación que contrastaban con la suavidad de su rostro de facciones angulares. Caminaba con una postura erguida, radiando confianza y serenidad, como si estuviera destinado a grandes cosas.

Por otro lado, Shuuji irrumpió en la sala común con una presencia más sombría y distante. Su uniforme estaba arrugado y desalineado, y su cabello oscuro caía desordenado sobre su rostro pálido y taciturno. Sus ojos, también oscuros como la noche, parecían contener un misterio profundo y una carga emocional difícil de descifrar. A diferencia de Matheo, su postura era encorvada, como si estuviera cargando el peso del mundo sobre sus hombros.

A medida que se acercaban al sombrero seleccionador, la tensión en la sala común se intensificaba. Los otros estudiantes los observaban con curiosidad y especulación, conscientes de que algo extraordinario estaba a punto de suceder. ¿Qué destino les esperaba a estos dos jóvenes con presencias tan opuestas pero igualmente intrigantes?

Matheo fue el primero en acercarse al sombrero, con paso firme y determinado. Sus ojos centelleaban con una mezcla de emoción y expectación mientras esperaba que el sombrero tomara su decisión. Cuando finalmente se posó en su cabeza, una voz resonante llenó la sala común, anunciando su casa con orgullo: "¡Ravenclaw!"

Un murmullo de admiración y respeto recorrió la sala mientras Matheo se unía a sus compañeros de casa con una sonrisa radiante en su rostro. Había sido seleccionado para la casa de los sabios y eruditos, un lugar donde su inteligencia y curiosidad serían apreciadas y fomentadas.

Mientras tanto, Shuuji se acercó al sombrero con una mezcla de aprehensión y desapego. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras esperaba el veredicto del sombrero, preguntándose dónde encajaría en este mundo mágico lleno de expectativas y prejuicios. Cuando el sombrero finalmente lo llamó, una pausa tensa llenó la sala antes de que la voz del sombrero resonara en el aire: "¡Slytherin!"

Un silencio tenso se apoderó de la sala mientras Shuuji se unía a sus nuevos compañeros de casa con una expresión indescifrable en su rostro. Había sido seleccionado para la casa de la astucia y la ambición, un lugar donde su determinación y su deseo de superación serían valorados y cultivados.

A medida que la noche avanzaba y los estudiantes se retiraban a sus habitaciones, Matheo y Shuuji se encontraron solos en la sala común, enfrentándose al comienzo de una nueva etapa en sus vidas. A pesar de sus diferencias superficiales, ambos compartían un sentido de destino y un misterio que los unía en un vínculo invisible pero poderoso.

Matheo miró a su nuevo compañero de casa con curiosidad, preguntándose qué secretos y desafíos les esperaban en el futuro. Shuuji devolvió la mirada con una mezcla de resignación y determinación, consciente de que su destino estaba entrelazado con el de Matheo de una manera que aún no comprendía completamente.

Con el sombrero seleccionador como testigo, estos dos jóvenes estudiantes se embarcaron en un viaje lleno de aventuras, peligros y descubrimientos que los llevarían más allá de las fronteras de Hogwarts y los sumergirían en un mundo de magia, misterio y magia oscura. Aunque sus caminos podrían ser difíciles y tortuosos, Matheo y Shuuji estaban decididos a enfrentar su destino juntos, como aliados improbables pero poderosos en la lucha contra las fuerzas del mal que amenazaban su mundo.

La mañana siguiente en el Gran Comedor estaba llena de la habitual agitación y bullicio de los estudiantes de Hogwarts mientras se reunían para desayunar. Los aromas tentadores de comida recién preparada flotaban en el aire, mezclándose con el murmullo animado de conversaciones y risas. Matheo y Shuuji entraron juntos, cada uno con una expresión diferente en el rostro, pero ambos conscientes del otro mientras buscaban un lugar para sentarse.

Matheo, con su habitual elegancia y compostura, caminaba con paso firme y confiado, con la cabeza en alto y los ojos brillando con determinación. Se detuvo frente a una mesa vacía y se preparó para tomar asiento, pero sus ojos se posaron en Shuuji, quien se encontraba justo al otro lado del pasillo, observándolo con una mezcla de curiosidad y cautela.

Shuuji, por su parte, parecía más distante y reservado que de costumbre, con la mirada fija en Matheo mientras se movía con precaución hacia una silla en la mesa de Slytherin. Su expresión era impenetrable, pero había una chispa de intriga en sus ojos oscuros mientras observaba a Matheo tomar asiento frente a él.

A medida que los estudiantes comenzaron a notar la presencia de Matheo y Shuuji, el Gran Comedor cayó en un silencio incómodo, interrumpido solo por el suave murmullo de conversaciones en voz baja. Los ojos de los compañeros de clase se desviaron hacia los dos jóvenes, llenos de curiosidad y especulación sobre la naturaleza de su relación y el motivo de su proximidad.

Algunos murmullos y susurros se filtraron entre las mesas, alimentados por el rumor y la conjetura sobre Matheo y Shuuji. Algunos estudiantes intercambiaban miradas significativas y gestos de cabeza en dirección a los dos jóvenes, mientras otros parecían incómodos y nerviosos ante la presencia de la tensión palpable en el aire.

Los profesores, sentados en la mesa de profesores al frente del Gran Comedor, observaban la situación con atención, intercambiando miradas preocupadas mientras discutían en voz baja entre ellos. Dumbledore, el director de Hogwarts, inclinó la cabeza en dirección a Matheo y Shuuji, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y preocupación por el destino de los dos jóvenes estudiantes.

Mientras tanto, Matheo y Shuuji compartían un intercambio silencioso de miradas a través de la mesa, cada uno captando la intensidad del otro con una sensación de intriga y fascinación. Había una energía palpable entre ellos, una conexión inexplicable que trascendía las barreras de la casa y la historia personal.

Finalmente, la tensión en el Gran Comedor se rompió cuando Dumbledore se levantó de su asiento y se dirigió hacia Matheo y Shuuji con una sonrisa tranquilizadora en el rostro. Los estudiantes se volvieron hacia él con expectación mientras esperaban escuchar sus palabras de sabiduría y orientación.

"Queridos estudiantes", comenzó Dumbledore, su voz resonando con autoridad y calidez en la sala, "Hogwarts es un lugar de diversidad y tolerancia, donde cada individuo es valorado por su singularidad y su potencial para el bien. Les pido que recuerden esto mientras compartimos este espacio juntos, y que se traten unos a otros con respeto y compasión en todo momento."

Los estudiantes asintieron en acuerdo, absorbidos por las palabras del director mientras reflexionaban sobre el mensaje de unidad y tolerancia que transmitía. Matheo y Shuuji intercambiaron una mirada significativa, reconociendo la importancia de la conexión que compartían y la necesidad de superar las barreras que podrían separarlos.

Con un nuevo sentido de propósito y determinación, los estudiantes volvieron a sus desayunos, dejando atrás la tensión y la incertidumbre del momento anterior. A medida que el Gran Comedor volvía a la vida con el bullicio animado de conversaciones y risas, Matheo y Shuuji compartieron una sonrisa de complicidad, conscientes de que su destino estaba entrelazado de una manera que trascendía las diferencias superficiales y las expectativas preconcebidas.

Juntos, se enfrentarían a los desafíos que les esperaban en Hogwarts y más allá, armados con una conexión especial y una determinación inquebrantable para superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

Ying y YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora