Capítulo 89

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Moisés llegó a su casa después de aquella salida tan encantadora que había tenido con su amigo. Llegó y se sentó al borde de su cama, empezando a cambiarse a una ropa más cómoda una vez que ya había terminado de lucir asombroso ése día.

Estaba distraído, tanto que terminó por atorarse la playera que se iba a poner en una de sus astas. Pensaba mucho en aquellas horas compartidas, en aquellas palabras intercambiadas en el café, con bellos cantos del público como ambiente y fondo. Pensaba mucho en él, su amigo, para ser precisos.

El de pelaje marrón terminó de cambiarse, dedicándose a tomar unos libros para estudiar un poco. Se recostó en su cama, abriendo las hojas y buscando el tópico deseado. Sin embargo, una llamada de su celular interrumpió el comienzo de su sesión de estudio. Tomó el teléfono, viendo que se trataba de Tahiel. Bastante raro.

Moisés: -tomó el teléfono, contestando- ¿Tahiel?

Tahiel: ¡Moisés!, ¿aún están tú y Fidel ahí en el café? -preguntó algo apurado-

Moisés: No, ya volvimos a casa, ¿por qué?

Tahiel: Um... es que-

Nahuel: ¡Este idiota nos perdió! -se escuchó de repente-

Moisés: A ver, a ver -intentó tomar control de la situación- ¿dónde se encuentran?, ¿a dónde iban?

Nahuel: Se supone que nos dirigíamos a un arcade, pero este idiota nos perdió -se expresaba su enojo del otro lado de la línea telefónica-

Tahiel: ¡No sabía que habían cambiado las calles, el GPS no estaba actualizado! -se excusó-

Moisés: No conozco algún arcade que esté por ahí cerca... -se quedó pensando-

Nahuel: ¿¡Ves!? -le reprochó a su amigo nuevamente-

Moisés: Bueno, bueno, cálmense un poco -intentó no alterarlos más- ¿y si usan el autobús o algo?

Nahuel: Podría ser... -lo pensó un poco-

Tahiel: Am, y oye, aprovechando que te llamamos, ¿cómo les fue?

Moisés: La verdad es que bien, honestamente el lugar sí es bueno y agradable -expresó sonriendo-

Nahuel: Qué bueno que- -se detuvo en seco- ¿Tahiel?, ¿por qué corres?

Hubo un breve silencio que dejó al alce algo confundido.

Nahuel: ¡Es el autobús! -comenzó a correr también- ¡hasta pronto Moisés! -colgó repentinamente-

Moisés simplemente se despegó el celular de la oreja, algo impactado por lo rápida y caótica que fue esa llamada. Continuó con sus asuntos de estudio, disfrutando de la tranquilidad que se formó en su cuarto. Posicionó su mirada en el inicio del párrafo, empezando a leer de poco a poco.

Sin embargo, cada vez se sentía aún más cómodo. Acomodar su cabeza entre sus almohadas apiladas le empezó a provocar algo de sueño. Miró que aún no era tan tarde, y podía aprovechar para tomar aunque sea una pequeña siesta de un par de horas. Igualmente no tenía tantos ánimos de estudiar.

Acomodó mejor las cosas en otro lugar, para así tener espacio para extenderse en su cómoda cama. Sin decir nada más, cerró sus ojos una vez despejado su mente, dando espacio a que se sumiera en un sueño profundo.

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