Capítulo 73 - Lazos de sangre

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Francis arribó a la ciudad de Nueva York pasadas las ocho de la noche. Se le hizo imposible rentar un avión privado debido a la poca antelación y la compañía necesitaba al menos cinco horas de aviso. No tuvo más remedio que tomar el primer vuelo que consiguió.

Después de la fuerte discusión que tuvo con Robert por la participación de Lucia en el secuestro, Francis accedió a permitirle que lo acompañara. Después de todo, Robert no tenía la culpa de las locuras de su hija. Diane siempre tuvo razón en no confiar en Lucia. Diane vio a través de ella todo el tiempo pero él no le hizo caso y estas son las consecuencias. Micah iba a estar bien, tenía que estar bien.

— Perdóname, amor. — la voz de Robert lo trajo al presente. — Yo debí hacerle caso a Martha cuando me dijo que Lucia no era quien aparentaba y que estaba planeando algo en contra de Micah y su prometido. Debí intervenir cuando ella se reveló en mi contra cuando se enteró de lo nuestro.

— No sabías que ella llegaría tan lejos. Lucia nos engañó a todos con su cara de niña buena. Yo solo espero que ese muchacho y mis nietas estén bien. No quiero que nos veamos en la posición de mandarla a la cárcel por secuestro.

— Yo soy consciente de que cometió un crimen y debe ser castigada. Aunque me duela, ella tiene que ser responsable de sus actos. Solo espero que recapacite y no cometa otra locura. — Francis tomó su mano y la besó. — Todo va a salir bien. Los encontraremos y Lucia recibirá el tratamiento que necesita. Estamos juntos en esto y juntos saldremos de ello, ¿OK?

— OK.

Llegaron al hospital media hora después. Los ánimos se caldearon cuando Derek vio a Robert llegar con Francis. De inmediato se le fue encima y lo golpeó. Mark y Terrence tuvieron que sostenerlo para que no lo matara a golpes.

— ¡Derek por favor, tranquilízate! — gritó Diane.

— ¡Mi hijo está desaparecido por culpa de la loca de su hija! ¡¿Cómo me pides que me tranquilice?¡

— Señores si no se calman tendremos que pedirles que salgan del hospital.

— Lo siento, señorita. No volverá a pasar. Por favor amor, no resolvemos nada con violencia.

— Le pido disculpas en nombre de mi hija. Le juro que haré todo lo posible por ayudar a encontrar a su hijo.

— Mas te vale que a mi hijo y mis nietas no les pase nada, porque me voy a encargar que se pudra en la cárcel. — Diane guió a Derek al otro lado de la sala para apartarlo de Robert.

— ¿Estás bien? — indagó Francis acariciando su mandíbula.

— Sí, no es nada menos de lo que merezco. Yo hubiera hecho lo mismo si estuviera en su lugar. Ve a donarle sangre a tu hijo, yo estaré bien.

— ¿Seguro?

— Sí. — Francis lo besó y se dirigió hasta la casilla de información para preguntar con quien tenía que hablar para donarle sangre a su hijo.

— Perdóname, amor. Es la segunda vez que me ves perder los estribos. Te juro que no soy un hombre violento. — dijo abrazándola.

— No tengo nada que perdonarte. Ambas veces has tenido razón. Cualquiera en tu lugar lo haría, pero estamos en un hospital.

— Lo sé, la ira me cegó. ¿Cómo se atrevió ese hombre a venir aquí?

— Es normal que haya venido. Francis es su pareja y no lo iba a dejar solo en estos momentos. No es que quiera defender a Robert, pero él no tiene la culpa de que su hija esté desquiciada. Ella los tenía a todos engañados con su cara de mosca muerta. Esto tiene que ser muy duro para él también. Si la conocieras te darías cuenta de que puede engañar a cualquiera con su cara de ángel.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora