Los primeros días, al igual que las primeras veces, podían ser emocionantes, terroríficas o ambas por igual. El día de presentación se trataba de un día de preparativos; era como atender la explicación de un juego de casino. A continuación, empezaba la partida.
Y para Gala suponía algo parecido. Se había esforzado durante un año entero en destacar por su inteligencia. La universidad Loowod reunía a los mejores alumnos, con las mejores calificaciones, así que sobresalir entre todos ellos suponía una oportunidad para ganar alguna de las suculentas becas que ofrecían. En su caso, estaba completamente interesada en la beca Bosman.
Esta beca no suponía un descuento en la matrícula, pero brindaba la posibilidad de que un alumno, el mejor de los estudiantes de marketing y publicidad internacional, entrara a trabajar, en calidad de becario, para una de las mayores agencias de publicidad del mundo, Bosman Corporate.
Pero al contrario de lo que se pensaba, todo y que la beca se entregaba al mejor graduado, la partida empezaba desde el instante en que pisabas la universidad por primera vez.
Se tenían en cuenta tanto las notas de admisión como las de los cuatro cursos siguientes. Y Gala iba por muy buen camino; había cualificado con cuatro puntos en la admisión y había aprobado el primer curso con una nota de cien sobre cien, lo que equivalía a +A. Además, había obtenido tres menciones distintas en las asignaturas de teoría de la comunicación, microeconomía y sociología.
Tristemente, el señor Barret era reacio a ofrecer menciones y se le había escapado de entre los dedos la posibilidad de conseguir también la de Economía I. Pero, aunque fuera un hombre extraño, malhumorado y poco simpático, tenía la posibilidad de volver a intentarlo ese nuevo año, con Economía II.
Y esa era precisamente la primera asignatura a la que debía atender el primer día. Mientras caminaba por las calles cercanas a la universidad, Gala se sumió en sus pensamientos, tratando de encontrar la mejor manera de ganarse aquella mención.
«Si consigo la mención del señor Barret, estaré un paso más cerca de la beca Bosman», se dijo a sí misma. «No le caigo bien... Pero nadie le cae bien a ese señor. Así que no me lo tomaré como algo personal», se animó mientras se cambiaba hombro su pesado bolso. Era una auténtica fanática de la papelería; llevaba subrayadores de colores pastel, pósits cuadrados opacos, pósits alargados semitransparentes, libretitas con estampados de lo más variopintos... Le encantaba tomar apuntes limpios e intuitivos, aunque tenía la manía de pasarlos luego al ordenador para estudiar. Podía escribir el mismo párrafo varias veces para lograr memorizarlo. Era algo que le funcionaba realmente bien.
—Aún no me creo que te hayas liado con Geller —le confesó Sophie.
Prácticamente, se había olvidado de que estaba caminando junto a ella. Gala rodó los ojos y siguió camino a la universidad, mientras Sophie trataba de sonsacarle algo más de información.
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Todas las veces que pudimos ser y no fuimos
Romance«A veces nos topamos con la persona correcta en el momento equivocado.» Pues si eran eso, Gala y Kevin habían tenido muchos. Tantos, que cualquier persona cuerda habría terminado por tirar la toalla. «Pero cuando se trata de sentimientos, la sensat...