verguenza

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Después de la embarazosa situación, los seis regresaron al cuartel general. Excepto Ángel, los hermanos estaban muy avergonzados y asustados, ya que Sonia y María no les dirigieron la palabra durante todo el camino. Al llegar, María, en un arranque de ira y miedo, golpeó a Leo en la cabeza.

—¿Qué te pasa? —gritó mientras levantaba la mano para golpearlo nuevamente, pero Sonia intervino para calmarla. Justo en ese momento apareció Samuel.

—Leo, ven conmigo —dijo Samuel, tomándolo del brazo.

Leo estaba asustado, pero Skyler asintió, dándole a entender que todo estaría bien. Así, Leo se fue con Samuel, quien lo llevó a una habitación y le pidió que entrara. Nervioso, Leo aceptó y encontró a Clara sentada en un escritorio. Amablemente, Clara le indicó que se sentara.

Mientras tanto, los otros tres fueron llevados por María a una sala.

—Siéntense —ordenó María, tomando asiento frente a ellos.

—Perdón por lo ocurrido. Es que escupieron a mi hermano y él tiene un trauma por algo que nos pasó, pero... —Skyler intentó disculparse, pero Ángel lo interrumpió, cuestionando cómo se habían enterado tan rápido y cómo llegaron al lugar en el momento preciso en que todo salió mal.

María, nerviosa, explicó que solo ella y Sonia fueron para vigilarlos por si algo salía mal, lo cual ocurrió.

—Sí, claro —replicó Ángel, sabiendo lo que realmente hicieron.

María se enfadó, pero intentó mantener la calma.

Más tarde, ya anocheciendo, decidieron salir a comer para evitar la vergüenza. Leo tomó uno de los chalecos que estaban en la lavandería antes de irse, pues tenía manchas de sangre y quería limpiarlo por su cuenta, usando sus poderes.

—Hermano —dijo Leo a Skyler—, ¿soy una mala persona?

—¿Qué? ¡Claro que no! —respondió Skyler, algo confundido—. ¿Por qué dices eso? Eso ya quedó atrás. Además, solo te defendiste.

—Yo solo los acompañé porque soy el único que tiene ahorros para poder comprar algo —dijo Ángel sin mostrar vergüenza.

Fueron a un puesto de comida tipo restaurante. Allí se sentaron y el dueño los atendió, entregándoles el menú y volviendo poco después para tomar sus órdenes.

—Quiero una hamburguesa de carne con ensalada y vinagreta —pidió Leo.

—A mí, una pierna de pollo broaster con ensalada y papas —dijo Amelia.

—Yo quiero un pecho de pollo con ensalada, papas y una hamburguesa —pidió Skyler.

—Para mí, una hamburguesa de carne, una Pepsi y unas papas fritas —dijo Ángel.

Mientras comían, Leo sacó el chaleco y lo miró con tristeza. Ángel intentó quitárselo, pero Leo se resistió. Skyler intervino y Ángel, molesto, cedió y continuó comiendo. Amelia trató de cambiar de tema.

—¿Qué te dijeron? —preguntó.

—Clara, la mamá de Valeria, me hizo muchas preguntas sobre por qué actué así, qué sentí al hacerlo, y esas cosas. Pero fue muy amable, incluso me dio una paleta —respondió Leo.

—Me alegra que te fuera bien con ella —dijo Ángel, intentando disculparse.

—Gracias, hermano —dijo Leo, sonriéndole.

—Bueno, ¿ahora qué? ¿Nos echarán? —preguntó Amelia en tono burlón, aunque estaba preocupada.

—No lo creo. Somos importantes, supongo. Además, creo que nos vigilarán más de cerca después de hoy —respondió Skyler.

Con esa respuesta, los tres se sintieron algo aliviados, sabiendo que no los echarían tan fácilmente. Pero, sin que ellos lo supieran, Sonia estaba escuchando todo a través del chaleco y tenía un plan en mente para asegurarse de que Ángel tuviera razón.

                                                                               



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