Cuarta mañana. Las montañas heladas (Parte 1)

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En medio de las inmensas y solitarias montañas heladas, con fuertes vientos que congelaban todo aquello que entraba en ese mortal ambiente, con escasa vida que surgía de esos territorios, entre los cuales vagaba una mujer con nada más que unos cuantos mantos, unas sucias y viejas prendas, y la poca calidez que generaba una lampara de aceite que llevaba con ella con el cual aguantar la helada, caminando sin aparente rumbo a través de la nieve, dando escasos pasos que conforme andaba se hacían cada vez mas cortos, debilitando a la mujer y matándola poco a poco por culpa del inmenso frio que había, pero ella no mostraba señales de parar su andar, continuando su búsqueda, mientras que con una débil y escasa voz gritaba con la esperanza de que alguien llegase a escucharla.

          — ¡Señor! ¡¿Dónde está?!

Los gritos desesperados de la mujer eran silenciados por la tormenta, y los pasos que daba eran rápidamente cubiertos por la nieve que caía, dejando a la mujer perdida en medio de la nada, con sus gritos suplicando por ser oídos por la persona que buscaba, poco a poco apagándose, hasta que su cuerpo ya no pudo mas cayendo en la nieve a esperas de que su cuerpo se congelara y su corazón dejara de latir, mientras en lágrimas soltó una última suplica al cielo.

          — P-po-por fa-favo-vor, a-a-alguien, ayu-ayuden-denme.

Mientras la nieve caía sobre ella cubriéndola poco a poco, mientras empezaba a perder la conciencia, esperando a quedar completamente dormida pidió a dios que al menos esa persona a la que buscaba estuviera bien, cerrando así los ojos, y entrando en un profundo sueño.

          — Que terrible vista, callo en esta situación tan peligrosa.

Se pronunció una chica de cola y orejas mientras observaba la escena, siendo unas presencias no muy lejos de ahí, unos lobos acechando el cuerpo inconsciente de la mujer, esperando a que la chica se alejara para ir por su presa.

          — Y a lo que alcanzo a sentir los carroñeros están asechando no es buena idea interrumpir el ciclo de la vida, pero tampoco me gustaría ignorar una petición tan desinteresada como esta, ¿Qué debería hacer?

Cuestionándose a si misma por lo que iba hacer, ella tomo una dudosa decisión cargando a la mujer inconsciente con su cola para mantenerla caliente, mientras ella se dedico a buscar un lugar seguro para tratarla.


Un par de horas más tarde.

Un poco mas arriba en la montaña helada, dentro de una oscura cueva, una luz azulada resaltaba dentro de ella, en donde un zorro de 3 colas de gran tamaña se encontraba enrollado alrededor de una mujer, rodeado de 3 llamas flotantes que deslumbraban en color azul celeste, calentando un poco el ambiente de la cueva, y atrayendo a los animales de la zona a ella, llamando la atención del gran zorro, pero debido a la diferencia de tamaño y a lo imponencia del zorro los animales se mantenían al margen, conformándose con el poco calor que les alcanzaba a llegar, causando que el espíritu les pusiera un poco de atención.

          — Los mortales son siempre tan temerosos.

Acercándoles una de las llamas flotantes cerca de ellos, para que pudieran calentarse, a lo que ellos la rodearon para poder sobrellevar el frio, logrando calentar con los minutos tanto la entrada como el fondo de la cueva, logrando así despertar a la mujer, entrando en pánico al presenciar la escena en la que se encontraba.

          — Me van a devorar.

Generando una risa en el espíritu, el cual decidió calmar su temor regresando a su forma humana, pero sin dejar de cubrir a la mujer con sus colas.

          — Puede mantener la calma, no devoro a los humanos, tal vez un poco sus postres así que no debe de preocuparse, pero más importante usted tenía una petición ¿No es así?

          — Es verdad, el señor Darien, es el doctor de mi pueblo, hace 2 días subió a la montaña para buscar plantas para usar como medicamentos, pero empezó la tormenta de nieve, el debe de encontrarse perdido, debo de encontrarlo.

          — ¿Es tan importante para usted como para decidir morir buscándolo?

          — Claro que lo es, es el único doctor del pueblo.

          — Esa no es una buena razón para decidir morir, los humanos siempre se toman a la ligera el morir por otros, descanse un poco y vuelva a su casa, el doctor ya debería de estar muer-

          — ¡No!

          — Señora entienda-

          — No puedo permitirlo, él es nuestra única esperanza, no puedo dejar las cosas así.

La chica zorra se quedó callada por la reacción de la mujer.

          — El es muy importante, nuestro pueblo esta pasando por una peligrosa pandemia, nos esta matando, y nadie sabe qué hacer, él ha estado trabajando en una cura y nos prometió encontrar la cura, si lo perdemos no sabríamos que hacer, el es nuestro único doctor, y nuestra única esperanza, y no quiero, no quiero esto termine así, mi hijo se encuentra enfermo, y como su madre no puedo quedarme sentada mientras lo veo sufriendo por esa enfermedad, quiero al menos hacer esto, por él.

La mirada de la chica empezó a entender lo que sucedía, pero seguía sin comprender el por qué lo hacía.

          — Señora, vuelva a casa.

          — ¡Pero- ¡

          — Si usted muere aquí no importara si su hijo lo hace también o no, por que usted ya no estará para él, así que mejor regrese, y si su hijo pierde la vida al menos que lo haga con su madre a su lado.

          — Jovencita.

Una de las llamas regreso junto a la chica mientras la otra se acercó a la mujer.

          — No se preocupe señora, yo vine aquí para buscar al hijo de alguien, seria muy desastroso que si fracaso en la búsqueda dejo a 2 madres devastadas, así que solo encontrare a los 2, sanos y salvos, así que no se descuide, este asunto se solucionara en lo menos de lo que salta un sapo.

Y sin duda alguna, la chica salió de la cueva, con otra petición que cumplir, y una idea de sus paraderos en la mente, apresurándose hacia donde cree que se encuentran ambos hombres.

          — (2 hombres perdidos en las montañas heladas en medio de una tormenta de nieve, creo que la respuesta es mas obvia de lo que pensaba al principio, pero creo que es la peor situación en la que podrían estar, maldición, debo apurarme).

La chica apresuro mas y mas su paso, hasta donde se lo permitía su cuerpo, con la esperanza de encontrar a ambos aun a salvo.

          — (Solo espero que ella no los haya matado ya)

Cada mañana estando a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora