XVI

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16. diarios. —
"Se sufre de dos clases de celos: los del amor y los del amor propio."
Fiódor Dostoyevsky.

Állenne en los días siguientes había encontrado más páginas pertenecientes al diario de Danéi, sin embargo, no había señal alguna del libro o de otras páginas que pertenecieran a él, por lo que decidió dejar ese plan para otra ocasión. De igual modo, visitaba a Marshall después de cenar, saliendo cautelosamente de Maiskyd para no levantar sospechas de ningún docente o del mismísimo director, y al llegar le contaba sus descubrimientos, hablaban un rato y luego Állenne regresaba.

No podrían llamarse amigos netamente, pero al menos llevaban la fiesta en paz después de todo. Para Állenne era lo mejor, para Marshall parecía más como una condena.

El muchacho de origen alemán había encontrado una nueva distracción, y esa era escribir en el diario que pertenecía a su entonces mejor amigo cada noche sin falta, con mucho esmero, como si a través de ese cuaderno pudiera comunicarle lo que tanto lo atormenta. Era un buen escape, una buena forma de expresarse, algo que con palabras nunca podría conseguir, pero sí por medio de un papel y lápiz, a su manera.

Állenne, por su parte, se dedicaba a esquivar discretamente a Maryan, también a los pensamientos que de vez en cuando querían perturbar su paz, y últimamente había tenido muchas cosas nuevas en las que pensar, pero rehuía de todo. Prefería distraerse con cualquier cosa, ya sean sus deberes o buscando indicios que lo lleven a su tan ansiada respuesta, todo menos escuchar a su voz interna.

Esa que no paraba de repetir su nombre.

—Buen día, señor —saludó con cortesía, estando de pie frente al escritorio—. ¿Podría saber cuándo regresará el alumno Karagianni?

—¿Por qué le importa, joven? —El director alza la mirada, retirando sus gafas poco después—. ¿Qué hace que su regreso sea tan relevante para usted?

No lo sabía. Por primera vez no tenía una respuesta a una pregunta tan simple como esa. Fue entonces cuando comenzó a cuestionarse.
¿Por qué era tan importante que Marshall regrese? Állenne podía continuar solo su búsqueda, podía continuar viviendo con o sin la presencia de Marshall en su vida, ¿pero por qué le importaba tanto?

Recordó el momento en el que le había pedido ayuda para encontrar la verdadera razón de la muerte de su madre, y tuvo un motivo. Uno bastante vacío.

—Solo me preocupa —respondió, titubeante. Esa no era la verdadera razón, pero no quería indagar más en eso, no cuando tenía cosas más importantes que hacer.

—Regresará en cuanto obtengamos una verdad legítima.

—¿Y cuánto tardará? ¿No las tiene ya?

—¿Y tú cómo sabes de lo que estoy hablando? —La había cagado al hablar de más—. ¿Has estado hablando con Marshall? De ser así, ¿cómo es posible? Nadie más que yo conoce su paradero.

... Y Exlyzh.

—Yo... no, para nada, no hemos tenido contacto, es por ello que me preocupa. El rumor de que ha sido suspendido se esparció muy rápido, y encaja con su repentina desaparición. —Bingo, al menos había conseguido inventar una excusa conforme hablaba, así podría desviar un poco la atención del director.

—¿Han estado hablando de él? Vaya sorpresa, creía que a nadie le importaba su miserable existencia aquí —murmuró lo último, con Állenne frunciendo el ceño.

—¿Por qué sería miserable? Es un estudiante como todos los demás, como yo. Al menos él tiene un solo elemento a su disposición, lo que, para ustedes, es considerado "normal". Quien debería ser "miserable" en ese caso, soy yo.

Burmond (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora