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Dos dias han pasado desde que le dí las rosas y ya era lunes de nuevo. Me desperté con un brazo entumecido y adolorido, pues me había dormido arriba de él. Tal como los últimos dos días lo primero que hice fue ver hacia mi entrepierna, más de aquellos sueños culposos habían llegado a mi mente y actualmente siempre era despertar y quedarme quieto pensando en cosas hetero para que se me pasará rápido, claro, si es que por accidente no se me iba la onda y pensaba en Icma.

Paso mucho rato para que aquel güey no se quería ir, y es que la verdad no podía sacar, por alguna extraña razón, el tracero de Icma de mi mente.

Que mortificante, lunes por la mañana y si yo no me encargaba seguro que llegaría tarde. Solté un suspiro y apreté los labios, la culpa y el remordimiento me atiborraban y el único pensamiento "cuerdo" de mi mente era «¿y si falto a clases?» tenía pena de verlo, tenía pena de ver su cara, y si me encargaba más pena me daría haberle dedicado una paja.

Tomé el bulto sobre las sábanas y un escalofrío recorrió mi cuerpo y una cuenta regresiva andaba por mi mente. Tres... Dos... Uno...

...

La culpa en mí era pesada, había perdido la cuenta en cuántas veces me lavé las manos después; pero ya no era de la mayor relevancia tomando en cuenta que ya estaba en la escuela.

Y ahí fue cuando la culpa me ganó al ver a Icma a lo lejos hablando con la otra profesora de lengua materna, la «pero no cantes victoria» o yo que sé, casi todos desconocíamos su nombre en realidad. Más que celos de que él estuviera hablando con ella sentía pena y... lujuria... Cada vez que lo veía no dejaba de recordar aquellos sueños culposos que no dejaban de rondar mi memoria.

Pase naturalmente a su lado, como si nada aunque yo fuera un manojo de nervios, y casi me tropiezo como él «vaya costumbre se me ha pegado de ti, Icma». Sentí su mirada sobre mí y me disipe a correr hacia mi salón.

Al llegar era como siempre, el salón olía a guardado y aún no había llegado nadie, era normal, eran las seis y media y a esta hora siquiera habían llegado los estudiantes a formarse afuera del portón. Estaba solo por ahora.

Me senté en el escritorio y acomodé mis cosas, a primero "B" hoy les tocaba sufrir con matemáticas a primera hora ¿Creen que yo no estaba cansado? Pinches chamacos, ya me tienen hasta la chingada, pero me pagan a mil la hora y de algo tiene que comer uno.

—Buenos días, profe —dijo el primer chamaco que entró. Tenía el uniforme arrugado y el pelo como si lo hubieran peinado con lengua de vaca, sus zapatos escolares estaban medio pesados y parecía seguir modorro.

—Buenos días —contesté en seco. Estoy seguro de que si no fuera por "eso" de la mañana yo tendría su mismo aspecto.

Otro alumno entró al poco rato y ví como me analizaba de pies a cabeza; era la maldita chismosa que a nadie le caía bien, la niña mimada que creía que todos la querían, y sí, la querían, pero tres metros bajo tierra o mínimo muda porque tenia una voz chillona y castrante.

—¿Es cierto el rumor, profe? —y aquí va, un pinche "buenos días" no te va a matar pinche chamaca cara de culo.

—¿Qué rumor? —cuestionó el modorro.

—Que el profe te lo diga de su propia boca —pinche chamaca, cállese el perro osico, por eso ni sus padres la quieren, por eso tu papá te abandono.

—Yo no tengo que decir nada. Aparte, son falsos —ni había dicho de que rumor hablaban y yo ya sabía, obvio que sí era real, pero uno como profe de publica le vale verga eso.

El profe favorito [Danicna (Daniel Carreón x Icma)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora