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|| DUMBLEDORE ||

|| DUMBLEDORE ||

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...

— Por aquí, Potter —indicó ella.

— Profesora —le dijo Kate enseguida—, ¿usted sospecha qué mi hermano...?

— Eso se escapa de mi competencia, Potter —dijo de manera cortante la profesora McGonagall. Caminaron en silencio, doblaron una esquina, y ella se paró ante una gárgola de piedra grande y extremadamente fea.— ¡Sorbete de limón! —dijo la profesora. 

 Se trataba, evidentemente, de una contraseña, porque de repente la gárgola revivióy se hizo a un lado, al tiempo que la pared que había detrás se abría en dos. Incluso aterrorizado como estaba por lo que le esperaba, Kate no pudo dejar de sorprenderse. Detrás del muro había una escalera de caracol que subía lentamente hacia arriba, como si fuera mecánica. Al subirse él y la profesora McGonagall, la pared volvió a cerrarsetras ellos con un golpe sordo. Subieron más y más dando vueltas, hasta que al fin,ligeramente mareado, Katevio ante él una reluciente puerta de roble, con una aldabade bronce en forma de grifo, el animal mitológico con cuerpo de león y cabeza deáguila. Entonces supo adónde la llevaba. Aquello debía de ser el despacho de Dumbledore.  

Ambas dejaron la escalera de piedra y la profesora McGonagall llamó a la puerta. Ésta se abrió silenciosamente y entraron. La profesora McGonagall pidió a Kate que esperara y la dejó sola. O eso creyó ella.
 Kate miró a su alrededor. Junto a ella se encontraba Harry, con aspecto de afligido.

 — Una cosa era segura: de todos los despachos de profesores que he visitado el año, el de Dumbledore es, con mucho, el más interesante. Si no tuviera tanto miedo a ser expulsado del colegio, habría disfrutado observando todo esto.

— Eres un idiota, ¿Lo sabes?— argumentó Kate resoplando. Se paseó por el despacho.

 Era una sala circular, grande y hermosa, en la que se oía multitud de leves y curiosos sonidos. Sobre las mesas de patas largas y finísimas había chismes muyextraños que hacían ruiditos y echaban pequeñas bocanadas de humo. Las paredes aparecían cubiertas de retratos de antiguos directores, hombres y mujeres, que dormitaban encerrados en los marcos. Había también un gran escritorio con pies en forma de zarpas, y detrás de él, en un estante, un sombrero de mago ajado y roto: era el Sombrero Seleccionador. 

 Kate dudó. Echó un cauteloso vistazo a los magos y brujas que había en las paredes. Seguramente no haría ningún mal poniéndoselo de nuevo. Sólo para ver si...,sólo para asegurarse de que lo había colocado en la casa correcta. 

—¿Tú también quieres intentarlo?— Kate se sonrojó ligeramente.

— Pues... si, ¿por qué no?

Se acercó sigilosamente al escritorio, cogió el sombrero del estante y se lo puso despacio en la cabeza. Era demasiado grande y se le caía sobre los ojos, igual que en la anterior ocasión en que se lo había puesto. Kate esperó pero no pasó nada. Luego, una sutil voz le dijo al oído:

𝓓ayligth || 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora