capítulo 44

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Evelyn Meyer

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Evangeline

Canadá, Toronto.

—Si te metes en problemas, ten por seguro que no te rescataré. — constató Benjamín, en otro de sus intentos de robarme una sonrisa.

Pero era en vano, mi mirada perdida continuaba clavada en la ventanilla del coche, desbordada por dentro y quebrada por fuera. Me era imposible disimularlo, me pesaba el corazón y era un dolor que me encogía el alma por dentro. Esta mañana desperté con un hueco en el pecho y a mi lado un espacio vacío en la cama. Taddeo no durmió en la alcoba, tampoco supe nada de él en la mañana, Greta me comunicó que salió de la mansión muy temprano y que al hacerlo dejó el Jet listo para mí. No puedo tomarlo como una victoria, mucho menos sentirme complacida de que haya accedido a que visite a Evelyn, no cuando esto pone en peligro nuestra relación.

Benjamín se resigna ante mi silencio y posa su mano sobre la mía.

—Esto se resolverá, tranquila. — acaricia mi piel con dulzura.

Con todas las fuerzas de mi cuerpo deseo que así sea, porque no soportare una solución distinta.

A diferencia de la vez anterior, hoy pudimos salir de Italia sin emboscadas, lo cual quise tomarlo como una buena señal. El plan seguía intacto, me he preparado con tiempo suficiente para ejecutarlo de manera diligente, tengo aprendido de memoria los pasos que debo dar para no ser descubierta. Aunque dudo mucho que algo así fuera a pasar, Omar no había visitado a su hija en meses, ningún familiar o conocido había deambulado por allí. Me muevo sobre una zona limpia de amenazas.

De camino repasé los informes que hizo el doctor Gauthier. Es sorprendente cómo pudo alterar la salud de Evelyn, forjando un avance necesario para autorizar su retiro de la clínica. El hombre realmente debe tener mucha influencia sobre sus jefes, de lo contrario, no se explica cómo permiten este abuso sobre un paciente. Quizás la influencia no viene bajo la mano del doctor, sino alguien más poderoso. Que la clínica se encuentre dentro del territorio que controlan los Meyer, no es una casualidad.

El tema me toca personalmente, porque ella solo tenía un sueño tan grande como el mío, ser madre. Pero la vida se lo quitó, y en eso nos hemos parecido demasiado. Sé cómo se siente perder un hijo, y aún peor, sé cómo se siente que alguien te lo arrebate. No puedo justificar los actos desleales que ha cometido Omar, pero sí puedo justificar lo que me mantuvo dentro de esa mansión tantos años. Evelyn no quería dañar a nadie, ella solo quería a su hija devuelta, lo único que la mantenía conectada con el amor de su vida.

Benja me aprieta suavemente la mano para captar mi atención. El coche en el que viajamos se desvía de la vía principal y se adentra en un callejón desierto y maloliente. Allí nos esperaba una ambulancia de la clínica. Al detenernos, bajamos rápidamente; no podíamos permitirnos perder tiempo en ninguna parte de este plan. Subimos a la camioneta y el conductor se dispuso a salir hacia la otra calle, tomando la dirección adecuada. Mi equipo ya estaba dentro, con mi disfraz de enfermera preparado para mí.

Pasé a desvestirme con rapidez.

—Asegúrate que todo lo que diga sea captado por este micrófono — me informa Benja, en lo que acomoda el micrófono en mi brasier —Tú puedes oírnos y nosotros a ti. Todo quedará grabado y será enviado a Henry.

Escondo mi cabello debajo de la peluca rubia y recibo el diminuto y desapercibido auricular que va en mi oído. Benja toma el IPad mientras me termino de vestir. Barbie había hecho un trabajo excepcional al conseguir acceso a todas las cámaras de seguridad dentro y fuera.

Lazos InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora