| Capítulo 13 |

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  13| Zeca

Detestaba las bromas.

Todo tipo de chistes estúpidos, cuentos o anécdotas que amenazaban con sacar alguna sonrisa no eran más que estupideces que hacían perder el tiempo.

Incluían chismes.

Pero a veces, eran interesantes.

De lo mediocre que podrían ser, tal vez. Pero de lo curioso que podía ser una historia para captar mi atención.

No me fijaba en banalidades; ni mucho menos en lo ajeno.

Pero tenía un objetivo en mente.

Alguien con quien vengarme.

A cierta maldita existencia molestosa a la que debía traerla nuevamente a su infierno: Perla.

Para hacerla sufrir y doblegar.

La hija mimada de Jonathan Barbrow, mi ex-esposa, pensaba que podía estar libre de mí.

Estaba equivocada.

Desde la cárcel había estado siguiendo cada uno de sus movimientos.

Todos los malditos pretendientes que empezaron a afanarla desde hace cinco años ya se habían quedado sin ojos. Algunos aún seguían esperándome en el cuarto de tortura. Otros habían caído adrede a la cárcel para luego morir bajo mis manos.

Tenía una carpeta de informes de los movimientos de ella.

Sus contratos. Sus seguidores. Su equipo de trabajo. Las marcas con las que trabajaba. Sus clientes. Sus pasarelas y obras teatrales.

Todo.

Hackear su teléfono no fue imposible. Y acudir a su otro número cuando lo cambió tampoco.

¿Ser custodiada por más de veinte guardaespaldas?

Insuficiente.

¿Contar con conocimientos de defensa personal y carga de armas para defenderse?

Inútil.

Conocía los próximos movimientos que intentaría realizar mi ex-mujer. Alianzas. Contactos. Guardias y más ejércitos.

Todo para alejarme.

Pero jamás pensé que sería capaz de volver a ver ese hijo de puta.

La maldita sangre me hirvió con solo imaginar sus labios pronunciar el nombre de ese estúpido insecto americano.

El control perdía su significado cuando se mezclaba con el caos y la muerte.

Si quería extorsionar, extorsionaba.

Si quería matar, mataba.

Si quería hacer caos, lo hacía.

Así que no me iba a contener en querer despedazar cada parte del asqueroso cuerpo de Damon.

Lo había hecho una vez, a tal punto de ocasionarle la muerte.

Podía hacerlo de nuevo. Con la certeza de mandarlo directo al infierno.

¿Cómo logré enterarme?

Tora.

Había venido a mi oficina a joderme, abriendo la puerta con su típico traje formal, esa sonrisa burlona y ese andar relajado y enérgico.

—¿Siguiendo con tus responsabilidades de futuro Phakan?

Ni siquiera había mirado en donde estaba, seguía con los papeles de las empresas fantasmas.

Dulce veneno | +18 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora