Capítulo 1

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Alena Landam:

Hace mucho que no involucro mi corazón con absolutamente nadie.

En la depresión del abandono y el ego herido una parte mía se quebró lo suficiente como para no querer involucrarme con nadie más. Además, mi ex novia aún seguía muy presente en mi cabeza.

No tengo idea si es algo que viene en la sangre o pasa de generación en generación, sólo se que ella era todo lo que me encantaba tener. Atenea Altamirano no era sólo la niña millonaria que aparentaba ser, sí, era hermosa y vanidosa, muy vanidosa, siempre preocupada primero por su imagen, por lucir espectacular. Ante los ojos de cualquier incluso parecía frágil, alguien a quien le gustaría ser tratada como a una princesa, pero todo eso no podía estar más alejado de la realidad.

Porque ella era demandante, quería todo a su manera, en sus tiempos, bajo sus órdenes, en ocasiones chocábamos porque no me gustaba sentirme controlada por ella, pero luego era tan excitante terminar arrodillada ante ella, esperando su siguiente movimiento.

Atenea Altamirano no sólo era hermosa, era inteligente, creativa y muy ágil. Tan ágil, sus manos eran arte, la manera en la que me veía a los ojos y me sonreía, esa manera tan delicada para hablar, parecía que cada palabra que salía de su boca era dicha en cámara lenta. Me enamoré de una diosa, yo lo supe desde el principio.

Por eso dolió tanto cuando se fue, la mujer que solía mirarme a los ojos y decir que me amaba un día simplemente me abandono.

Jamás le rogué que volviera, jamás le pedí que por favor se quedará, jamás la busque de nuevo. Ella decidió irse, y puede que ella fuera una diosa.

Pero yo soy valiosa, soy buena y maravillosa, soy una mujer brillante y jamás le ruego por amor a nadie.

Al final me convertí en profesora, tal como mi madre, ella fue una gran guía para mi y me apoyo en cada uno de mis sueños, y aunque el mudarme no fue de su total agrado tampoco me reprocho nada. Incluso si mamá no confiaba del todo en la tía Elisa, pero sabía que tendría familia cerca así que me dejo partir.

No suelo ser una mujer coqueta, pero es que no suele gustarme cualquier persona que veo pasar por la calle. Pero el primer día de clases, la mujer que se presento frente a nosotros.

Ella es alucinante.

Jamás había visto un cabello rizado así de perfecto, tiene un dulce rostro de niña y al mismo tiempo una sonrisa tan bonita. Ella no se parece en nada a mi ex, no hay nada de Atenea en ella.

Porque mientras Atenea caminaba con un pie frente al otro como en una pasarela, creyéndose la dueña del mundo. La directora Sorni es todo lo contrario, ella sólo anda de aquí por ahí con su sonrisa, con ese rostro tan amable, despreocupada, con sus pantalones de mezclilla y sus camisas sueltas, con los rizos siempre definidos y saltando en cada uno de sus pasos.

__ Demonios __ la miro de manera extraña, siempre tengo que venir a dirección a registrar mi huella para la hora de entrada y hoy logro ver a Sorni, quien se ha quitado la camisa y sólo tiene una blusa básica color blanca.

__ Buenos días __ la saludo, ella me ve y me sonríe cortamente, luego vuelve a su rostro molesto y continúa tratando de limpiarse la blusa blanca, ¿eso es lodo? __ ¿mal día?

__ Un idiota paso tan rápido en su auto hoy por la mañana y termino levantando tierra sucia y mojada hacia mi __ sí, claro que es lodo, ahora entiendo porque esta tan enojada.

__ Se que es molesto, pero vivimos en el campo ahora, debería acostumbrarse a no poder permanecer limpia todo el tiempo.

Ella gruñe frustrada, la veo recargarse en la pared, derrotada, con la gran mancha en su blusa que no puede sacar con esa servilleta.

Las tres "L" básicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora