Cruzada IV -No Surrender, No retreat.

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La Cruzada IV

Ubicación: En algún punto dentro del Imperio Norteamericano.

Hora: Aproximadamente 18:45 hrs.


¿Dónde demonios estoy? Este lugar no me es familiar en absoluto. Si Uldrich no hubiera intentado ese ataque contra esa deidad menor de la destrucción, no nos habríamos separado de esa manera. ¡Estúpido arrogante, siempre tratando de eclipsarme con su fuerza! Este el aire páramo helado extraño me está cortando la piel, pero no es un glaciar... es algo más. Es como si todo este universo conspirase en mi contra, como si innumerables tentáculos invisibles tratasen de expulsarme. Pero puedo sentir la presencia de vida aquí, de todas las formas posibles, incluso percibo a esos insignificantes y débiles humanos. Son millones, no, miles de millones de ellos. Pero hay algo más, es una gran presencia.

¡Necesito enfocarme! Luego me preocuparé por mi querido, aunque a veces no lo soporte. Por alguna razón, este precipicio me parece familiar, como un recuerdo antiguo. Como si hubiera visto estas imágenes antes, quizás en algún viejo televisor. Sea lo que sea, esos edificios destrozados, incrustados en el hielo a lo lejos, me recuerdan a alguna ciudad de mi pasado. ¿Fue aquí donde nací? No, en otro lugar... ¿Pero cómo se llamaba ese sitio? Quizás este lugar se llamaba Nueva York, y estaba en los Estados Unidos.

Todo este lugar es un completo caos infernal. Debería haber humanos vivos aquí, pero no percibo sus presencias, al menos no hacia el sur. Se supone que los habitantes de este sitio son de los más agresivos, pero no veo ni a uno de sus soldados ni a sus temibles vehículos blindados. Aunque debo admitir que este suelo de roca congelada, aunque regular, muestra algunas grietas inquietantes. ¡Un momento! Puedo sentir que el suelo tiembla y escucho sonidos en la distancia.

Era el sonido característico de las máquinas de guerra más temibles del imperio: las Armaduras Atronadoras. Eran verdaderas fortalezas móviles de artillería, impulsadas por pies antigravidicos. El suave zumbido de sus placas de repulsión llenaba el aire, cuando sus torsos mecánicos se giraron hacia una figura peculiar: una mujer de cabello blanco y piel pálida. Sus armas se prepararon y se centraron en ella mientras un emisor de voz resonó con un tono electrónico, le ordenaba que se rindiera y se arrodillara para ser arrestada por invadir el Imperio Norteamericano.

A pesar de los impactos directos de las poderosas armas de artillería, Uxia, con un gesto del mas profundo desdén, convocó una lluvia de meteoritos sobre una de las armaduras. La fuerza de los impactos no solo deshabilitó los escudos, sino que también causó daños severos, dejando la máquina fuera de servicio. Pero al intentar lanzar otro hechizo, Uxia sintió una extraña dificultad para manipular el mana. Aun así, se dispuso a atacar con una tormenta de rayos eléctricos, pero en su lugar, un único rayo de plasma emergió de su dedo índice. Sintió cómo el intenso calor amenazaba con consumir su mano mientras el rayo golpeaba la barrera, creando un destello justo cuando otra salva amenazaba con alcanzarla.

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