Jason estaba en un callejón. La luna brillaba en lo alto y una mujer se arrodillaba frente a una caja de cartón; sus cabellos era café chocolate, largos hasta la cintura. Su piel blanca era igual a la de Grecia. Jason la reconoció al instante.
—Mamá —murmuró.
Evangeline metió las manos a la caja y sacó a un bebé de cabello castaño con ojos azul oscuro que brillaban a causa de las lágrimas. Llevaba un pequeño guardapelo dorado en forma de corazón. Jason se llevó la mano a su guardapelo; era el mismo. Evangeline miró a su alrededor y luego volvió a mirar al bebé. Jason negó con la cabeza. No era él, no podía serlo. Evangeline se levantó y meció al niño en sus brazos; tomó el guardapelo y lo abrió. Sonrió y miró al pequeño.
—Hola, Jason —dijo suavemente.
Su mundo se desvanecía. La escena cambió, regresando al bosque blanco en el que había estado varias veces en sus sueños. La luna se veía gigante y la mujer que había visto antes también estaba allí, con sus cabellos plateados y blancos ondeando con el viento mientras miraba al niño que tenía en brazos, cantándole una canción de cuna. La misma tonada que la canción que escuchó de la mujer de las dunas. Esa misma tonada tan familiar... tan calmante...
A su lado había un hombre; Jason lo reconoció, había soñado con él otras veces también: su armadura brillaba como el mismo sol, y abrazaba a la mujer mirando también al pequeño. Jason se acercó lentamente, intentando ver al niño que tenían en brazos.
—¡Siro! —gritó una voz.
Y el sueño se desvaneció.
☀️🌙
Abrió los ojos. Volvía a estar en la explanada del sur. Cuando atravesaron el portal llegaron al segundo lugar en donde menos querían. Grecia dormía con Carmelí, quien la abrazaba como si fuera una sábana gigante, ambas cubiertas con el saco roto de Jason. Él se levantó y observó hacia el norte. No sabían qué había sucedido en la ciudad, lo único que esperaban era que todos estuvieran bien, aunque era lo más improbable. Suspiró y se sentó en el hielo, abrazándose las piernas y pensando en su sueño. Debía de ser solo un sueño; él era hijo de Evangeline Bell y, aunque no le gustara, también de John Gold. "Entonces, ¿por qué siempre te negó como su hijo?", preguntó una voz en su interior. "Cállate", se dijo a sí mismo.
—Mi nombre es Jason Gold Bell. Soy hijo de Evangeline Bell y John Gold; soy hermano de Grecia Gold Bell y mejor amigo de Lee Thompson Parks —murmuró.
—¿Con quién hablas?
Grecia lo observaba confundida. Él sonrió; aún la tenía a ella y estaba a salvo.
—Con nadie. Ven, siéntate.
Grecia se sentó a su lado. La abrazó como solía hacerlo cuando ella estaba triste o tenía miedo. Junto a él, ella se hizo un ovillo. Aún tenía el moretón en el ojo y su ropa estaba hecha jirones. Jason se maldijo a sí mismo. Él había hecho que eso pasara. "Patrick tiene razón", pensó.
—Vamos a regresar a casa, ¿verdad? —le preguntó Grecia.
Jason la miró; quiso contestarle, pero no pudo. Desvió la mirada hacia el sol.
—¿Jason?
—¿Sí?
—¿Vamos a regresar?
—Sí, eso espero.
Grecia lo miró a los ojos.
—Aquí el sol no lastima —le dijo ella.
—Tal vez ni siquiera lastima en nuestro hogar.
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Los Bosques Sagrados: Leyendas de Aurora 1 (La Saga Eterna)
FantasyJason y Lee son los mejores amigos, pero sus destinos no podrán ser más diferentes; después de una tragedia emprenden caminos opuestos, fantásticos y letales, para encontrarse a sí mismos con la esperanza de algún día reconocerse entre ellos. Explor...