CAPÍTULO 14(PARTE I)

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Lilian observó su reflejo en el espejo y emitiendo un sonoro suspiro se acomodó el moño alto que llevaba por enésima vez

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Lilian observó su reflejo en el espejo y emitiendo un sonoro suspiro se acomodó el moño alto que llevaba por enésima vez.
Su aspecto era inmejorable, había vuelto loca a su doncella haciéndole sacar todos los vestidos que habían traído en sus baúles y después de hacer tres pruebas se quedó con el atuendo aguamarina revestido en tul, con un corpiño fruncido que hacía resaltar su modesto busto.
Llevaba los pendientes en forma de gota de agua que su madre le había comprado en Bow Street, y para rematar unos guantes de sede decorados con perlas blancas y encaje.

No hacía falta que se preguntara el motivo de su nerviosismo extremo, pues éste tenía nombre y apellido propio: Eric Rochester. La razón de su decepción, de su tristeza y de la melancolía que la había acompañado desde aquella tarde de verano en la que lo vio por última vez; había regresado a Bristol después de largos meses.

En aquella oportunidad, no hubo una despedida, ni una conversación para concluir aquella historia incipiente. Sino que tras unos días de no verle y de suponer que él seguiría haciendo el reposo pertinente, se levantó y bajó a desayunar.

Fue entonces que estando en compañía de Felicity, quien en ese momento seguía manifestando los malestares matutinos debido a su gravidez, se enteró de que el caballero había partido hacia América.

Comprendió que cuando lo había visitado en su habitación después del atentado contra el barco, él había fingido no saber quién era ella, para evitar tener que hablar sobre ellos y sus sentimientos, y alejarla de su lado una vez más. Para hacerlo más efectivo decidió escapar y poner toda la distancia posible entre ambos, y así evitarla definitivamente.

Se marchó sin mirar atrás, huyó como un cobarde, arrebatándole la posibilidad de decirle todo lo que tenía atragantado entre el corazón y la lengua. Lilian sintió como si le hubiera arrancado una parte vital de su cuerpo, como si la hubiera mutilado y dejado incompleta para que intentará seguir viviendo a medias. Más bien subsistiendo.

Él le había dicho que lo olvidara, y ella avivada por las llamas de su resentimiento lo intentó con todas sus fuerzas.

Al principio, y después de llorar su decepción una noche entera, lo logró. Si acaso pensaba en el caballero, lo hacía para dedicarle sus pensamientos más funestos. Para defenestrarlo mentalmente e imaginarle horribles destinos.

Después llegó el momento de partir hacia su primera temporada social en Londres, y el calvario comenzó tan pronto el entusiasmo de lo novedoso se escurrió como agua entre los dedos.

Cada baile era tortuoso, cada velada un castigo. No era capaz de encontrarle sentido a las palabrerías de los caballeros que se acercaban a pedirle un baile, ni manera de mirarlos y no compararlos con el infame hombre que la había abandonado. Si alguno llegaba a parecerle meramente atractivo, no tardaba en encontrarle un defecto imperdonable.

Pronto se hizo entre la nobleza la fama de ser una debutante abstraída, tímida e inaccesible, y las invitaciones comenzaron a escasear.
Tanto Georgiana como ella, habían fracasado en el intento de hacer un buen matrimonio, a pesar de que ambas habían recibido propuestas, las cuales no habían convencido a su padre por el momento.

Conquistar a un lord*PRÓXIMAMENTE RETIRADO*Where stories live. Discover now