Calamidad 7.

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—Oh, Leo… si… —musitó mientras sentía como ese sujeto besaba su cuello

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—Oh, Leo… si… —musitó mientras sentía como ese sujeto besaba su cuello. Ya habían pasado días desde que Leónidas los halló, días en los cuáles ellos comenzaron a llevarse bien. Tanto así que, a veces, bajaban de la azotea y se metían en una de las oficinas del edificio abandonado ese. El Omega de cabellos rosas estaba sentado en un escritorio mientras ese grandote estaba enfrente de él, besándolo. Mientras Artemisa estuviera lejos consiguiendo comida, ellos dos estaban aquí, pasando el rato. 

El alfa agradecía tener un descanso, desde que llegó aquí, tenía que ayudar a la maldita de Artemisa a buscar suministros, pero hoy había tenido suerte. Tanto Haggis como Artemisa habían decidido ir ellos dos a buscar alimento; mientras que a ellos, los dejaron solos cuidando el edificio y la azotea. Tanto Apolo como Leónidas solamente pusieron un ladrillo para evitar que la puerta se cerrara y bajaron abajo, para disfrutar un poco de lo que no podían hacer allá arriba.

El Omega comenzó a estremecerse ante cada toque y roce de ese sujeto. Leónidas había bajado sus pantalones, dejándolo solamente en ropa interior. El alfa hincado enfrente del Omega comenzó a besar sus suaves y delgados muslos, mientras que Apolo solo sonreía. Si Leónidas era el único alfa sobre la tierra, estaba feliz, bastante feliz de yacer con él. El alfa comenzó a bajar la ropa interior del Omega, para después empujar a Apolo sobre el escritorio y colocarse enmedio de sus piernas.

El Omega jadeaba, no lo podía soportar, con cada toque se enloquecía aún más y más. El alfa se bajó los pantalones y dejó su miembro al descubierto, para después enterrarlo en el orificio del Omega.

Si… —jadeaba mientras sentía ese enorme miembro en su interior —. Más… —rogó, las embestidas no se hicieron esperar, el alfa le daba tremendas estocadas, que parecía que al Omega en cualquier momento tendría un ataque al corazón.

—Joder… —rugió, desde que comenzó todo eso del virus zombie no había tenido un revolcón  como este, que de solo ver la  cara de placer del Omega  hacía que tuviera más ganas de cogerlo. El sonido de la piel chocando y el rechinar del escritorio se escuchaba en toda la habitación. El Omega puso los ojos en blanco, hace tanto tiempo que no había sentido un tacto tan atroz.

—Cógeme, cógeme… como si no hubiera un mañana… —gemía el Omega mientras sentía ese líquido en su interior, se había sentido tan bien, tan delicioso y satisfactorio (como le gustaba).

—Nikola… por favor… —rogó Thomas al estar acostado a lo que parecía ser una cama vieja y de madera; mientras veía la bolsa con un líquido color carmesí arriba de él. Tenía un catéter en el brazo succionando su propia sangre. El Omega se sentía bastante débil, desde que fue capturado, Nikola le estaba extrayendo sangre, porque según él; "Estaba haciendo un antídoto" —. De verdad, me siento bastante débil… —pronunció con un tono de Voz apenas audible.

El sujeto de prueba uno, no lo había resistido, se había desatado de las cuerdas y había escapado la noche anterior. Solamente quedaba él; siendo exprimido ante la última gota. Nikola Por su parte, seguía trabajando en su antídoto, por ahora, la sangre del sujeto de prueba uno y con lo que le había extraído a Thomas, ya tenía suficiente para comenzar a experimentar.

Tribute to OTP: Dulce Y Amargo [SNV].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora