Jungkook
Las cuatro horas seguidas que recibo de clases, están a solo unos minutos de finalizar, escucho a la maestra dar su cátedra de manera excelente. La clase de psicología no es mi preferida, pero debo fingir que lo es y sacar buenas notas para no tener discusiones con mi padre.
Algunos de mis compañeros de clases recargan sus rostros sobre sus manos y se acomodan, en el transcurso de la cátedra son los que la maestra escoge para hacer sus preguntas sobre todo lo que ha dicho, y que más de la mitad del salón hemos pasado por alto.
La maestra observa el reloj que lleva en su muñeca izquierda, da unas últimas palabras y luego da por concluida la clase.
De forma rápida todos guardan sus laptops, Tablet o cuadernos y libretas de apuntes. Por mi parte, permanezco sentado mirándolos cuando me doy cuenta que el salón está quedando vacío, guardo mi laptop en mi bolsón y luego me pongo de pie.
Mi relación con los maestros no es tan buena que se diga, pero intento reponer mi mal carácter con la entrega de mis tareas, investigaciones o trabajos demás que deba hacer para tener una nota excelente al final de todo.
La maestra ordena algunos folletos en su cartera color café con un enorme sello de Chanel sobre el cuero. Me acerco a ella mientras me coloco mi bolsón sobre mis hombros.
—¿Se le ofrece algo, joven Jeon? —pregunta, alzando un poco su rostro, mientras lucha con sus manos por acomodar los folletos dentro de su cartera lujosa.
—No. Bueno, sí —trastabillo al responder.
—¿Si o no?, decídase joven —retira su mirada de mi persona y la lleva de nuevo a su cartera.
—Sí —me acerco un poco más a ella.
—Dígame entonces en qué puedo ayudarle —suelta un suspiro de alivio y victoria cuando ha logrado acomodar e introducir los folletos a su cartera.
—No es con referencia a su clase, pero es la única buena persona que puede decirme lo que es correcto hacer —hago una pausa al sentir la seria mirada de ella sobre mí de nuevo. —Bueno eso espero —agrego.
—Ok, no sé si pueda ayudarle joven Jeon, pero no perdemos nada —toma sus lentes con sumo cuidado y se los coloca.
—¿Cómo puedo ayudar a un joven ciego a ayudar a un niño ciego? —suelto nervioso.
Ella permanece en silencio por unos segundos, escucho una suave risa y luego un resoplido de su parte.
—Bueno, es curioso y un tanto raro joven Jeon, pero un ciego no puede guiar a otro ciego —suelta con semblante serio.
—Está diciéndome que no puede —digo confuso.
—Joven Jeon, supongamos que ambos somos ciegos —asiento. —Al menos que yo conozca este lugar como la palma de mi mano, podré guiarte a ti que eres otro ciego —alza sus manos y hace comillas con sus dedos, asegurándome que seguimos en una suposición. —Lo contrario, si ni usted ni yo conocemos el lugar en el que nos encontramos no podríamos guiarnos el uno al otro, porque ambos no podemos ver y porque ambos desconocemos el territorio en el que nos encontramos —finaliza su punto.
—Lo entiendo —hablo un tanto pensativo.
—Pero... —habla la maestra obteniendo mi atención de nuevo. —Si hablamos emocionalmente, un ciego si puede ayudar a otro ciego —observo fijamente a la maestra y estoy dispuesto a escuchar sus palabras. —Quien mejor para motivar y sacar de la depresión a un niño ciego, que un joven ciego y con experiencia en ese ámbito —está vez ella sonríe y puedo presenciar como unas arrugas finas se forman a los costados de sus deteriorados ojos color café.
—¿Entonces emocionalmente el joven si puede ayudar al niño? —pregunto para corroborar si he entendido bien.
—Así es joven Jeon —me asegura la maestra.
—¿Y dónde quedó yo? —pregunto.
—Se supone que seré el ayudante del joven ciego —añado.—Bueno, el pequeño tendrá la ayuda psicológica o motivadora —agita sus manos haciendo sonar las pulseras de plata que cuelgan en su muñeca derecha. —Tú serás la ayuda visual, el guía, el instructor y cerraras la ayuda motivadora. No tendrá un trabajo fácil joven Jeon —su celular suena, observa la pantalla, toma su cartera y la coloca sobre su hombro derecho. —Debo dejarlo, mi esposo espera por mí —dice con una sonrisa dulce.
—Claro, claro —me alejo un poco de ella dándole espacio para que abandone el salón.
—Lo veo en mi próxima clase, y quiero que me cuente todo sobre su trabajo joven Jeon —dice con su tono de voz un poco alzada, desapareciendo por la puerta del salón.
Sonrío burlonamente y lo siguiente que hago es abandonar el salón, voy al baño e intento verme un poco presentable para llegar a la fundación, el ser juzgado por el encargado y por la persona que recibe el reporte de mis horas sociales no es grato para mí maldito carácter.
Me dirijo hacia el estacionamiento, camino hacia mí auto y a lo lejos puedo ver a Hoseok, alzo mi mano y la muevo un poco como saludo. Abro la puerta de mi deportivo, me retiro el bolsón y sin importancia lo lanzo al asiento del copiloto, le doy un último vistazo a mi amigo y luego entro a mi auto.
Conduzco hasta el primer MC Donald que diviso en la calle, conduzco hasta el autoservicio y ordeno dos combos grandes y un combo pequeño con cajita feliz. De algo de lo que si estoy seguro es de que no dejaré que ese niño le haga berrinches a Jimin como se los hace a su madre.
Le pago al chico que me ha atendido y luego abandono el lugar, enciendo la radio y cambio las estaciones una tras otra, hasta encontrar una emisora que me agrade, al fondo suena Finding Hope ~ Love.
Trato de relajarme en lo que conduzco hasta la fundación, no dejo de pensar lo que puede llegar a pasar si el niño se descontrola, intento pensar positivamente, apago la radio al percatarme que estoy frente al estacionamiento.
Con cuidado busco un lugar en el cual poder estacionar mi deportivo, mientras giro el volante un poco observo a mi jefe, mueve su cabeza al mirarme y simplemente me limito a observarlo.Me coloco el bolsón y lanzo mi chaqueta al asiento trasero, tomo lo que he comprado y luego salgo del auto con sumo cuidado. Entro a la fundación, el vigilante me ayuda sosteniendo los alimentos, saco la tarjeta de mi cartera y la paso frente al aparato que marca mi hora de llegada.
—Gracias —me dirijo al vigilante, mientras guardo de forma rápida la tarjeta en mi cartera.
—De nada, Jeon —me devuelve los alimentos y luego entro por completo a la fundación.
Le pido a Joy que me cuide los alimentos y luego voy a mi casillero, tengo mucho trabajo que hacer y es justo por lo cual odio los días miércoles.
Empiezo la limpieza como lo hago todos los días, luego ordeno los papeles de mi jefe, atiendo algunas llamadas y luego me dirijo hacia los baños. Me hago cargo de ellos para luego dar por finalizado mi trabajo de aseo en la fundación.
—Jungkook —escucho la voz de Joy.
Dejo los utensilios de limpieza en la bodega, para luego salir y encontrarme con la señora Joy.
—Sí —sacudo mis manos frente a ella.
—Jimin está preguntando por ti —me hace saber.
—¿El niño y su madre han llegado? —pregunto.