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Al terminar la reunión y que todos escucharán las nuevas reglas que los nuevos dueños habían otorgado, el resto de pequeños inversionistas se retiraran.

—Señorita Denna— llamó Ruslana antes de que saliera, tanto ella como sus familiares giraron a ver a la pelirroja —Necesito hablar usted— miró a Juanjo y a sus padres —¿Podrían retirarse?—

Juanjo la miró con seriedad pero no tuvo de otra que seguir a sus padres, Denna se había quedado en la puerta, ni siquiera miraba a Ruslana.

Cuando las puertas se cerraron, la pelirroja dejó su dura actitud y se acercó a Denna, quería explicarse pero lo último que esperaba era que la rubia la recibiera con una fuerte bofetada que la hizo retroceder y cerrar los ojos.

—Eres una mentirosa— sus ojos estaban cristalinos —¿Por eso no querías que vaya a tu casa?— Ruslana sostenía su mejilla, miraba apenada a Denna —Comienzo a pensar porqué me aceptaste la cita cuando al inicio no querías nada conmigo.—

—No, Denna, estás entendiendo todo mal— había súplica en su mirada —Yo no te acepté por la empresa, fueron cosas que solo sucedieron, ni siquiera sabía que eras su hija, lo supe cuando conocí a Juanjo.—

—Le quitaste la empresa a mis padres— pronunció con rabia en voz.

—No— negó —La empresa ya se estaba yendo a la quiebra, ví la oportunidad de tenerlo y...— bajó la mirada —Después de unas semanas te conocí, y las cosas pasaron.—

—¿Por qué fingir ser mecánica y vivir en ese lugar? ¿Acaso era un experimento? ¿Fui tu experimento?—

—No— Ruslana se acercó a ella de inmediato, sujetó sus mejillas e hizo que la mirada, los ojos sollozos de Denna le hacían sentir culpable de alguna manera —No fuiste un experimento— negaba —En realidad me gustas Denna, me gustas demasiado— quitaba un mechón de cabello de su rostro —Fui a vivir allí porque no soportaba la vida que llevaba.—

—¿A qué te refieres?—

—Tú misma lo dijiste esa noche, cuando nos dimos nuestro primer beso, tener dinero no lo era todo. Muchas veces solo se me acercaban por interés, no tenía verdaderos amigos, en nuestros cumpleaños solo éramos mi primo y yo porque mi madre y sus padres estaban muy ocupados, cuando salía a la calle los fotógrafos no me dejaban en paz, apenas tenía quince años y ya era acosada y tenía que defenderme sola, ya no quería salir, aveces solo deseaba ser alguien
"normal"—

—¿Y eso te llevó a vivir allí?—

Ruslana asintió.

—Fue cuando mi primo cumplió los dieciocho, tuvo una idea, el taller de mi padre me pertenecía, me lo había dejado antes de morir pero mi madre me había prohibido acercarme, según ella... Mi padre solo daba verguenza y todo lo que había dejado, incluyendome.—

—¿Tu madre dejó que tomaras esa decisión?—

—Mi madre no dudó en darle mi custodia a mi primo— respondió —Para ella era mejor, él me llevó a vivir allí, consiguió una vieja casa cerca del taller, sus padres ya no mandaban en su decisión pero en parte lo apoyaban económicamente. Ambos abrimos el taller juntos y comenzamos a aprender, lo poco que sabíamos era gracias a mi padre y decidimos trabajar allí en su memoria.—

—¿Cómo es que volviste?— preguntó seriamente, le costaba creerle —Porque por lo que veo... Sigues teniendo mucho dinero.—

—Mi madre... Falleció hace ocho meses— respondió entristecida —Me pidió disculpas y me dejó todo lo que tenía, y como era apenas una adolescente cuando me había ido y entraba vestida muy diferente a lo que acostumbraba, los paparazzi no me reconocieron. Decidí siguiendo mi vida en aquel barrio pero también me encargaría de los negocios de mi madre... Denna— volvía a tomar sus mejillas —No quería mentirte, no le quité la empresa a tus padres y no te utilicé para llegar hasta aquí, lo que siento por tí es real, por favor creeme.—

          

Ruslana esperaba respuesta, su mirada se desilusionó cuando Denna tomó sus manos y las quitó lentamente, la rubia negaba con la mirada baja.

—Lo siento— la miró a los ojos, un par de lágrimas caían por sus mejillas —No te creo— retrocedió —Tengo que irme— se dirigió a la puerta.

—Denna— volvió a llamar, la chica se detuvo pero no giró a verla —¿Esto es todo?— preguntó entristecida —¿Aquí acaba?—

—Aquí terminamos...— respondió con los ojos humedecidos.

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Juanjo tomaba sus cosas y las colocaba en una caja, lo habían transferido a una planta más baja, se encontraba pensativo cuando alguien abrió la puerta.

—Hello— ingresaba Martin con alegría —¿Eh?
¿Cómo te quedó el ojo?— sonrió.

—¿Qué desea?— oprimió su enojo.

—Vaya, ahora sí me tratas con respeto— se acercó al escritorio y con total libertad, se sentó en el y se acomodó de un manera relajada —Cambia la cara— sonrió al ver la cara seria de Juanjo —Esto solo te da una lección, no juzgues a otros, quien sabe, podría terminar siendo tu jefe.—

—¿Solo viene a burlarse?—

—Nha— hizo un gesto con su mano —Solo quiero que nos conozcamos, ¿Qué dices?— sonrió.

—Primero muerto.—

—Ah— lo dejó sin palabras —Bueno, está bien— alzó los hombros y se levantó, se dirigía a la salida —Igual nos veremos las caras, adiós— volvió a sonreír y salió del despacho.

Juanjo observó sus cosas en esa caja y sus ojos se humedecieron, se suponía que este era el futuro puesto de su hermana, no de un idiota como su nuevo jefe, esto le pertenecía a la familia Ruiz no a ellos.

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Llegada la noche, Violeta y Chiara buscaban la forma de poder dormir, los perros y gatos se habían adueñado de la cama y cuando ellas se iban a la otra habitación, los animales las seguían y hacían lo mismo, querían dormir junto a ellas.

—Te dije que era mala idea— reprochó Violeta.

—¿Y yo como voy a saber que se suben a la cama?— respondió a la defensiva.

—¿No has tenido mascotas?—

—No— se cruzó de brazos y desvió la cara —No me lo permitían.—

—Con razón.—

—En lugar de regañarme busca alguna solución.—

—Pues encierraloss en el otro cuarto y listo— regresaba a la otra cama con la almohada en mano, apenas se recostó cuando los perros saltaron encima junto con los gatos, menos el cachorro y el gato gordo, ellos solo lo intentaban —Son igual de molestos que su dueña.—

—Si tanto te quejas, durmamos en el suelo y ya—

Chiara ya había hecho su cama en el suelo y se recostaba.

—No voy a dormir en el suelo— se levantó de la cama y bajaba a uno por uno, pero volvían a subir.

—Ay, que mimada, no todo es lujos, Violeta— comentó desde el suelo, la pelirroja giró a verla con los ojos entrecerrados —¿Qué?—

—No voy a dormir en el suelo y punto— seguía bajando a cada animal —¡Quitense mi cama!— hizo berrinche y giró a pedir ayuda a Chiara, pero ella solo palmeó su lado —Está bien— respondió ya derrotada.

Lovesick GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora