Caminando Hacia Un Sueño Futuro

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Las luces y las estrellas brillaban como un atardecer de verano, de noche refrescaba más el clima y todos caminaban hacia un destino, mientras él, pensativo viajaba a pie hacia otra latitud, esperando un tren, esperando una esperanza.

El viento le acompañaba y un ideal sobre la libertad, el amor y la paz, el amor, y la paz...

Había llegado a una playa de otros colores, y en su interior, un oleaje de sueños que palpitaban como un corazón al amanecer esperando un nuevo recorrido. Y tras el sol, ya no existían suspiros, solo una sonrisa de seguridad, una nueva señal de un inicio hacia una acera de ondas energéticas que explicaban la existencia de sus ideas, unas ideas que nunca le faltaban, unas ideas que le acompañaban cuando se refugiaba a la sombra en su recorrido sin final.

Luces de un nuevo amanecer, la noche quedó atrás. Un restaurante de espaguetis le estaba hablando, así que consumió su almuerzo en él. A la distancia, un horizonte amarillo le contaba secretos, y él caminaba sin detenerse para alcanzar esa tienda de golosinas y fideos ramen que le susurraban, rodeados de edificaciones brutalistas y un cielo azulado que traspasaba todo el mapa que él estaba recorriendo, saludando a individuos que seguían adelante, pero él sabía que alguna vez, más allá de esos pasillos, había un bombillo diferente, que alumbraba como una tarde de pizza, como una tarde de agua fría, como una tarde ventilada en una acera burbujeante, donde las risas eran la magia de un atardecer de colores y los pensamientos, un suave colchón de agua.

Un día, llegó a una estación de trenes antiguos en Europa Oriental, y allí, esperó en el andén el próximo tren cuyo destino desconocía, pero que estaba emocionado por embarcar... En su interior, familias, posibles amistades, personas de su joven edad y otras más avanzadas, pero todos risueños, todos relajados, otros callados y otros conversadores.

Allí conoció a Matilda, con quien bebió un té frío en una de las ventanas viendo el paisaje de la Europa ex-soviética que recorría aquel tren, sonriendo el uno y el otro al toparse sus miradas mientras contaban chistes, ocurrencias, cuentos de sus vidas. Al pasar 5 horas, ya iban agarrados de la mano y, al caer la noche, ambos fueron a cenar en el vagón comedor que ofrecía un estofado de salchichas espaciadas. Ambos acompañaron esto con una limonada y luego de la cena, fueron al cubículo de él, donde ya profundizada la noche, ambos durmieron abrazados.

Al otro día, ya llegados a su destino, él le preguntó a donde iba. Ella respondió con honestidad que no tenía rumbo, y él, risueño le dijo, que entonces iba con ella.

Dos jóvenes recién conocidos, relajadamente enamorados en circunstancias inusuales, ambos con botas y chaquetas, vaqueros ajustados y guantes remachados, ahora pareja de viaje, con la intensión de no hacer otra cosa más que divertirse recorriendo la Europa Oriental con un plus de un reproductor de MP3 copado de post punk local, en dirección a un horizonte desconocido, pero lleno de vivencias y sonrisas, donde comparten una bolsa de papas y una gaseosa de manzana verde en una acera junto a la tienda de conveniencia donde compraron su snack de medianoche, rodeados de edificaciones brutalistas que contaban historias mientras el viento movía el cabello de ambos al tiempo que sus dedos se entrelazaban entre risas y sueños, entre besos y un mañana, entre las luces de una metrópolis fría donde caminar y seguir caminando, era el presente y el futuro de ambos entre noches tranquilas, atardeceres divertidos, sueños, ideales libertarios y frescas mañanas.

Caminando Hacia Un Sueño FuturoWhere stories live. Discover now