Capítulo 47

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Los vecinos saludaban alegremente a las jóvenes parejas, la vida parecía sonreírles.

Había pasado dos semanas del matrimonio del joven Opas y Carol. Algo que obviamente todos querían olvidar. Fue tan triste como apresurada. Tanto el joven Opas como la jovencita Carol querían que eso terminara pronto.

Obviamente los Opas ayudaron en todo, los padres de Carol estuvieron felices de ver que su hija se casaba con "un hombre" y que, de esa manera, se alejaría de Susan ¡Qué ingenuos eran!

La vida en la fábrica continuaba, cada vez más inversores se acercaban a hacer tratos con el Sr. Chiva-aree, todo se veía muy prometedor.

Los pequeños hijos de las trabajadoras eran cuidados y educados, todos recibían salud y eso hizo que la fábrica fuera más productiva. No todos miraban con buenos ojos ese trato ¿y si se sublevaban y pedían más beneficio? ¡Por Dios, eran simples peones!

Pero nada de eso le importaba al joven soñador. Él cada día se esmeraba en darles las mejores condiciones a esos pequeños y a esas madres que se deslomaban por darles una mejor vida y ayudaban a sus esposos a llevar el pan a la mesa.

No faltó el comentario inquisidor en el pueblo, pero siempre había alguien ahí para defender al joven, era querido por muchos.

Su buen corazón no sólo había cautivaba a su esposo, sino que también a los pueblerinos.

Aquella tarde algo pareció cambiar.

Mientras el Sr. Chiva-aree estaba en una reunión importante, el joven Opas revisaba las instalaciones, esperaba que la reunión terminara para revisar la documentación, en el camino se encontró con un pequeño.

Su madre, una mujer "divorciada" y que yacía despojada de la escasa "dote" que hubiere recibido al momento de separarse de su marido, un gran rufián. Ella, trabajaba de sol a sol en esa fábrica y llevaba a su pequeño hijo con ella. Éste también le colaboraba y pocas veces estudiaba, algo que llamó la atención del joven Opas.

Esos pequeños barcitos le rodearon las piernas, su carita sucia de tanto sudar al trabajar partieron el corazón de tan noble joven.

- ¡Oh! Pequeño ¿Qué hace corriendo solo por este lugar? Y ¿vuestra madre?

- Disculpe Señor – hizo una reverencia- ella está por allá- apuntó con su pequeño dedito.

- ¿Y por qué corre?

- Porque madre quiere enviarme otra vez a la escuela y yo no quiero. Quiero ayudarla a trabajar.

La cara del joven cambió y lo miró atentamente.

- ¿Por qué no quiere estudiar, pero sí trabajar?

- Porque madre está cansada, le veo sus ojitos y parece enferma, yo soy grande ya y puedo trabajar, así ella no se cansa- respondió el pequeño mientras se miraba sus manitos sucias.

- ¿Su madre sabe que ha escapado?

- Ella venía tras de mí... pero yo corrí más rápido.

- Creo que ya es hora de que regrese, vaya a estudiar primero, eso hará feliz a su madre, no la haga pasar disgustos, ella sabe que es lo mejor para un jovencito como usted.

- Pero... ella necesita dinero...

- Que le parece si lo acompaño a verla y luego vamos juntos a la escuela.

Juntos caminaron de la mano hasta donde estaba la joven madre, cansada y enferma, trabajando

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Juntos caminaron de la mano hasta donde estaba la joven madre, cansada y enferma, trabajando.

Su evidente delgadez hacía suponer su estado. Desnutrida, demacrada y agotada. Ese fue el rostro que el joven vio y sintió pena ¿Cómo llegó a eso? ¿Qué acaso no come? Se supone que tienen comida dos veces al día y descansos, los que parece que ella no toma.

Se acercaron y la madre al ver al niño de la mano del joven sintió pánico. Se agachó hasta casi arrodillarse al reconocerlo. El joven rápidamente la tomó de los brazos.

- No, por favor, no haga eso.

- Pero Señor, mi hijo debe haberle molestado y yo... estoy avergonzada -dijo mirando al suelo.

- No, al contrario, él es un jovencito muy educado y simpático, se parece mucho a usted, debe estar orgullosa de él – le respondió mirando al pequeño a su lado.

- Él es todo para mi Señor. Me disculpo si ha hecho algo- lo tomó de la mano y lo acercó hasta su lado.

El niño la miraba avergonzado.

- Él me dice que no quiere estudiar ¿Podría decirme por qué?

- ¡Oh Señor! No quiero importunarlo con mis menesteres. Por favor no nos tome en cuenta y siga con su trabajo, lamentamos haberle causado algún problema.

- Al contrario, este jovencito me ha entretenido mucho. Me preocupa que no estudie ¿necesitan algo?

- ¿Necesitar? No, Señor.

- ¿Puedo preguntar por el padre?

- Yo... lo siento, somos solo mi hijo y yo... él, nos dejó.

- Ya veo – dijo mirando al triste pequeño.

- Y yo ahora soy el hombre de la casa – soltó el niño orgulloso. El joven Opas sonrió.

- Que te parece pequeño si me acompañas un rato a la escuela y dejas que tu madre ya no se preocupe por usted. Luego vuelves a acompañarla a casa ¿Te parece?

- Pero...- soltó el pequeño.

- Ve con él hijo, más tarde nos vemos.

- Pero madre, debo ayudarla a trabajar... si no, no podrá comprar las medicinas que necesita.

La madre se quedó mirándolo ¿cómo supo de su condición?

- ¿Necesita algo? Puedo ayudarla.

- No Señor por favor, ya lo hemos molestado demasiado.

En ese momento la madre se desmaya. Y el joven la sostiene mientras pide ayuda. El pequeño a su lado la abraza fuertemente.

En la enfermería la atendieron, el joven se llevó al pequeño a estudiar y volvió a la oficina, más tarde volvería a verlos.

¿Qué será que tiene la madre? ¿Qué pasó con el padre?


~Miss Winita 🐰
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Hola a todxs!!! ¿Cómo va el ánimo?
Yo sigo shockeada, qué les digo, no supero esto 🤧

Para calmar mi corazón escribiré hasta terminar pronto esta historia.

(Espero que todo vuelva a ser como antes 😭)

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Los adoro!!!!!!!

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⏰ Last updated: Apr 23 ⏰

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