CAPÍTULO I

26 1 0
                                    

Es otro viernes en la noche, Simón está nuevamente en su bar favorito junto a algunos de sus amigos: Luis, Sofía, Iker y Lucía, quienes bebían a su lado. La noche transcurrió con normalidad, entre risas y buenos momentos hasta que vieron entrar a Leon.

Este se acercó a ellos y se sentó al lado de Simón, quien se notaba incómodo por esto. Leon hacía insinuaciones sutiles hacia Simón, quien solo la ignoraba. Poco a poco sus amigos se fueron hasta que quedaron solo Leon y Simón

—¿Qué es lo que quieres de mí, Leon?— Preguntó Simón sin siquiera mirarla, mirando fijamente al vaso de Whisky que descansaba en sus manos.

—Tú sabes exactamente lo que quiero, cariño— Respondió con el tono sugerente que le había hablado desde que llegó. Acercó su cuerpo al de Simón antes de susurrarle —Y apuesto a que tú también lo quieres...

—¿En serio crees que voy a caer en tu trampa? ¿Crees que solo porque digas, "Ven, vamos a follar" te seguiré como tu perrito faldero?— Preguntó con molestia, alzándole la voz a Leon. Entrecerró los ojos acusatoriamente hacia él, quien solo lo miraba fingiendo inocencia.

—No seas un amargado Simón, ¿Qué pasa contigo hoy?— Murmuró el chico con fastidio, suspirando y recargándose en la barra.

—Tú lo sabes perfectamente— Respondió entre dientes, apretando el vaso de vidrio entre sus manos con tanta fuerza que sentía que podría quebrarse en cualquier momento, pero no le importaba, no cuando Leon quería sacarlo de sus casillas como siempre lo hacía.

—¿Sigues con eso? Simón, te lo dije desde que empezamos esto. Solo amigos con derechos, no sentimientos, nada serio, ¡nada de eso! Solo dos amigos que quieren divertirse, ¿es eso algo malo?

—Lo es cuando uno de los dos está enamorado— Respondió Simón con amargura en su voz, llevó el vaso a sus labios, tragando rápidamente el líquido amargo que le quemaba deliciosamente la garganta.

—Agh, cuando hablas de eso me agotas... Mejor déjame probar tu silueta, puedes hablar entre mis piernas— Dijo acercándose seductoramente a él, poniendo un dedo bajo su mentón alzando su cabeza —¿Qué dices, cariño?

Simón lo pensó por un tiempo hasta finalmente suspirar —Eres una mierda, lo sabes, ¿no es así? De acuerdo, vayamos a tu casa— Se levanta de su asiento en la barra del bar y le extiende una mano para que la tome, él lo hace y se levanta también.

Al final, Leon convence a Simón a que pague la cuenta de ambos antes de que se vayan, algo que la pobre cartera de Simón odió con todo su ser de cuero. Luego de esto, llegan a la casa de Leon donde sin perder tiempo empiezan a desnudarse para luego fornicar por gran parte de la noche.

A la mañana siguiente, Leon se despertó primero y empezó a vestirse con rapidez, luego de mucho tiempo, Simón despertó, frotando sus cansados y ojerosos ojos para acostumbrarse a la luz que se colaba por las suaves cortinas de tela en la habitación.

—Hasta que te levantas, bello durmiente— Se burló Leon del tardío despertar de Simón, el cual bufó de molestia y cansancio, tirándole una almohada a Leon para que lo dejara en paz.

Se acomodó en la cama nuevamente, cubriendo completamente su cuerpo con la sábana de seda en el lugar —Deja de joderme, déjame dormir, idiota— Murmuró adormilado, enterrando su cara en la suave tela de la almohada cerca de él.

—Que amargado eres, carajo. Levántate ya, mejor. Mi novia no debe tardar en llegar— Respondió antes de acercarse a Leon e intentar sacarlo de la cama, a lo que él no se resistió por su cansado ser en ese momento.

—Realmente eres una zorra, dijiste que terminarías con él— Se quejó —Dije que no seguiríamos con esto hasta que lo terminaras, a menos que seas una puta barata que anda en busca de cualquier tipo con una buena verga.

Estrellas en mis cicatrices...-SionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora