Cuatro

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Durante el transcurso de la clase, me di cuenta de que Regina no solo era guapa, sino que también era extremadamente inteligente, parecía que no había tema que no supiera, y se notaba lo sofisticada que era cuando caminaba de un lado a otro impartiendo la clase.

"Miss Swan, ¿me está escuchando?"

Y claro, yo era el blanco de sus preguntas.

"Cuénteme, ¿a qué nos referimos con documentos dubitados?"

Me incorporé en mi asiento antes de contestar, sin darle oportunidad a mis mejillas de sonrojarse. "Aquellos de los que tenemos dudas sobre su veracidad."

"¿Conflictos que surgen por estos documentos?"

"Contratos fraudulentos y firmas falsas."

Arqueó la ceja, sin creerse que no era tan estúpida como me había mostrado desde que pisé esta aula.

Dejó de interrogarme y siguió con otro de los alumnos. "Señor Jones, cuénteme de los métodos de investigación en escritos."

Observé alrededor buscando a quién sea que fuese ese fulano Jones, y cuando lo escuché trastabillar di con él. Era muy apuesto, ojos extremadamente azules, cabello negro, cejas tupidas que iban a la perfección con su rostro, lindo pero no era mi tipo.

"Los métodos son..." dio la vuelta en su cuaderno, intentando encontrar en vano los apuntes perdidos. "Estaba el..."

La pelinegra se cruzó de brazos. "Si me prestara atención cuando hablo, en lugar de murmurar con el señor Booth quizás pudiera contestar algo mínimamente decente."

Booth que era el chico a su costado, se deslizó un poco en su asiento intentando pasar desapercibido.

"O si desean pueden venir a dar la clase ustedes."

"No, profesora Mills, disculpe."

Al menos ya no era la única que llevaba parte de la ira de Mills a cuestas, por lo menos ahora estaba compartida con otros dos inocentes.

La clase dio por finalizada y creí que lo mejor era hablar con ella, no quería llevar todo un año tensionada pensando que en cualquier momento me suspenderá de la clase y perderé los créditos conseguidos. Guardé mis libros en la mochila, y la colgué sobre mi hombro izquierdo.

Todos los demás habían salido del aula, tan de prisa, que parecía que estaban listos para escapar desde hace varios minutos atrás.

"Profesora Mills." Dije cuando terminé de bajar los escalones y estuve frente a su escritorio.

"Miss Swan, cualquier tipo de dudas acerca de la clase puedo responderlas los viernes a las 18:00 por videoconferencia, es el horario de tutorías, fuera de eso nada." Mencionó cuando levantó la mirada de su portafolio y cruzó con la mía.

Que ojos tan oscuros y tan bonitos, era la primera vez que los veía de cerca, y me atraían, muchísimo.

Detente, detente.

"No, no es ninguna duda." Le respondí. "Yo realmente lo lamento, no debí comportarme así en la clase anterior."

Cerró el cierre de su bolso antes de hablar. "Estudie, miss Swan, lo va a necesitar." Me desafió.

"¿Está pensando en reprobarme solo por haber llegado tarde?"

"No he dicho aquello. Sin embargo, le recomiendo que se esfuerce, no creo que sea de aquellas chicas que les gusta centrarse en sus estudios." Respondió. "Y a mi no me va a temblar el pulso en ponerle las calificaciones que se merece. No pudo ni siquiera exponer un ensayo."

Eso si me molestó, en todos los años de carrera tenía siempre los primeros puestos en las diferentes materias, por algo tenía una beca de excelencia académica.

No era culpa mía que ella me pusiera tan nerviosa que podía olvidar incluso mi nombre, una sensación totalmente ajena, yo no era así.

"No conoce nada sobre mi."

"No creo que haya tanto que conocer de una mal educada."

"No soy tal cosa." Fruncí el ceño por sus acusaciones, mi respiración empezó a acelerarse.

"Demuéstrelo." Dicho esto, se puso su bolso al hombro y salió del aula, dejándome con la palabra en la boca.

¿Y la mal educada soy yo?

Lecciones de un amor inesperado (Swanqueen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora