Capitulo 39

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Sam:Hola, chicos, —saludaste, con la voz todavía cansada.

Fede:Qué bueno que ya despertaste, —dijo, sonriendo aliviado.

Sam:Sí, aunque me siento agotada.

Ian:Es normal, sobri. Has pasado por mucho.

Fede:Déjame llamar al doctor para que venga a revisarte.

Sam:Está bien.

Fede salió de la habitación para buscar al doctor. Mientras tanto, Paz y Esteban lo miraron con ansias, deseando saber cómo estabas.

¿Qué sucedió? —preguntó Paz, con una mezcla de esperanza y miedo en sus ojos.

Sam despertó, —dijo Fede, y la alegría iluminó el rostro de Paz.

¿En serio? —dijo Paz, casi sin poder contener las lágrimas.

Sí, pero se siente cansada. Ahora le voy a avisar al doctor.

Minutos después, el doctor llegó para revisarte. Se acercó a tu cama y te dedicó una sonrisa reconfortante.

Hola, Sam. ¿Cómo te sientes?

Hola, doctor, —respondiste suavemente—. Estoy muy cansada, y mi abdomen me duele.

Eso es normal. Te pondré más suero para aliviarte un poco.

Sam:Gracias.

Fede miró a Ian y luego a ti.

¿Quieres que salgamos para que tus papás puedan verte? —preguntó.

Sí, por favor, —dijiste, intentando sonreír.

Fede e Ian salieron y le indicaron a tus padres que podían pasar a verte. Paz y Esteban entraron a la habitación, visiblemente emocionados.

Paz:Hija, qué alivio saber que estás bien, —dijo, con lágrimas en los ojos mientras te abrazaba suavemente.

Esteban:Sí, hija, gracias a Dios no te pasó nada peor.

Doctor:Voy a dejarlos a solas, —dijo el médico, saliendo de la habitación.

Sam:Hola, Leo, —dijiste, saludando a tu hermano pequeño que te miraba con preocupación.

Leo:Hola, Sam...

Esteban:Qué bueno que estás recuperándote, —dijo Esteban, aliviado.

Tu expresión se tornó seria, y tu padre notó el cambio.

Esteban:¿Qué ocurre, hija? ¿Por qué estás molesta conmigo?

Sam:Mañana quiero que vengas tú solo. —Su tono era firme, y Esteban asintió, sorprendido.

Está bien.

Paz te dio un último abrazo, y tus padres se despidieron para dejarte descansar.

Descansa, hija. Nosotros también vamos a descansar un poco, —dijo Paz, antes de salir.

Díganle a Fede y a Ian que pueden entrar, —les pediste suavemente.

Cuando salieron, Esteban informó a Fede y a Ian.

Sam dijo que pueden pasar.

Fede/Ian:Gracias.

Ambos entraron y se acercaron a ti, con una mezcla de alivio y preocupación en sus rostros.

Ian:¿Cómo te sientes, sobri?

Sam:No les digan a los chicos que estoy aquí.

Fede:¿Por qué?

Sam:No quiero que se preocupen y se distraigan de sus estudios o sus responsabilidades. No quiero que vengan aquí todos los días.

Ian:Pero tarde o temprano se enterarán.

Sam:Lo sé, Iani, pero prefiero que no estén aquí todos los días, ¿de acuerdo?

Fede:Está bien.

Sam:Y ya váyanse a descansar, ustedes también se ven agotados.

Ian:Está bien, sobri.

A la mañana siguiente

Estabas haciendo algunos ejercicios suaves en la cama, intentando recobrar algo de fuerza, cuando escuchaste que alguien entraba. Levantaste la vista y viste a tu papá.

Esteban:Hola, hija.

Sam:Pensé que no vendrías, —dijiste, con una mezcla de enojo y decepción.

Esteban:¿Podrían dejarnos a solas, por favor? —le pidió a la enfermera.

La enfermera asintió y salió de la habitación, dejándolos a ambos en un silencio incómodo.

Sam:Por tu culpa estoy aquí.

Esteban:¿A qué te refieres?

Sam:No te hagas, papá. Le debías dinero a Mauricio, y por tu culpa estoy aquí.

Los ojos de Esteban se abrieron de par en par.

Esteban:¿Fue Mauricio?

Sam:¿Por qué tenías que meterte en esos asuntos?

Esteban:Hija, necesitaba ese dinero.

Sam:¿Para qué?

Esteban:Para pagar una deuda.

Sam:¿Y a qué costo, papá? —dijiste, acercándote a él con ojos llenos de dolor—. Mira en dónde acabé por tu culpa. No sé cómo mamá se fijó en alguien como tú.

El rostro de Esteban se contrajo, y bajó la mirada, abatido.

Esteban:Perdón.

Sam:Perdón... ¿crees que solo con un "perdón" se soluciona todo?

Esteban:Tienes razón... pero, por favor, cálmate.

Sam:No quiero escuchar tus excusas. Todo esto... —sentiste un mareo repentino y retrocediste, llevándote una mano al abdomen.

Esteban:Ven, siéntate, por favor, —dijo, acercándose para ayudarte.

Sam:No. Vete. Solo quiero que te vayas.

Esteban te miró por un momento, dándose cuenta del daño que sus acciones habían causado. Asintió en silencio y salió de la habitación, pidiéndole a la enfermera que estuviera pendiente de ti.

Un mes después

Has estado en recuperación, trabajando en tus ejercicios de fisioterapia y rodeada del apoyo de tus amigos y familiares. Sabes que aún tienes muchas emociones que sanar, pero has decidido dar cada paso con calma y fuerza.

luchare por nuestro amor  sam & lukas Where stories live. Discover now