Sam: —Hola, chicos, —saludaste, con la voz todavía cansada.
Fede: —Qué bueno que ya despertaste, —dijo, sonriendo aliviado.
Sam: —Sí, aunque me siento agotada.
Ian: —Es normal, sobri. Has pasado por mucho.
Fede: —Déjame llamar al doctor para que venga a revisarte.
Sam: —Está bien.
Fede salió de la habitación para buscar al doctor. Mientras tanto, Paz y Esteban lo miraron con ansias, deseando saber cómo estabas.
—¿Qué sucedió? —preguntó Paz, con una mezcla de esperanza y miedo en sus ojos.
—Sam despertó, —dijo Fede, y la alegría iluminó el rostro de Paz.
—¿En serio? —dijo Paz, casi sin poder contener las lágrimas.
—Sí, pero se siente cansada. Ahora le voy a avisar al doctor.
Minutos después, el doctor llegó para revisarte. Se acercó a tu cama y te dedicó una sonrisa reconfortante.
—Hola, Sam. ¿Cómo te sientes?
—Hola, doctor, —respondiste suavemente—. Estoy muy cansada, y mi abdomen me duele.
—Eso es normal. Te pondré más suero para aliviarte un poco.
Sam: —Gracias.
Fede miró a Ian y luego a ti.
—¿Quieres que salgamos para que tus papás puedan verte? —preguntó.
—Sí, por favor, —dijiste, intentando sonreír.
Fede e Ian salieron y le indicaron a tus padres que podían pasar a verte. Paz y Esteban entraron a la habitación, visiblemente emocionados.
Paz: —Hija, qué alivio saber que estás bien, —dijo, con lágrimas en los ojos mientras te abrazaba suavemente.
Esteban: —Sí, hija, gracias a Dios no te pasó nada peor.
Doctor: —Voy a dejarlos a solas, —dijo el médico, saliendo de la habitación.
Sam: —Hola, Leo, —dijiste, saludando a tu hermano pequeño que te miraba con preocupación.
Leo: —Hola, Sam...
Esteban: —Qué bueno que estás recuperándote, —dijo Esteban, aliviado.
Tu expresión se tornó seria, y tu padre notó el cambio.
Esteban: —¿Qué ocurre, hija? ¿Por qué estás molesta conmigo?
Sam: —Mañana quiero que vengas tú solo. —Su tono era firme, y Esteban asintió, sorprendido.
—Está bien.
Paz te dio un último abrazo, y tus padres se despidieron para dejarte descansar.
—Descansa, hija. Nosotros también vamos a descansar un poco, —dijo Paz, antes de salir.
—Díganle a Fede y a Ian que pueden entrar, —les pediste suavemente.
Cuando salieron, Esteban informó a Fede y a Ian.
—Sam dijo que pueden pasar.
Fede/Ian: —Gracias.
Ambos entraron y se acercaron a ti, con una mezcla de alivio y preocupación en sus rostros.
Ian: —¿Cómo te sientes, sobri?
Sam: —No les digan a los chicos que estoy aquí.
Fede: —¿Por qué?
Sam: —No quiero que se preocupen y se distraigan de sus estudios o sus responsabilidades. No quiero que vengan aquí todos los días.
Ian: —Pero tarde o temprano se enterarán.
Sam: —Lo sé, Iani, pero prefiero que no estén aquí todos los días, ¿de acuerdo?
Fede: —Está bien.
Sam: —Y ya váyanse a descansar, ustedes también se ven agotados.
Ian: —Está bien, sobri.
A la mañana siguiente
Estabas haciendo algunos ejercicios suaves en la cama, intentando recobrar algo de fuerza, cuando escuchaste que alguien entraba. Levantaste la vista y viste a tu papá.
Esteban: —Hola, hija.
Sam: —Pensé que no vendrías, —dijiste, con una mezcla de enojo y decepción.
Esteban: —¿Podrían dejarnos a solas, por favor? —le pidió a la enfermera.
La enfermera asintió y salió de la habitación, dejándolos a ambos en un silencio incómodo.
Sam: —Por tu culpa estoy aquí.
Esteban: —¿A qué te refieres?
Sam: —No te hagas, papá. Le debías dinero a Mauricio, y por tu culpa estoy aquí.
Los ojos de Esteban se abrieron de par en par.
Esteban: —¿Fue Mauricio?
Sam: —¿Por qué tenías que meterte en esos asuntos?
Esteban: —Hija, necesitaba ese dinero.
Sam: —¿Para qué?
Esteban: —Para pagar una deuda.
Sam: —¿Y a qué costo, papá? —dijiste, acercándote a él con ojos llenos de dolor—. Mira en dónde acabé por tu culpa. No sé cómo mamá se fijó en alguien como tú.
El rostro de Esteban se contrajo, y bajó la mirada, abatido.
Esteban: —Perdón.
Sam: —Perdón... ¿crees que solo con un "perdón" se soluciona todo?
Esteban: —Tienes razón... pero, por favor, cálmate.
Sam: —No quiero escuchar tus excusas. Todo esto... —sentiste un mareo repentino y retrocediste, llevándote una mano al abdomen.
Esteban: —Ven, siéntate, por favor, —dijo, acercándose para ayudarte.
Sam: —No. Vete. Solo quiero que te vayas.
Esteban te miró por un momento, dándose cuenta del daño que sus acciones habían causado. Asintió en silencio y salió de la habitación, pidiéndole a la enfermera que estuviera pendiente de ti.
Un mes después
Has estado en recuperación, trabajando en tus ejercicios de fisioterapia y rodeada del apoyo de tus amigos y familiares. Sabes que aún tienes muchas emociones que sanar, pero has decidido dar cada paso con calma y fuerza.

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luchare por nuestro amor sam & lukas
Fanfictionlee te va a gustar la verdad no se por que se llama luchare por nuestro amor Iniciada:04/23/24 Terminada:07/22/24 Es mi primera historia y aveces no puede tener sentido