Resiliente | Levi Ackerman

Capítulo 6: Laguna de memoria

—¿Cuanto habéis escuchado? —preguntó Rue con dureza.

—Bastante —contestó Levi en un tono desafiante—, empezando por esta —señaló a su hermana con la barbilla—. Con que huérfana y okupa, ¿eh? Eres una hipócrita.

—Serás hijo de...

—Tranquila, Rue —Frieda la detuvo por el abdomen cuando hizo amago de acercarse a Levi y esbozó una sonrisa serena—. Siento la intrusión, solo he venido a visitar a mi hermana.

Levi se fijó en la vestimenta aristocrática de Frieda ahora que la tenía justo delante. Era la primera vez en su vida que conocía a una persona de clase alta.

No, Frieda no era solo de clase alta. La calidad de su ropa y las joyas que llevaba debían ser del estatus de la propia monarquía. No parecía haber mentido cuando dijo que eran la auténtica Familia Real.

—Eres una impostora de mierda —murmuró moviendo los ojos hacia Rue—. ¿Yendo de pobre diablo que lo ha pasado muy mal cuando en realidad perteneces a la realeza? ¿Qué cojones hace una niña con cuchara de plata en el Cuerpo de Exploración?

Levi sacudió la cabeza, abrumado por todas las preguntas que se atropellaban entre sí dentro de su cabeza.

—No, ni siquiera es eso. ¿Cómo que tenéis aquí dentro un titán que nos protege de Marley?

Frieda le miró con un destello de interés. Lejos de verse preocupada, parecía hasta divertida.

—¿Quién es este? —le preguntó a su hermana.

—Rivaille Ack...

—La monarquía se lleva muy bien con la Policía Militar, esa que dices que tantas veces le ha querido quitar las patentes a tu novio —Levi se guardó el revólver en el cinto—. ¿Qué me impediría a mí ahora decirle a Erwin que eres una espía?

—Un tiro en la garganta, por ejemplo —Rue desfundó una Luger y le apuntó con ella—. No soy ninguna espía ni nada que se le parezca, así que no me hagas matarte a lo tonto.

—Es gracioso que digas eso teniendo todas las respuestas a las preguntas que se hace el majara de tu novio.

—Por favor, tranquilizaos —Frieda se interpuso suavemente entre ellos y se colocó de espaldas a su hermana.

Levi se quedó mirando sus ojos violetas, que despedían un brillo antinatural muy particular que resaltaba entre la oscuridad de la noche.

—No es necesario que amenaces a Ruella. Ni siquiera merece la pena recordar nada de lo que habéis escuchado esta noche.

—¿Vas a sobornarnos o algo así? —Furlan, que se había puesto de cuclillas por si conseguía vomitar una tercera vez, levantó la cabeza con curiosidad.

—No —Frieda se giró hacia Rue, tomó su rostro con cariño y juntó su frente con la de ella a modo de despedida, como siempre hacía—. Como ya te he dicho, nada de esto es una carga que te corresponda. Debo marcharme. Cuídate mucho, hermanita.

—Igualmente, Frieda —Rue clavó sus ojos azules en ella—. Gracias por confiar en mí.

—Vendré a verte mucho más seguido de ahora en adelante —prometió—. Debemos aprovechar el tiempo que nos queda juntas.

Rue esbozó una sonrisa que Levi no pudo evitar observar con detenimiento. Era la primera vez que la veía sonreír de verdad.

Cuando Frieda se separó de Rue pasó entre los dos chicos sin mirar atrás, sin darles la mayor importancia.

Levi se giró hacia ella y la llamó por su nombre varias veces, pero no respondió. Entonces chasqueó la lengua y se volvió de nuevo hacia Rue, pero antes de agarrarla del cuello de la chaqueta ella colapsó y estuvo a punto de caer de bruces al suelo.