49. 𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙖

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—Ve al grano, Lee. No nos hagas perder el tiempo.

El chico cruzó las piernas en el asiento con seguridad mientras se metía aquel caramelo a la boca, a su lado, Jeongin parecía muy sorprendido de sus palabras, pero no más que el mayor de todos, quién le dedicó una mirada acusatoria al de cabellos morados.

—¿Qué mierda le hiciste? —Lo miró de pies a cabeza, Lee Felix traía un atuendo extravagante para su guardarropa usual. Luego de darles un espacio para descansar y cambiarse, el chico estaba vestido con pantalones negros de rodillas rotas, una camisa negra con estampado y varias cadenas como accesorios, y mientras cruzaba las piernas, podía ver que calzaba un modelo de Converse con suela grande.

El Lee Felix que él conocía no solo vestía de forma contraria a esta, sino que los padres conservadores del chico prohibían incluso usar zapatos como aquellos, argumentando lo horribles e inapropiados que eran para los pies y el daño que podían causarles. Sin duda, no podía creer lo que veía, su Lixxie siempre se apegó a las reglas de sus padres, por más molestas o estúpidas que estas fueran.

Jeongin alzó las manos al aire. —Cuando lo encontré, así estaba, lo juro.

—¿Tienes algún problema? —Rugió el menor, ganándose unas risas de su novio, y una mirada sorprendida del mayor. En su mente, Jeongin repetía "¡ese es mi chico!" mientras veía su actuar. —Habla rápido, o mi novio y yo quemamos este lugar. —La paleta en sus manos se balanceó de nuevo hasta volver a su boca, aun sorprendiendo a ambos mayores. Aunque Jeongin solo parecía divertirse, ya tendría luego tiempo de disfrutar esa nueva faceta en él.

El mayor suspiró. —Quiero que pertenezcan a mi Clan.

Por un momento, el silencio sepulcral invadió el ambiente, el único sonido era el ruido fuera de aquella habitación.

Tanto Felix como Jeongin habían tenido un breve descanso en el lugar, acompañados de los demás de aquella pequeña familia, ya que el mayor parecía realmente insistente con la idea de que miraran el panorama completo antes de decidir.

Pero eso no cambiaba nada, ni las duchas calientes ni la ropa limpia, ellos no podrían nunca vivir felices en aquel Clan de psicópatas.

—¿Y qué ganamos a cambio? —El menor extendió el cuerpo hacia el frente, con el gesto decidido y confiado, haciendo suspirar de nuevo al mayor, quien no sabía cómo tratar con aquel chico tan diferente al que había conocido tantos años atrás.

—¿Qué es lo que quieren? —Preguntó finalmente.

—Que nos dejes en paz, eso nos gustaría mucho. —Jeongin abrió la boca, de nuevo sorprendido, y a la vez satisfecho por cada palabra que salía de la boca de su pequeño, ahora tal vez le cambiaría el sobrenombre, "pequeño rebelde" sonaba más adecuado.

—Puedo darles una casa, una de las grandes, como las que vieron antes, incluso un auto, los bienes inmuebles no son problema.

—Eso no va a hacernos cambiar de opinión, Lee. —Esta vez, Jeongin habló por sí mismo, si bien su pequeño rebelde había explicado muy bien su sentir, no demostraba sus razones detrás. Además, tal vez la casa de Felix no era tan lujosa en comparación con aquellas pequeñas mansiones que les habían mostrado, pero era su espacio, y se habían acostumbrado a él.

—Por favor, se los pido. Realmente me gustaría que fueran parte de esto. —El mayor juntó las manos a modo de súplica, en la mente de ambos, esa no era más que su faceta manipuladora. —Si hay alguna forma de que...

En medio de sus palabras, la puerta fue golpeada, y luego, sin esperar respuesta fue abierta. Ambos chicos miraron sigilosamente quién se paseaba a sus espaldas, poniendo los ojos encima de aquella figura alta pelinegra que caminó alrededor de ellos hasta situarse en la silla que estaba justo al lado de Minho.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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