En las escalinatas de un viejo edificio del cabildo municipal hacía fila tras cientos de gentes para cumplir con la abyecta burocracia. Charlaba, entre tanto, con un estudiante de Psicología; pero no con cualquiera sino con un acérrimo conductista radical. Charlábamos de ti, Elisa, aunque él no lo supiera; pues, todas las preguntas, ejemplos y escenarios que le planteaban no eran sino de ti.¡Ea, querida! Que han pasado veinte días, y aún me es imposible digerirte y tragarte. Ese amable hombre te redujo a conductas; incluso tu cognición y tu mente son mentiras; tu pensamiento... solo conducta verbal; tu identidad, solo la ilusión de un homínido con un encéfalo adaptado para las representaciones y el simbolismo. ¡Ea, mi niña! Que operas como una máquina.
Qué tal si hubiéramos nacido en la Nueva España, en Puebla de los Ángeles; de esta manera me referías tus bromas de historiadora especializada en la América española. Pero, ¿qué tal que sí? ¿el entorno pío y católico te hubiese fabricado menos frívola y más afable? Quizá el ambiente tornara tu conducta hermosa, y por tanto tambien tu pensamiento (conducta verbal).
Igual y así serías por dentro tan linda como eres por fuera, con tu brillante cabello negro, tu rostro gracioso y tus fulminantes ojos grandes. Igual estarías casada conmigo, tal vez todo fuese diferente, quizá no estuvieras tan lejos de mí y no me fuera imposible alcanzarte, igual y quisieras que te alcanzara. Me querrías, te querría yo a ti. Tuviéramos un hijo, tuviéramos dos, tuviéramos tres, ¡ja, ja! Hubiera tenido tus delgadas piernas conmigo, tu mano macilenta y hermosa. Daríamos sus honras divinas a Dios cada domingo, y cada Corpus Christi y cada Semana Santa y cada Navidad. Nuestros númenes fueran el cariño y el amor, tanto así sería dicha situación que el conductista quedaría refutado, pues la magnitud del amor entre nosotros sería tal que no pudiera ser una propiedad material, necesariamente tendría que ser del alma.
No obstante, son solo fantasías. El virreinato fue abolido, pues esa administración de la Monarquía católica ganó su emancipación y fabricó una nación de falsía; tú ya no tienes fe, pues, has caído en la trampa del naturalismo. Y ya no me amas, y tus númenes son los vicios de la impiedad, el etanol y la cocaína. Sin embargo, ¿acaso importa? El conductista siempre dijo la verdad. Pues ha muerto el virreinato; tu fe se ha desvanecido, como la niebla ante el sol; ya no me amas en absoluto y tampoco tienes alma ni mente ni libre albeldrío; eres un cascarón vacío, sin alma, solo materia determinada y conducta verbal.
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