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Una semana después.
Lía
Es raro que todo esté saliendo tan bien, que todo esté tan tranquilo obviando las constantes llamadas de mamá diciéndome que papá volvió y quiere verme.
Que hipócritas son, que hipócrita soy.
En esta semana han pasado algunas cosas que hacen que mi respiración se corte, los chicos se han encargado de hacer cada día de esta semana inolvidable, mi pequeño Lobo ya no los odia tanto, creo que le agradan una mínima cosa.
Los chicos me contaron cómo se conocieron y llegaron al acuerdo de compartirme y que ya Killian había conocido a los mellizos hace unos meses, mellizos que se han estado comportando raro últimamente y yo sé la razón.
Joder que la sé.
La culpa que inunda nuestros cuerpos de vez en cuando es una jodida hija de puta, más si no tienes por qué sentirte culpable.
Más si quién mintió y engañó por años no fuiste tú.
Sé que los chicos hace días se traen algo entre manos, sé que no debería preocuparme pero teniendo en cuenta los acontecimientos de los últimos días y los que se vendrán no puedo evitarlo.
No sé qué sería de mí si les pasara algo.
Mateo: ¿Cielo, estás bien?
Salgo de mi ensoñación al escuchar las palabras de mi dulce Mateo, volteo a verlo haciendo que aparte sus manos de mi cabello y las ponga en mi cintura, lo abrazo fuertemente y escondo mi rostro en su cuello no queriendo apartarme de él.
Lía: No me dejen...
Susurro con voz ahogada, aprieta más el agarre en mi cuerpo y acaricia mi espalda mientras besa mi frente.
Mateo: Nunca te dejaría, cielo, no sería capaz de hacerlo. Te amo más que a mi propia vida.
Susurra en mi oído mientras me abraza más fuerte, dejó un tierno beso en su cuello y suavemente le respondo.
Lía: También te amo, Mateo.
{ꕤ ཐིཋྀ}
Muevo una de mis piernas mientras juego con las mangas del buzo que me prestó Fabrizio, estamos todos en una camioneta grande dirigiéndonos a la casa de mis padres, esta mañana recibí una llamada de mi madre delante de los chicos y no pude evitar que ellos se enteraran que mi padre está devuelta en el pueblo luego de pasar una temporada fuera.
Killian: Tranquila, no van a hacerte nada, no más.
No lo harán, estoy nerviosa por la reacción de los chicos cuando pase lo que tenga que pasar.
Llegamos a la casa de mis padres, veo que un camión está fuera de la misma y están llevándose todo lo de la casa, detalló varios policías a los alrededores e inmediatamente miró a los chicos antes de bajarme de la camioneta con ellos detrás de mí.
Damien: Era esto o matarlos.
Sonrió débilmente mientras veo como sacan todo, una increíble satisfacción recorre mi cuerpo al ver cómo decomisan todas sus pertenencias, entramos a la casa viendo que casi todo se encuentra vacío.
Giovanni: Tus padres junto a Ben se encargaban de robar las acciones de sus socios, se encargaron de transferir pequeñas cantidades de dinero de diferentes socios en diferentes fechas poniendo todo el dinero robado en una cuenta en Nueva York y tu madre reclutaba mujeres para supuestamente darles la oportunidad de iniciar en el mundo del modelaje, todo era una farsa que ocultaba sus verdaderas intenciones, prostituirlas— un estremecimiento recorre mi cuerpo de pies a cabeza— venían haciendo esto desde hace años pero cuando tus padres se asociaron con Ben aumentaron más sus desfalques.
Lía: Teniendo en cuenta que sus propiedades, dinero y todo lo que los catalogue como personas de poder es lo más importante para ellos considero que esto es peor que la muerte.
Relamo mis labios al recordar todas las veces que me dejaron de lado por sus negocios, cuando me usaban para sus sucios tratos con socios, cuando me comprometieron con alguien a quien no amaba solo por dinero, cuando dejaron que Patricia me hiciera todo eso, cuando escuché aquella conversación y descubrí que toda mi vida había sido una farsa.
Siento los brazos de Giovanni y Fabrizio envolver mi cuerpo, les devuelvo el abrazo queriendo fundirme en sus pieles y que sus olores me embriaguen, ambos besan mi cabeza, frente, nariz y labios antes de que unos fuertes aplausos se escucharan por todo el lugar.
Lucia: Vaya, vaya, vaya pero si eres una completa zorra— miró al inicio de las escaleras viendo como la mujer que se hacía llamar mi madre baja por ellas con un policía sujetándola— de todas las cosas que creí que harías nunca te creí capaz de esto, Lía. Me decepcionas.
Sus palabras ya no me afectan, ya no me importan.
Lía: No te pedí tu opinión, tampoco me interesa— la miró de arriba abajo— después de todo solo sabes escupir veneno y mentiras.
Veo a Luigi bajar con unas esposas en sus manos, me mira con el odio más puro que haya visto jamás en los ojos de una persona, los mellizos se ponen a mis lados y el rostro de Luigi palidece, Los cuerpos de los chicos se encuentran tensos, alertas y a la defensiva.
Lucía: Das asco— me mira con desprecio, como si fuese inferior a ella— mira que meterte con seis hombres ya es aborrecible pero meterte entre las piernas de tus hermanos es simplemente aberrante.
Sonrió y ladeó mi cabeza.
Lía: Un buen mentiroso vive tanto su mentira que empieza a creérsela— la miro a los ojos— eres la mejor mentirosa que he conocido, madre.
Siento como los mellizos ponen sus manos en mis caderas y cintura queriendo que sepa que ellos están aquí para mi.
Luigi: Lía, aléjate de esos chicos, no puedes y no permitiré que estés con tus hermanos.
Lía: La vida es tan hija de puta que cuando tú te follabas a otras mujeres Lucia lo hacía con tus socios, no te dejó desatendido por su línea de ropa como piensas. Te contaré una pequeña historia, padre— suelto con burla— siempre me ha gustado saber lo que pasa a mi alrededor, ya sea en mi vida o en la de otros, un día estaba aburrida y me puse a investigar algunos trapos sucios de mis padres, grande fue mi sorpresa al descubrir que tenía dos supuestos hermanos, más aún al ver quienes eran...
Lucía: ¡Aún sabiendo que son tus hermanos te revuelcas con ellos!
Levanto mi mano mientras la miro con una mueca en mis labios.
Lía: No me interrumpas, eso no es de damas. Sabía que tenía hermanos, eso creía al menos— siento la mirada de todos sobre mi— serían mis hermanos si yo fuera hija de Luigi Giordano ¿No, madre?
El rostro de Lucía palidece, su respiración se hace irregular y se tambalea un poco al escuchar mis palabras, sonrió en grande por eso mientras siento los agarres en mi cuerpo intensificarse.
Luigi: ¿Qué?
Lo miro con burla.
Lía: ¿No oíste? Fuiste un estúpido cornudo al que le echaron una bendición que no era suya, vamos mamá, dile a tu esposo quien es mi padre.
Lucía: Para...
Lía: Federico Costa, tú mejor amigo— a Luigi empieza a faltarle la respiración, Lucia se altera cuando ve que él mismo quiere soltarse del policía que lo sujeta e ir tras ella— en fin... tengo que ir a clases.
Volteo a donde están mis chicos mirándome con una sonrisa plasmada en sus rostros, miro a los mellizos notando sus rostros perplejos, sonrió inocentemente y dejo un pequeño beso en sus labios antes de salir de ahí con ellos detrás.
No hay peor castigo que herir el orgullo de una persona que se creía perfecta.
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Nuestra Mariposita [+21]
RomanceSiempre fuí una débil e ingenua niña, más aún cuando ocurrió aquello que me marcó, aquel fatídico día que los perdí y con ellos se fue mi lado tierno, aquel hecho que marcó un antes y un después en mi vida convirtiéndome de un feo y débil capullo a...