OCHO (T.2)

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(Advertencia, capítulo explícito, si no te agrada puedes saltarlo hasta el final)

Sus bocas se vuelven a fundir entre lo cálido y la humedad de esos deleitantes y sonoros besos apasionados, Quackity va deslizando lentamente las manos por el cuerpo de Nash aún sin tocar su piel, pero le fascina lo caliente que está su cuerpo y como lo siente por encima de las telas de tan femenina vestimenta, es ahora o nunca, el momento arde para los dos. Sin empezar todavía, este ya se encuentra jadeando y gruñendo pero más por la desesperación de querer estar dentro de ella, trata de llevarlo con calma aunque muera de ganas después de mucho tiempo, con devoción baja sutil el cierre del vestido de Nash enloqueciendo de placer, se le complica un poco despojarla de su vestuario pero al final lo logra, adora lo que ve, se relame los labios con apetito admirando la belleza de tal semidesnudez, ansioso de sentirla cerca, en ropa interior sobre su regazo mientras literal se comen la boca.

—Te deseo —gruñe el pelinegro sobre el cuello de Nash

Con cuidado se levanta con ella para subirla al escritorio y dar inicio a su cometido, primeramente quiere ir leve, algo de cariño y "ablandar las carnes", va bajando por ese pequeño cuerpo a besos, termina cuando su rostro queda a la altura del entrepierna de Nash, una sonrisa helada y diabólica se hace presente en el rostro del hombre.

Se sumerge allí no sin antes deshacerse de aquella prenda interior color palo de rosa. Besa con cuidado provocando un pequeño espasmo en la jovencita que recepta la corriente del placer. Su boca comienza a moverse con tal experiencia y habilidad, besando, lamiendo y mordiendo esa delicada zona, Nash solo quiere gritar al aire, a los cuatro vientos mientras su cuerpo se retuerce sintiendo "por primera vez" lo que ese hombre le provoca.

Pasados unos cortos minutos, Quackity abandona tal lugar tras haberla estimulado, vuelve a esa deliciosa boca para compartir un poco de lo que acaba de probar.

—¿Estás lista para mi? —pregunta con su jodida voz ronca tan varonil y llena de deseo

Nash sin dejar de mirarlo a los ojos asiente convencida.

—Abre las piernas —ordena para colarse entre ellas y en una rápida maniobra tener su virilidad al aire. Lubrica con su propia saliva y entra sin esperar más, gime al sentir sus paredes acoplarse a su longitud.

Empieza con un suave vaivén prolongado, no deja de mirar a Nash, su rostro y sus gestos de preocupación que a la vez son de goce, la manera en la que cierra los ojos con fuerza y como los blanquea, como si su alma saliera de su cuerpo. Intenta gemir fuerte por la pizca de dolor que le causa, no lo recuerda pero es más grande de lo que se pensaba.

—No hagas ruido, preciosa —susurra cerca del rostro de la jóven para acallarla con un largo beso y luego poner su mano sobre esa pequeña boca

Esas contracciones y la fricción en el interior ayudan a incrementar el libido, sin dejar de moverse, el mayor continua estimulando acariciando en círculos rápidos ese botón rosa del placer. La ferocidad aumenta haciendo que ambos pierdan el control, que sus cuerpos empiecen a transpirar y sus voces se empiecen a quebrar, el climax está cerca.

Tras varios minutos llega, el pelinegro acaba dentro de ella llenandola de todo su caliente ser, al final logró lo que su cuerpo tanto pedia a gritos. Terminan ese "trabajito" volviendo a reposar en su cómoda silla mientras saca algunos pañuelos de su escritorio para limpiarse y limpiar el desastre en encima del escritorio.

—¿Me ayudas por favor? —habla Nash con su voz más suave de lo usual, como una nena consentida (y lo es)

—Claro que si, puedo hacer todo lo que me pidas —aclara sentandola nuevamente en sus rodillas solo que esta dándole la espalda para ayudarle a subir el cierre del vestido. —¿Te gustó lo que hicimos? —descaradamente lo pregunta como un sucio depravado

Honey Girl-Las NevadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora