Capítulo 26

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——— Ambar ———


Observo por la ventanilla cómo la que era mi casa hasta hace apenas unas horas se desvanece lentamente ante mis ojos. Ambas nos mantenemos en un silencio sepulcral hasta que Chloe se pronuncia con su tono suave pero afligido.

—Ambar, ¿estás bien? —pregunta sin apartar la vista de la carretera.

—No lo sé... —doy un largo suspiro—. Me siento como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no consigo despertar.

—Ya me imagino... Por ahora tienes que ser fuerte, Ambar. Sé que puedes hacerlo. Tienes que confiar en que van a encontrar a Diego y en que él estará bien.

—Lo intento, pero me cuesta mantenerme positiva. No encuentro la forma de pensar en que Diego haya salido ileso de esta situación y me siento muy culpable por ello.

—Te entiendo... La culpa es un sentimiento horrible, pero recuerda que tu no eres responsable de que alguien vaya detrás de ti. Intenta mantener la esperanza, ¿vale? —me dedica una leve sonrisa y me aprieta la mano ligeramente—. ¿Qué te parece si cuando lleguemos preparo un poco de té mientras tú te das un baño relajante?

—Vale... Te prometo que encontraré algo pronto, no quiero ser una carga para ti.

—No digas tonterías, no eres ninguna carga. Eres como mi hermana y sabes que haría cualquier cosa por ti —dice Chloe mientras me dedica una mirada tierna.

—Gracias...

Al cabo de unos pocos minutos más conduciendo, al fin llegamos a la casa de Chloe. La fachada de la casa tiene un diseño moderno pero que conserva un aire acogedor. Las paredes en tonos claros contrastan con los detalles de la madera y la piedra. Sus grandes ventanales permiten la entrada de la luz exterior directamente y el jardín que la rodea, con el césped verde y bien cuidado y una amplia multitud de plantas, crea una perfecta armonía.

Nos bajamos del coche y seguimos el camino empedrado que nos lleva hasta la entrada principal. Al pasar el umbral de la robusta y elegante puerta de madera, el amplio salón se abre ante nuestros ojos, que es muy luminoso gracias a los grandes ventanales que permiten tener unas agradables vistas del jardín. La decoración de los muebles de madera y los tonos cálidos permiten que la estancia tenga un ambiente hogareño. Una preciosa perrita nos recibe muy alegre cuando nos ve aparecer. Chloe se agacha para saludar a Marlena y darle mimos y yo me acerco a ella para acariciarla.

—Ya sabes que estás en tu casa. Puedes ir a la ducha, si quieres. Mientras tanto, yo prepararé algo de comer y un poco de té.

Chloe me guía hacia una habitación libre y me deja a solas mientras se dirige a la suya para buscar un poco de ropa con la que pueda ir más cómoda. Me dejo caer en la cama durante un momento, dejando que la dura realidad de la situación me golpee. Las lágrimas amenazan con salir de nuevo, pero intento controlar mi respiración para alejarlas. La pelirroja reaparece después de un par de minutos y me deja unas pocas prendas ligeras encima de la cama.

Camino hacia el baño con la ropa de Chloe entre mis manos. Este está recubierto de azulejos de color verde esmeralda, que van a juego con las pequeñas plantas que decoran el ambiente. Abro el grifo de la bañera y espero un momento a que se llene. Mientras dejo que el agua corra, observo mi reflejo en el espejo. Tengo los ojos todavía enrojecidos y un rastro de lágrimas recorre mis mejillas, manchadas de maquillaje. Dejo caer mi ropa al suelo y me dejo llevar por el cálido abrazo del agua caliente. Su sonido casi hipnótico me envuelve, pero aún así no logra alejar todos los pensamientos que pasan sin control por mi mente. Cierro los ojos y apoyo la cabeza sobre el borde de la bañera mientras permito que el agua recorra la totalidad de mi cuerpo. Varias imágenes de Diego se suceden en mi mente. Su risa. Su voz. La forma en la que me miraba esta mañana, con cariño y admiración. La incertidumbre de no conocer su paradero ni si está bien es insoportable. Por más que trate de alejarla, la culpa me carcome por dentro. Si tan solo no hubiera ignorado las amenazas, si hubiera sido un poco más cuidadosa, tal vez ahora mismo no estaríamos en esta situación.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora