XXXII

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2 Febrero 1779

- Buenos días. - Saludó Nollkaku con una amplia sonrisa. Depositó un beso sobre la frente de Elvira, que había abierto pacíficamente sus ojos, y acto seguido otro sobre la frente de su hijo, que llevaba rato moviéndose despierto entre ambos.

- Buenos días. - Saludó lo joven en voz baja. Ella también dibujó una sonrisa, aunque apenas era visible. Permaneció un par de minutos en la misma posición, viendo a su hijo esconderse debajo de las mantas y volviendo a salir.

- Hoy puedo estar contigo. Y con Kuyem lyit. - Explicó Nollkaku alegre mientras todos desayunaban.

     Aquello era una novedad. En los pasados meses Nollkaku había estado bastante ausente. Se levantaba temprano con los primeros rayos de sol y volvía casi al anochecer. Lo curioso era que no se encontraba en el poblado ni en los alrededores en todo el tiempo que estaba fuera.

     Elvira se preguntaba a dónde iba y qué hacía, pero cada día se tragaba la curiosidad y las ganas de avasallarle a preguntas.

- Yo... Quiero pasear. - Comenzó, tanteando el terreno con cautela. Nollkaku era comprensivo y Elvira sabía que si le pedía algo que no implicase a ella escapando de su lado, él se lo concedería o le dejaría hacer. Era por eso por lo que se encontraba nerviosa y seleccionaba las palabras con infinito cuidado.

- Podemos pasear. - Afirmó el jefe indio.

- No. Yo quiero... Pasear en caballo.

- ¿Sola? ¿Quieres escapar? - La felicidad con la que el indio se había despertado se esfumó de su rostro con excesiva rapidez y sus ojos buscaron los de ella, temiendo escuchar la respuesta.

- Quiero escapar. Pero no puedo hacerlo. Hoy solo quiero pasear en caballo, puedes venir conmigo, pero no quiero que Ignacio esté solo. - Explicó la joven española. Y lo cierto era que sus palabras eran completamente sinceras, desde la primera hasta la última, y Nollkaku pudo verlo.

- Kuyem lyit puede estar con Hěng xǔk, no estará solo. Podemos pasear juntos. - El jefe indio acabó accediendo a la petición de la española pues era la primera vez que Elvira ofrecía hacer algo con él. Sentía que por fin el deseo de la joven de escapar iba menguando.

     Prueba de ello era la actitud de la joven: sonreía con más frecuencia y había comenzado a integrarse muy lentamente en la tribu de nuevo, en especial por Kuyem lyit. Tampoco renegaba a la hora de dormir por tener que compartir lecho con él, incluso en las noches más frías se acercaba a su cuerpo en busca de calor.

     Se estaba convirtiendo poco a poco en unos de ellos, lo que le hacía creer a Nollkaku que realmente la gente de su tribu la acabarían aceptando. Aunque el proceso llevaría unos cuantos años más. Por suerte, Elvira aún era joven y le quedaban muchos años de vida por delante.

*  *  *

- Nos alejaremos un poco del poblado, pero no mucho. El camino es algo difícil, pero los caballos saben. - Explicó Nollkaku, montando sobre su caballo y guiando al de Elvira.

     La joven no tenía miedo, había perfeccionado su monta desde el día en que el jefe indio le habia regalado el corcel y alejarse del poblado no era algo que le inquietase pues estaba harta de ver todos los dias los mismos lugares.

     El paseo fue agradable y ambos llegaron a disfrutar enormemente de la compañía del otro, a pesar de mantener conversaciones cortas y sobre temas banales.

     Lo que más le gustó a la joven española fue que, a raíz de ese día, pasear a caballo se convirtió en una preciosa actividad privada que realizaban siempre que podían. Y, cada vez que salían a montar a caballo juntos, regresaban más unidos.

16 Septiembre 1781

- Nollkaku. Por fin vuelves.

- ¡Papá! ¡Papá! ¡Papá está aquí!

     El jefe indio no se había imaginado una bienvenida tan memorable pero no pudo estar más agradecido.

     Al llegar al poblado con el sol en lo más alto del cielo imaginaba que Elvira y su hijo estarían paseando, jugando en el lago o haciendo cualquier otra actividad. Creía que podría organizarse para volver a salir antes de verlos y, sin embargo y para grata sorpresa, allí estaban, yendo a abrazarle los primeros.

     Nollkaku cargó a su hijo, que ya corría con velocidad y soltura por los alrededores, sacándole el máximo provecho a sus cuatro años de edad.

     Tras abrazarle, revolverle el pelo, que ya ganaba cierta longitud, y darle un beso en la frente le dejó en el suelo y fue a buscar aquellos ojos de serpiente.

     Los vio aproximarse con emoción y no tardó en sentir los labios de su dueña sobre los suyos. Nollkaku se había acostumbrado del todo a darle besos a Elvira y a su hijo y se había convertido en una practica que adoraba.

     Rodeó a la española por la cintura y la alzó, haciéndole girar en el sitio un par de veces y en cuanto sus labios se hubieron separado lanzó un grito de felicidad al cielo.

- Has estado días fuera, Ignacio te echaba de menos. - Explicó Elvira, con una ligera sonrisa. Ella no lo admitiría, pero también había llegado a echar en falta al jefe indio, había echado de menos sus paseos a caballo, sus charlas nocturnas, compartir con él momentos de crianza de su hijo. Le había echado en falta a él.

- Yo también a vosotros. No quiero estar lejos, pero tengo que hacerlo. - El jefe indio no dio más explicación. Él amaba a Elvira, desde el primer día en que la vio lo había hecho, pero también era consciente de los deseos de escapar que la joven había tenido en la mayor parte de su estancia en la tribu.

     Tenía miedo de contarle la verdad, de contarle que hacia meses llegaban nuevos barcos cargados de blancos, tenía miedo de contarle que tanta de su gente se estaba reuniendo en la bahía de San Diego. Porque creía que si se lo decía, le recordaría a Elvira la vida que antes llevaba, y ella querría volver.

- Papá, tú eres el jefe, puedes hacer lo que quieras. - Replicó Ignacio, lanzando justo después un grito al cielo, al igual que había hecho su padre.

     Con una amplia sonrisa Nollkaku cargó de nuevo a su hijo y desvió el tema de conversación jugando con él.


Holaaaaa, siento haber tardado tanto en actualizar :(
Resulta que los exámenes de la universidad no me fueron tan bien como esperaba... Y ahora tengo algunas recuperaciones que hacer jejeje
Por eso tardaré un pelín en ir publicando, pero en cuanto termine, que será a principios de Julio (a lo mejor se alarga casi hasta mediados pero no más) prometo publicar con bastaaaante más regularidad.
Encima la historia se acerca a un punto que LLEVO MUCHO tiempo queriendo escribir pues fue de las primeras ideas que se me ocurrieron para la historia :)
Espero que lo esperéis y que os guste!!! Y muchas gracias por los votos, los comentarios y la paciencia!!!

Siete años en AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora