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Estaba decidido a pesar de la falta de apoyo de los demás, iba a darle un regalo digno a Shen aunque le costara demasiado. Tomaría el camino de ir con un grupo de lobos algo más lejano y que ya tenían algo de conocimiento en el manejo de metal, ellos mismos habían fabricado el anillo que le obsequió al pavo real en primer lugar y no tenían mucho conocimiento de lo que estaba ocurriendo en esa amistad corrosiva. Estaba seguro de que si llegaba con metal ellos le harían el favor de forjar lo que él deseara, pues entre los marginados debían apoyarse. Y al anochecer de ese mismo día se guardó varias cosas para salir hasta allá, dando un sólo paso fuera lo vió de nuevo con el rabillo del ojo, el lobo con el que había discutido unas horas antes.

—¿En serio vas a ir? Ese pájaro te tiene determinado, tanto que es malo.

—Vete a dormir, por más que te explique no vas a entender.

—Es porque sólo sacas frases sin sentido de ese hocico. Eres un mentiroso y no me cansaré de decírtelo — Bajó la mirada chasqueando la lengua, a pesar de la oscuridad su mirada de decepción se notaba claro — ¿No te das cuenta que estás dejando a quienes sómos tu familia por el culo emplumado de ese tipo? A veces me das asco, se supone que debes ser un ejemplo para los demás.

—Yo no pedí ser el más grande. ¡Estoy cansado de que toda la responsabilidad caiga sobre mis hombros!

—Entonces anda y vete, sé como el padre que te tocó tener, ya hasta tienes a la misma novia.

—Si tanto te preocupa toma tú la responsabilidad, eres unos meses más jóven que yo y ellos no son mis hijos, no somos hermanos. ¡No somos ni familia!

—...Shen tampoco lo es, ni siquiera es tu amigo — Su voz denotaba frialdad aunque esa negación le había abierto una herida, era cierto, pero en ese caso ninguno de ellos tenía un sólo familiar de sangre que conocieran. Estaban solos consolándose con esa forma de percibirse el uno al otro, como un familiar aunque no sea de sangre. Con eso negado, no tenía nada ni a nadie. Dió media vuelta dejando que sus pasos lejanos despidieran al contrario.

Se encontró con el silencio que le hizo sentir como si sus propias palabras le gritaran dentro de su cabeza. Mordió su lengua y salió de la casa cuestionando lo que estaba haciendo y lo que le había dicho al contrario, eran de ese tipo de cosas que uno soltaba para defender sus ideales aunque eso mismo quebrara otros más. Era un mentiroso, es verdad, los quería, los amaba como se ama a los hermanos, a los primos o incluso a los hijos, pero Shen lo tenía enfermo, era como una mirada al cielo aunque no pudiera ingresar a él y salir de su inmundicia. Pero quizás si se aferraba lo suficiente los lobos por fin estarían en paz con la familia de pavo reales y dejarían de ser excluidos por la ciudad. Se convenció a sí mismo de que no era su egoísmo por reemplazar algo que se le había hecho costumbre a pesar del daño, si no por los demás. Shen era una medicina que en exceso se definiría como lo mismo que una droga, pero él, un adicto, quería curarlos a todos con ella.

No muy lejos de esa choza estaba el pavo real blanco sin conciliar el sueño, sólo miraba al techo pensando en lo mismo desde hacía horas. A pesar de que la adivina quiso convencerlo de que no era lo más grave del mundo él no lo sentía así, estaba furioso con el lobo ya que deseaba tenerlo ahí de nuevo para gritarle y luego compartir la misma cama como lo hicieron todas esas noches. En el interior de sí mismo no creyó que se tomaría en serio lo de dejarlo en paz, quería que le pidiera de rodillas que no dejara de hablarle y él, después de burlarse aceptaría a cambio de algún regalo o un favor. Presionó las cobijas girando la cabeza para ver su cuarto, ya no había quedado rastro alguno de que el lobo estuviera ahí. Hizo una mueca que cortó a los segundos, había recordado algo.

Las dejó aquí — Saltó de la cama buscando debajo de ella, era difícil por la escasa luz del balcón con la puerta semi abierta pero logró palparla con los dedos, había olvidado su ropa. La miró con desprecio pero sus manos temblaron y la estrujó como si la acariciara. Tragó su propia saliva mirando a los lados, como si alguien fuera a verlo — Seguro la dejó aquí a propósito, que idiota, sólo una excusa para verme de nuevo. Qué mal que nunca se la voy a devolver, seguro sólo le quedará un conjunto más — Soltó una pequeña carcajada recargándose en su cama a pesar de estar sentado en el suelo, justo en aquella parte donde un rayo de luz lo alumbraba un poco. Vió la tela, llena de agujeros, hilo suelto y una que otra mancha. Quería ver bien cada detalle de ella por lo que la acercó más y más a sus ojos — Si, no debe tener muchas más opciones. Este trapo apesta a él — Mordió una fracción de sus labios por un pequeño temblor que eso le causó, sentía su aroma y hacía caras de asco, pero al mismo tiempo la pegaba directamente a su rostro.

Había perdido la razón por unos minutos como había pasado la noche anterior, su cuerpo solo se aflojó y cerró los ojos relajado abrazando esa fea tela sucia y rota mientras la seguía pegando a su cara por el aroma. Después de un rato abrió los ojos mirando hacia el frente y notando su espejo, miró su reflejo notando que estaba con casi todo el cuerpo en el suelo, con las piernas abiertas, las plumas esponjadas y una cara que a su parecer, era estúpida. Al instante se puso recto de nuevo y tiró la ropa a un lado, estaba cansado de gritar por lo que sólo dió un gruñido por la pena de estarse comportando así.

—Debe ser una maldición, pero esa maldita bruja no quiere admitirlo. Debería ayudarme con esto, ella sabe de esas cosas — Cruzó los brazos recordando algo más y que quizás lo podría ayudar a olvidar todo el asunto al menos por un momento.

Buscó por su cuarto en todos los lugares posibles, sabía que él la había escondido por su bien en la primera noche, pero olvidó decirle en dónde. Estaba tardando demasiado por la oscuridad que no tuvo de otra más que abrir totalmente la puerta del balcón para que las luces de la ciudad y la de la luna y las estrellas alumbraran dentro, incluso él mismo encendió una vela y sólo así localizó la botella de la que estaban bebiendo antes, aún tenía algo de contenido, lo suficiente como para relajarse. De nuevo, se sentó frente a su espejo viéndose mejor, aún más por tener la puerta abierta y una vela de respaldo, le gustaba admirar su propia imagen. "Espero que mis padres no lleguen tan temprano" fue su último pensamiento antes de dar el primer trago, era tan amargo como lo recordaba, pero se sentía motivado a seguir.

Agitaba la cabeza de un lado a otro queriendo marearse más rápido y después de una media hora lo consiguió. Todo estaba borroso y sonreía de manera involuntaria. Los movimientos de su cuerpo eran torpes, parecía que sentía pereza de moverse pero sólo era por lo relajado que se había quedado. Le sonrió a su reflejo borroso.

—Ahí estás... tan hermoso que las flores te tienen envidia. ¿Cómo ese...perro...cómo puede pensar que merece mi piel? — Parecía escupir sus palabras arrastradas. Frunció el ceño tomando la ropa ajena de nuevo — Ese perro, cree que puede dejarme como si yo no fuera su propietario. Él mismo me quiso como dueño y ahora se larga — Jaló la tela enojándose de nuevo, quería romperla pero la ebriedad lo había debilitado — Debía irse a esta hora, no en la mañana — Sus intentos sólo quedaron en un ligero sonido de un par de hilos romperse — ¿Por qué se fue? — Esa última pregunta la dijo bajo, sin querer que ni los objetos de su habitación escucharan esas palabras que pronunció con dolor, parecía estarle susurrando a la ropa de aquel que sentía que le hacía falta. 

No quería pensar que lo había visto alguien en la mañana y a consecuencia de eso terminara lastimado, sí, él lo lastimaba, pero no quería que alguien más lo hiciera. Calmó esos pensamientos sintiendo el olor de la ropa otra vez, resultó más efectivo que antes, pues al incluir el alcohol a su sistema fue una combinación que lo hizo acostarse en el suelo y cerrar los ojos. Recordó la sensación de tenerlo ahí, pasándole las manos por el cuerpo, pero estaba solo y no le quedó de otra más que acariciarse a sí mismo sobre la ropa, no era lo mismo pero apaciguaba su urgencia. Miró su espejo pero ya no se sintió asqueado, una emoción más opacó al horror y lo hizo tocar ese lugar que le daba miedo, al inicio encima de su ropa pero a lo largo de los minutos donde recordaba al contrario con la cara entre sus piernas recorriéndolo con la lengua se aventuró a tocar directamente.

Se miraba a sí mismo con insistencia, sabía que estaba solo pero con algo de vergüenza imaginaba que aquella mano que le estaba provocando placer era del dueño de esa ropa, iba a decir su nombre en un gemido cuando notó que estaba por finalizar pero se detuvo en seco y abrió los ojos más de lo que ya estaban. Recobró los sentidos y se sentó temblando, de nuevo no totalmente satisfecho por haberse detenido antes de tiempo pero no pudo evitar sentirse extraño al darse cuenta. En todas esas semanas en las que convivieron...no sabía su nombre. Respiró profundo aproximándose al baño para lavarse las manos, la cara y claro, la entrepierna. Después de esconder de nuevo las cosas fue a su cama cambiándose de ropa interior y pantalón. Volvió a lo mismo sin querer, ver el techo pensando en él, esta vez, por la incógnita de su nombre, pero su pérdida de energía no lo dejó seguir así mucho más. Cayó rendido por el sueño, en parte, con algo de alivio de no haber terminado de nuevo, lo hacía sentirse un poco más "puro" y, aunque no le gustaba pertenecer a nadie, sentía la necesidad de que el lobo que fue quien comenzó eso fuera el que lo terminara. 

❉TRES CUCHILLAS❉ Lord Shen x Wolf boss❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora