– La policía ha decidido cerrar el caso de El Cubano. No tienen pistas sobre su asesino.
– Está bien, Judas. Ahora es cuando debemos andarnos con más ojo – contestó Sam a la lectura que hizo su hijo del periódico de ese día.
– Sí. Toda su organización sabe que vino a verte. Es cuestión de tiempo.
Estaban los dos sentados en la terraza de un café de París dónde ya les conocían, ambos fumando. Sam fumaba tabaco sin adulterar y Judas marihuana para la cual tenía permiso médico.
– ¿Qué tal tu espalda hoy?
– No me duele demasiado. ¿Me acompañas a comprar ropa? La voy a necesitar si quiero ir a Barcelona a estudiar.
– ¿Estás seguro de que quieres ir tan lejos?
– Le pediré a Valentina que vaya una vez por semana a verte, no vaya a ser que te hundas en tu propia mierda.
– No me refería a eso.
– Hay otros capaces de llevar las ventas de la Dark Net, papá. No te preocupes. Y te ayudarán cuando tengas problemas con la tecnología.
– No me fío de ninguno.
– Y puedes llamarme cuando quieras.
Sam esbozó una sonrisa. Sabía que podía contar con su pequeño si lo necesitaba, pero aún le incomodaba el tenerlo lejos durante tanto tiempo. Nunca sabía lo que podía pasar. Se levantó y, escondiendo la colilla en su cenicero portátil, fue a pagar los cafés que se habían tomado. Después se fueron juntos hasta la tienda de ropa más cercana.
El sonido de la campanita de la puerta hizo que el dependiente de la tienda de ropa levantara la cabeza. Esperaba un saludo o algo parecido que le indicara que no había sido el viento el que la había abierto.
– Buenas tardes, Jacques – escuchó que decía Sam.
– Ah, tatarabuelo Sam – se tranquilizó Jacques –. ¿Qué te trae por aquí?
– Venía a por algo de ropa – contestó Judas –. ¿Qué tal todo, sobrino?
– Muy tranquilo, tío Judas. ¿Buscas algo concreto o...?
– Un poco de variedad en mi vestuario habitual.
– Creo que puede haber algo que pueda interesarte al fondo.
– Vale, voy a mirar.
Judas se fue hasta el final de la tienda mientras Sam se quedaba hablando con su tataranieto en el mostrador. Poco después, otro cliente entró y saludó a Jacques antes de dirigirse al fondo de la tienda, sin percatarse de que Sam estaba relativamente cerca, probándose una sudadera negra que le cubría la cara. Ambos pudieron escuchar un disparo y cómo un espejo se rompía en mil pedazos. Sam salió corriendo, mucho más rápido de lo que Jacques era capaz, y se encontró a Judas encima del hombre de origen cubano que había entrado, inmovilizándole.
– ¿Estás bien? – le preguntó Sam.
– Sí – contestó Judas, impidiendo que el hombre se liberara –. Creía que no reaccionaría a una pistola apuntando a mi nuca. He evitado que me diera, se la he quitado y lo he estampado contra el espejo.
Sam se arrodilló ante el hombre, examinándole. Tenía cristales del espejo incrustados en la cara, uno bastante cerca del ojo derecho. Jacques entró en la sala en ese momento.
– ¿Hay algún herido? – preguntó Jacques.
– No de los nuestros – le contestó Sam –. Este tío no sabe dónde se ha metido. Tocará mandar un mensaje.

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El tercer Judas
Historia CortaReto realizado para el canal de Twitch de DiegoClares el 18 de Junio de 2024 bajo los temas de El Invidente + en una tienda de ropa, además de seguir el relato anterior (véase "El devoto de Notre Dame"). La policía decide cerrar la investigación de...