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Todo a mi alrededor es oscuridad. A lo lejos ví una luz que me atraía, pero al llegar me arrepentí porque ahí está Ella. La dueña de ahora en adelante de mis pesadillas. Con su sonrisa siniestra y su mirada cargada de odio. Porque el odio y la venganza es lo único que queda en su oscuro ser.

—¿Que haces aquí? —dije con la voz temblorosa.

—¿Pensaste que me iría tan fácilmente? Tenía que usar mi última jugada, querida.

Querida. Me estremecí.

—¡Lárgate! ¡Déjame morir en paz!

—No puedo hacer eso —nego con la cabeza.

Detrás de ella ví que se hacía presente una silueta. Lo mire asombrada y aterrada.

—¿También estás muerto? —dije con la voz rota.

—Al contrario. Él está vivo o lo estaba hasta hace poco —con una pistola apunto a su cabeza. Él no se movía, no hacía nada. Se veía aprisionado, solo me miraba. Con ese tipo de miradas que tanto me costaba interpretar.

Sabía que no lo mataría. Al menos por ahora, tenía que hacer tiempo.

—¡¿Dónde estoy?! —exigi saber—. ¿Que es este lugar?

—Un espacio mental creado por mí —contesto sin dejar de apuntarle con la pistola—. Estamos muriendo. Ambas. De hecho, no hubo sobrevivientes. Solo él y alguien más —volteo.

Detrás de ella se hizo presente otra silueta, una que conocía muy bien. Que, sin necesidad de verle la cara, reconocería en cualquier parte.

—¿Por qué están ellos aquí? ¡Tu problema es conmigo, déjalos en paz! —dije con lágrimas en los ojos, sabiendo en el fondo que no serviría de nada decir eso.

Mis amigos están muertos, todos lo están. Al menos podría tratar de salvarlos a ellos dos.

—Te dejaré en paz después de verte sufrir una última vez.

Y en eso disparo. Dos veces.

—¡NO! —caí de rodillas intentando acercarme, pero no podía. También estaba aprisionada.

—¿Creíste que no sería capaz de matar a mi propio hijo? Te equivocaste en eso también. Te lo dije una vez y te lo repito "no me importa lo que tenga que hacer para lograr mis objetivos".

Lágrimas y lágrimas caían sin cesar mientras veía los cuerpos sin vida de ellos. Ellos que tanto me ayudaron, que tanto me apoyaron y nunca me juzgaron. Tampoco los pude salvar.

Algo dentro de mi gritaba "No. No. No. Esto no puede ser real"

No podía aceptarlo, simplemente no podía hacerlo. No me importaba morir siempre y cuando los salvara a todos. Esto no puede ser real.

Ví como Collins se reía de mi dolor mientras la sangre brotaba de diferentes partes de su cuerpo. Esperaba que, si hay vida después de la muerte ella pague todo el daño que hizo. El daño que nos hizo.

Lleve una mano a mi abdomen, al levantarla solo ví una mano distorsionada cubierta de sangre. Estoy muriendo.

«¡No te rindas!» gritó mi subconsciente.

—¿Por qué seguir luchando si ya no tengo nada por lo que luchar? —dije en un débil susurro.

—¿Y que tal si te equivocas? — respondió esa voz que me resultaba conocida, pero no respondí. Ya no tenía la fuerza para hacerlo, ni las ganas suficientes.

Una pequeña voz parecida a la mía me susurraba lo que dije hace unos momentos "Nunca me rindo, no ahora, no nunca"

    

***
 

   

Desperté de golpe. A dónde sea que miraba era blanco, no podía enfocar bien la vista. Cerré los ojos con fuerza y volví a abrirlos. Olía a flores y a antisépticos. Una mano sostenía la mía.

—¿Dalton? —pregunté en un susurro.

El chico que sostenía mi mano levanto la cabeza de golpe.

—Oh, por Dios. ¡Despertaste! —me miraba con los ojos llenos de lágrimas. Su mirada es la de alguien que lleva horas llorando o tal vez días. Se ve muy cansado. Fruncí el ceño mirando su pelo, está de color negro, como cuando se lo pinto por ultima vez—. Tengo que llamar al doctor.

—No, Dalton, espera —tome fuerte su mano impidiendo que se parase. Mi voz suena algo carrasposa y un poco débil—. ¿Qué pasó después? ¿Que hago aquí? ¿Dónde están...?

—¿No recuerdas? —me interrumpió—. Saliendo del instituto te atropello un auto. Llevas en coma casi dos semanas. Aythiri y yo estuvimos muy asustados. Pensé que te perdía —dijo en un susurro.

¿Instituto?, ¿Aythiri?

—¿De que hablas, Dalton? Acaso esto es una especie de broma. ¿Dónde están los chicos?, ¿Que paso con ellos?

—¿Que chicos?, ¿De quién hablas?

No, no, no.

Intenté quitarme el catéter de la intravenosa, pero tenía poca fuerza para alcanzarla y Dalton me lo impidió.

—¡Necesito irme de aquí!

—Todavia no puedes. Llevas casi dos semanas sin moverte, tienes que ver al doctor primero.

—¡No, Dalton! ¡Suéltame!

Por el ruido de mi voz gritando, entraron unas cuantas enfermeras y al verme despierta una de ellas fue a llamar al doctor.

—Esto no es real. ¡Aythiri está muerto! ¡Yo lo estoy! ¡Tu lo estás! ¡Todos lo estamos!

Dalton me miraba desconcertado y horrorizado. En eso, llegó el doctor al cual no le preste mucha atención.

Empecé a retorcerme gritando una y otra vez que eso no era real. Hasta que me pusieron una especie de sedante.

Lo último que ví fue la cara de preocupación de Dalton mientras escuchaba una voz que decía:

—Tiene que pasar por una especie de pruebas. Si no las supera no puedo hacer nada por ella, se quedará en alguna de ellas para siempre. Lo único que la puede salvar es ella misma.

AkllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora