Mi Lugar Correcto [Pausada]

Moneda de dos caras

❗Advertencia: Cápítulo largo

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A juzgar por el gélido viento que chocaba contra las ramas de los árboles y la luz tenue que brindaban las farolas, era casi media noche, lo que indicaba que Tom terminaba su patrullaje nocturno.

Caminó con un poco de dificultad a causa de su gran abrigo, la cual lo protegía de la violenta brisa de diciembre, como pudo, logró llegar de su auto a una enorme puerta de roble oscuro. Dió un paso adelante y se atrevió a golpear la puerta un par de veces, pero cada golpe con mucha delicadeza, pues consideraba imprudente causar demasiado ruido a altas horas de la noche, especialmente un domingo tan frío.

Esperó un momento frente a la puerta, deseando desde lo más profundo de su ser que no lo recibiera la persona equivocada.
Tan solo unos segundos bastanron para que la gran puerta se empezará a mover, del otro lado, James, quien al verlo inmediatamente cerró la puerta frente a Tom.

Definitivamente era él la persona equivocada. Esperó unos segundos más para después tocar la puerta nuevamente, con la esperanza de que esta vez abriera Aiden, pero, para su mala suerte, no fue así.

James miró a Tom de abajo hacia arriba, después, su mirada se quedó en sus ojos. Nadie podía negar que eran bellos. Ante el contacto directo, James desvió su mirada al suelo.

—Lo siento. Creí que venías a cantar villancicos.

—¡Chico! —Tom trata de dedicarle su sonrisa más amistosa, pero al ver que esta no fue devuelta supone que falló—. ¿Le hiciste algo a tu cabello? Se ve súper bien, como muy sedoso, hermano... Bro... Brother... Compita.

—¿Qué se te ofrece?

Tom no había pensado que este podría responderle, pero lo hizo, aunque era bastante obvio, pues James siempre era educado, al menos en la mayoría de más veces.

—Yo... Bueno, vengo a ver a...

Tom deja de hablar al instante divisa a Aiden acercándose velozmente detrás de James.

Tom suspira aliviado.

—¿Quieres que nuestro invitado se congele ahí fuera? —le dice a James—. ¡Tom! Pasa, pasa.

—Con su permisito.

James se hace a un lado para dejar pasar a Tom, no sin dedicarle un mirada juzgadora al momento que este pasa a su lado con la cabeza agachada.

Una vez dentro, Tom se quita su deshace fe su abrigo y sigue a Aiden, quien lo lleva directamente hasta la Sala. A pesar de que ya había estado ahí, Tom seguía impresionado con lo lujoso que era el lugar, la decoración de la casa era escueta, con muebles modernos y líneas simples que creaban un ambiente minimalista y elegante. No podía creer que vivía rodeado de parejas felices y millonarias, tan diferente a él, que vivía día tras día con el mal de amores y una puerta rota, aunque era prácticamente el mismo sentimiento.

—Toma asiento, sabes que estás en tu casa —habla Aiden, quién se dirigía a la cocina, la cuál estaba a un lado de la sala de estar.

Aunque ya había estado ahí con anterioridad, incluso cuando había dormido en aquel sofá, aún era extraño estar ahí, así que se sentó en la orilla del sofá y empezó a jugar con sus dedos en lo que esperaba que Aiden regrese de la cocina.

Para su mala suerte, James llegó al lugar y tomó asiento junto a Tom, dejándolo completamente acorralado y nervioso. Era claro que James quería que este sintiera su presencia, pues, a pesar de que había un espacio entre ellos, Tom juraba que sus hombros estaban a punto de rozar. Dejó de juguetear con sus dedos en el momento que sintió que James lo miraba de reojo, provocando que las manos le empezaran a sudar, así que se frotó las palmas disimuladamente a lo largo de las mangas de su chaqueta.