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El día siguiente comenzó con una apariencia de normalidad que Sunoo sabía que no duraría. Se levantó, se arregló y salió de casa como de costumbre, tratando de mantener una fachada tranquila. Sin embargo, su mente estaba llena de preocupación y miedo por lo que podría ocurrir.

Al acercarse a la escuela, la rutina cambió de forma abrupta. Heeseung, Jungkook, Jaemin y Jaehyun lo interceptaron antes de que pudiera entrar en el edificio. Sunoo sintió un nudo en el estómago al ver sus caras. Sin una palabra, lo arrastraron hacia el callejón de siempre, ese lugar oscuro que ya conocía demasiado bien.

—Pensaste que podrías escaparte de nosotros, ¿verdad? —dijo Heeseung, su voz goteando sarcasmo y crueldad.

Antes de que Sunoo pudiera responder, el primer golpe cayó sobre su estómago, dejándolo sin aliento. Luego vinieron los puñetazos y patadas, cada uno más doloroso que el anterior. Nunca lo habían golpeado tan brutalmente. Intentó protegerse, cubrirse la cara y el torso con los brazos, pero era inútil. Eran demasiados y demasiado fuertes.

—Eres un maldito cobarde —escupió Jaehyun mientras lo pateaba en las costillas—. Pensaste que podías proteger a ese mocoso, pero solo te hiciste más débil.

Jungkook, que había estado fumando un cigarrillo mientras observaba la golpiza, se acercó con una sonrisa maliciosa. Sunoo trató de retroceder, pero no había escape. Jungkook agarró su rostro con fuerza y acercó el cigarrillo encendido.

—Esto es para que no olvides tu lugar, princesita —dijo, apagando el cigarrillo en la mejilla de Sunoo.

El dolor fue insoportable. Sunoo gritó, sintiendo cómo la piel se quemaba y el olor a carne chamuscada llenaba el aire. Las lágrimas brotaron de sus ojos, mezclándose con la sangre y el sudor que cubrían su rostro.

Finalmente, lo dejaron caer al suelo, maltratado y humillado. Heeseung se inclinó sobre él, su voz apenas un susurro.

—No vuelvas a cruzarte en nuestro camino, Sunoo. Esto es solo una advertencia.

Con eso, se dieron la vuelta y se marcharon, dejándolo en el callejón oscuro y solitario. Sunoo intentó levantarse, pero cada movimiento le causaba un dolor agudo. Se tomó un momento para reunir fuerzas, su cuerpo temblando por el esfuerzo.

Finalmente, se puso de pie, tambaleándose hacia su casa. Caminaba despacio, cada paso era una lucha. Cuando llegó a la puerta de su casa, sus piernas casi no podían sostenerlo.

Rose lo recibió con un grito ahogado al verlo en ese estado. Lo ayudó a entrar, apoyándolo mientras lo guiaba hacia el sofá. Sunoo no pudo contener las lágrimas mientras su hermana lo cuidaba, limpiando sus heridas con delicadeza.

—Sunoo, ¿qué te ha pasado? —preguntó Rose con la voz quebrada por la preocupación.

Sunoo negó con la cabeza, incapaz de hablar. Todo lo que podía hacer era llorar y aferrarse a su hermana, sintiéndose completamente derrotado. Pero en el fondo de su mente, una chispa de determinación comenzaba a arder. Sabía que no podía seguir viviendo así, que tenía que encontrar una manera de detener a esos monstruos.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora