Capítulo 11

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Dmitry:

—¿Hay rastro de ella?—pregunto sin molestarme en mirar en su dirección

—Aún no señor, no hemos podido encontrarla—su cabeza gacha en señal de sumisión no hace más que disgustarme

Banda de ineptos buenos para nada.

—No sé para qué les pago si no hacen bien su trabajo—tomo la botella entre mis manos para servirme otro trago

—Señor..., tenemos cerrada toda la zona, la buscamos en todas partes, los hombres hacen todo lo que pueden...—tiro la botella haciéndola añicos frente a sus pies, retrocede un paso alejándose de los vidrios esparcidos sobre la alfombra

—Hagan más y mejor, o me veré obligado a sustituir a aquellos que no me son eficientes cuando doy una orden estricta y directa

Mis palabras son una clara advertencia de lo que pasará cuando no la encuentren.

—No vuelvas hasta saber el paradero exacto de mi mujer

Mueve su cabeza en un gesto afirmativo antes de ordenarle que se retire con un movimiento de mi mano en dirección a la puerta.

La ira y frustración empañan mi rostro, ¿Dónde estás nena?, la agonía de los últimos días sin su presencia me está volviendo loco, y la angustia de no saber dónde está ni quién la tiene va a matarme.

Me paro del asiento de cuero frente a mi escritorio y camino con el vaso aún entre mis manos hasta los ventanales de cristal que abarcan la mayor parte de mi oficina, tintados y polarizados, impenetrables al impacto de una bala, cuando eres un mafioso de alto rango debes tener ciertas precauciones, aquí no existen amigos, solo tienes aliados, y por su lealtad piden algo a cambio, algunos difunden el miedo, yo prefiero el respeto. Miro a los hombres que he contratado para encontrala dispersarse en grupo y en las camionetas negras a lo largo de toda la ciudad.

En un primer momento imaginé que podría encontrase con Annie, su amiga, pero no fue así, afirmó haber estado con ella la noche que la llamé para preguntar pero después de eso no ha vuelto a saber de ella, el piso donde vivía anteriormente antes de llevármela conmigo está desolado, las cámaras de seguridad del edificio no habían estado funcionando los últimos días, por lo que él último vídeo mostraba cómo salía inconsciente en brazos de dos hombres, el remordimiento me persigue cada noche desde que ví la grabación, yo debí estar ahí para protegerla, pero no lo hice y la culpa es mi enemiga constante.

Tenía varios enemigos, ser un mafioso era muy peligroso cuando demostrabas tener alguna debilidad, sin embargo, pocos son los que se atreven a desafiar mi autoridad, no creo que alguno de ellos sería tan imbécil como para querer chantajearme a costa de ella.

La noche que hice mi propuesta de matrimonio frente a todos, no solo fue una propuesta para ella, ni una demostración para el resto de los partícipes que habían asistido, sino también una muestra de advertencia para todos aquellos aliados y enemigos, ella es mi mujer, mi reina, todo el que pusiera sus ojos en ella acabaría tres metros bajo tierra, lo mataría con mis propias manos, sus gritos serían la música que acompañaría cada ronda de tortura lenta y exacerbada, exponiéndolo como ejemplo de lo que podría sucederle a todo aquel que quisiera hacerle daño.

Y así será, quien quiera que sea, lo pagará y aquel que la tenga bajo su mando deseará no habérsela llevado.

Dos toques en la puerta hacen que desvíe mi atención hacia el umbral de la puerta, perdiendo de vista la ciudad a mi costado, doy la orden para que pase. El hombre de aspecto reservado camina con seguridad hasta sentarse en uno de los asientos frente al escritorio.

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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