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Los meses siguientes fueron un torbellino de emociones y eventos. Richard continuaba brillando en la selección Colombia, y su amistad con James Rodríguez y Lucho se fortalecía con cada partido. Mientras tanto, yo había encontrado mi lugar en la editorial local, disfrutando de mi trabajo y haciendo nuevas amistades.

Un día, Richard llegó a casa con una noticia emocionante.

—Dani, hemos sido invitados a una gran celebración en honor a la selección. James y Lucho también estarán allí, y quiero que vengas conmigo. Será una gran oportunidad para relajarnos y disfrutar —dijo, con una sonrisa entusiasta.

Acepté con alegría, emocionada por compartir esa experiencia con Richard y sus amigos cercanos. Además, decidimos invitar a nuestros seres queridos para que también fueran parte de este momento especial. Mis padres, mi hermana, Valeria y Santiago aceptaron la invitación, emocionados por la oportunidad de celebrar con nosotros. Richard también invitó a su familia: sus padres, su hermana y su hermano menor.

La noche de la celebración llegó, y el ambiente en la fiesta era vibrante y festivo. El salón estaba decorado con los colores de Colombia, y la música y las risas llenaban el aire. Richard me presentó a James y Lucho, quienes fueron increíblemente amables y acogedores, como siempre.

—Richard nos ha hablado mucho de ti, Dani. Es un gran tipo, y estamos felices de verlos tan felices juntos —dijo James, sonriendo.

—Sí, Richard es como un hermano para nosotros. Y es genial verte aquí finalmente —agregó Lucho, dándome un amistoso apretón de manos.

Mientras la noche avanzaba, mis padres y mi hermana llegaron, seguidos de Valeria y Santiago. Todos parecían encantados con la atmósfera y la compañía. Nos reunimos en una mesa grande, riendo y compartiendo historias. Pronto, la familia de Richard también llegó. Sus padres, don Pedro y doña María, y sus hermanos, Ana y Miguel, se unieron a nosotros.

—Estamos muy orgullosos de ti, Daniela. Has construido una vida maravillosa aquí —dijo mi mamá, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad.

—Y Richard, estamos agradecidos por cómo cuidas de nuestra hija. Es obvio cuánto se aman —añadió mi papá, dándole una palmadita en la espalda a Richard.

—Gracias, Don Manuel y Doña Ana. Prometo seguir cuidando de Dani y hacerla feliz —respondió Richard, sonriendo con sinceridad.

Doña María, la madre de Richard, se acercó y me abrazó.

—Daniela, eres una joya para nuestra familia. Richard es muy afortunado de tenerte. Gracias por todo lo que haces por él —dijo, con una sonrisa cálida.

—Gracias, doña María. Estoy muy feliz de ser parte de esta familia —respondí, conmovida.

Valeria, siempre la animadora del grupo, levantó su copa.

—Por Richard y Dani, y por todos los momentos increíbles que han compartido. ¡Que su amor siga creciendo cada día! —dijo, brindando con entusiasmo.

—¡Salud! —coreamos todos, chocando nuestras copas.

Santiago, mi mejor amigo, se acercó a mí con una sonrisa traviesa.

—Nunca dudé de que encontrarías la felicidad, Dani. Y Richard, eres un tipo con suerte. ¡Cuídala bien! —dijo, dándome un abrazo y luego dándole una amistosa palmada a Richard.

La noche continuó con música, baile y muchas risas. Ver a todos mis seres queridos juntos, celebrando y disfrutando, me llenó de una inmensa felicidad. Sabía que estos momentos eran los que definían nuestra vida, y estaba agradecida por cada uno de ellos.

Más tarde, Richard y yo nos alejamos un poco del bullicio para tener un momento a solas. Nos sentamos en un banco en el jardín, disfrutando de la tranquila noche.

—Dani, esta noche ha sido increíble. Ver a todos aquí, felices y juntos, me hace darme cuenta de lo afortunados que somos —dijo, tomando mi mano.

—Sí, ha sido perfecto. Estoy tan agradecida por nuestra vida y por todo el amor que compartimos —respondí, recostándome en su hombro.

Richard se giró hacia mí, con una expresión seria pero amorosa.

—Dani, quiero preguntarte algo. Hemos pasado por tanto juntos, y cada día me doy cuenta de cuánto te amo. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Te casarías conmigo? —preguntó, sacando un pequeño estuche de su bolsillo y abriéndolo para revelar un hermoso anillo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría y sorpresa. No podía creer lo que estaba sucediendo.

—¡Sí, Richard! ¡Sí, me casaré contigo! —dije, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas.

Nos besamos, sellando nuestra promesa de amor eterno. En ese momento, supe que, sin importar los desafíos que enfrentáramos, siempre estaríamos juntos, apoyándonos y amándonos incondicionalmente.

Cuando regresamos a la fiesta, anunciamos nuestro compromiso a todos. Los aplausos, abrazos y felicitaciones no se hicieron esperar. Mis padres, mi hermana, Valeria, Santiago, James, Lucho y la familia de Richard se unieron a la celebración, llenándonos de buenos deseos y bendiciones.

Esa noche, mientras Richard y yo bailábamos bajo las estrellas, rodeados de nuestros seres queridos, supe que estábamos comenzando un nuevo capítulo de nuestra vida, uno lleno de amor, aventuras y sueños por cumplir. Y estaba emocionada por cada momento que compartiríamos juntos.

En los meses que siguieron, Richard continuó brillando en el campo, y yo encontré un equilibrio perfecto entre mi trabajo y nuestras vidas personales. Nuestra vida en la nueva ciudad estaba tomando forma, y cada día nos acercaba más a nuestros sueños.

Aunque había momentos de estrés y dificultades, sabíamos que el amor y el apoyo mutuo nos ayudarían a superar cualquier obstáculo. Nuestra aventura juntos apenas estaba comenzando, y estaba emocionada por todo lo que el futuro nos deparaba.

mi niñero || richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora