Todos los años, la Mills & Colter celebraba el crecimiento de las ventas en la época del aniversario de su fundación. Los trabajadores adornaban la tienda, ofrecían pequeñas cortesías al público y duplicaban la atención en el trato a cada cliente que pisaba el establecimiento. Las recomendaciones de Regina, pasadas por Robin al equipo eran ampliamente difundidas en reuniones e informes al final de cada jornada. No había un alma quieta en el interior de la tienda principal, y días como esos se repetían hasta la llegada de la fecha de conmemoración. Cuando Regina regresó de la visita a los Swan estaba muy feliz y relajada, lo que colaboró para que el resto de la empresa la acompañara, diferente a los últimos tres años, cuyas celebraciones habían acabado con dos denuncias hacia los Colter, porque Regina había excedido el límite del respeto con trabajadores que juraban ser acosados en horario de trabajo. Aquella no había sido la primera vez en que Regina había sido acusada de maltratar o herir la dignidad de alguien que trabajaba en la Mills & Colter. En otra ocasión, dos años antes de la denuncia, Regina fue llamada a declarar con relación a un trabajador que acusaba a la tienda de no ofrecer apoyo psicológico a quien pasaba horas trabajando para una mujer como ella. Naturalmente, la Regina Mills que se sentaba hoy en la mesa de la presidencia conocía todos aquellos hechos, después de que su cuñado le hubiera clareado la mente con recuerdos como aquellos. Mills estaba profundamente avergonzada y se sentía extraña pensando lo gigante que era el abismo entre lo que era hoy y como fue en el pasado.
Robin no se lo había contado, pero en la última semana, la tienda había superado sus ventas para apenas un mes y cuando eso sucedía no podía pasarse por alto. Cuando Regina llegó al despacho con la ayuda de un trabajador la mañana del miércoles, su equipo administrativo la esperaba ansiosamente con globos, serpentina, sombreritos de fiesta y una mesa llena de golosinas. Ella se llevó un susto cuando puso el pie en el sitio, no se esperaba nada de aquello, mucho menos a comienzos de semana. Parecía que estuvieran celebrando su cumpleaños, pero por lo que sabía, aún faltaba un mes, así que, ¿qué diablos estaban haciendo? Tamara y Robin se reían de su cara de no entender nada, entonces la muchacha se acercó a ella y le colocó un sombrerito en la cabeza, sonriendo de oreja a oreja.
‒ Está bien, Regina, te debemos una explicación. Hemos batido un nuevo récord en ventas en la última semana. Cada vez que eso sucede, damos una fiesta entre los trabajadores. ¿Recuerdas la última vez que celebramos?
Regina mira a la muchacha, no consigue aclarar su mente. Ni un recuerdo, ni un resquicio siquiera. Sacude la cabeza lentamente, mira a todos divirtiéndose, comiendo canapés y riendo con vasos rojos de fiesta en las manos. Entonces mira a Robin, él se está acercando.
‒ No, Tamara, no lo recuerdo ‒ responde
‒ Pues hagamos lo siguiente, piensa que esta es tu primera fiesta de celebración dentro de la empresa. Siempre hicimos esto con Daniel aquí dentro, es justo continuar festejando cuando además fue idea tuya. Ven, eres la dueña de todo, eres tú quien manda‒ dijo Robin, ayudándola, cogiéndola por el brazo.
‒ Ah, sí, soy la dueña de todo‒ Regina camina con Robin hasta la mesa de aperitivos, saluda a quien tiene alrededor y se sirve, aún incómoda, sin saber exactamente cómo actuar.
Se queda allí, en el mismo lugar recibiendo cumplidos de todos por media hora. La imagen es borrosa, extraña, como si todo estuviera en cámara lenta. No entiende por qué, pero se está mareando. No era efecto de los canapés, porque apenas habían llegado a su estómago. Solo observa y aquella agitación, de repente, parece un montón de borrones moviéndose delante de ella, como un cuadro abstracto. El cuñado la llama unas dos veces y ella vuelve a ver todo como antes. Por un momento creyó que estaba muriendo o volviendo al coma, cuando escuchaba todo y no veía nada. Agradece en silencio a Robin por haberla despertado otra vez.
ESTÁS LEYENDO
Bury
FanfictionCuando Regina Mills sufre un trágico accidente, su marido y sus hijos mueren, y ella pierde su memoria. Al despertar del coma, dos meses más tarde, la empresaria intenta recuperarse poco a poco del trauma, dándose cuenta de que incluso antes del fat...