Alyssa
Es noche.
Acostada en la cama, solo puedo pensar en lo que mañana tendré que confesarle a Tom, cosa que (eso espero) será un poco más fácil ahora que Alice se ha marchado a Virginia Beach. Así, él tendrá tiempo de asumirlo con más calma, y yo de explicarle el verdadero concepto de Arthur, el que yo conozco, diferente al que su novia le ha hecho percibir generado por el dolor, por la furia, el rencor...
No la culpo.
Pero, al igual que yo no puedo cambiar sus sentimientos, con los míos sucede de la misma manera; y es que, en este caso, mientras la misma persona puede ser un cálido atardecer para mí, para otra tan solo es una llovizna oscura. Por otro lado, mi hermano solo podrá aceptarlo o no hacerlo, pero... solo eso. Tom tendrá que entender que mis sentimientos y las heridas de Alice son dos cosas distintas que él no puede controlar ni revolver, y que tampoco tiene por qué preferir a una por sobre la otra, basta con evadirlo, pero aceptarlo y respetarlo. Yo no he trazado los senderos de este destino.
Nadie lo ha hecho.
En el silencio de la habitación, sujeto el celular con una mano sin dejar de ver la fotografía junto con el mensaje que le he mandado a Arthur por el mediodía. Uno que él vio casi enseguida, pero no contestó, aunque no insistí en su momento porque pensé que lo haría más tarde.
No ha sido así.
Y ahora, después de haberme despedido de Daisy y de Ava en el rellano del edificio y alistarme para dormir, he intentado marcarle, varias veces, pero en todas ha mandado al buzón como si su teléfono estuviera apagado o fuera de servicio. Es por eso por lo que no he podido conciliar el sueño, por ese incómodo vacío en el estómago que crece a cada minuto, por esa frágil abertura que nació en mi pecho desde que nos despedimos en el aeropuerto LaGuardia y dejé atrás la ciudad de Nueva York. Sin embargo, aun con todo esto, he tratado de convencerme de que no es que Arthur quiera ignorarme o esconderse de mí por algún motivo en concreto, que... hay una explicación lógica.
Trato de imaginar que es una razón cualquiera, simple.
Solo así evito entrar en un laberinto de dudas.
Por lo mismo, no he querido llamarle a Will o a Jessica para preguntarles al respecto, pues no quiero sobrepensar demasiado ante cualquier cosa que ellos puedan decirme. No quiero crear falsas conjeturas. Necesito concentrarme en lo que pasará mañana. Solo eso.
Pero la noche sigue incierta.
Crea sombras delirantes.
Una y otra vez.
* *
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Aquí dentro todo arde
RomanceArthur, un pianista de veintisiete años con un trágico pasado y una gran desesperanza en su alma, ayudará a la universitaria Alyssa a recuperar las riendas de sus sueños. * * * En él, todo está en cenizas. En ella, el fuego se ha extraviado. Lue...