||O C H O||

22 4 0
                                    

HARI

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

HARI

Cómo alguna vez lo predije: mi madre ha encontrado su media naranja en cuando amistad. No estoy en contra de ello, en realidad me alegra verla de esta manera, se ha dedicado tanto a cuidarme desde que mi padre falleció cuando tenía 9 años que a veces olvida que ella también necesita centrarse en sí misma, disfrutar su vida, sin embargo, lo que me molesta es que me arrastre a socializar con la familia de su nueva amiga justo como ahora.

Una parrillada, una jodida parrillada en casa de los Belov a la cual, no está de más aclarar, no quiero ir. Pero aquí estoy, frente a una puerta similar a la de mi casa esperando a que se abra; mi madre me manipuló emocionalmente, esa es la razón por la cual estoy aquí. Sabe cómo jugar conmigo y no duda en hacerlo cada vez que puede.

No quiero ver al idiota de cabello blanco, seguramente querré arrojarmele encima para ahorcarlo. Mierda. es que no entiendo como se las arregla para ser parte de mi día, cada maldito dia de mi vida desde aquel balonazo ha estado presente y sea en un comentario de las personas ajenas a nosotros o en los encuentros matutinos en los que ambos salimos con segundos de diferencia de nuestras casas hacia nuestros respectivos institutos. Estoy cansada de esta situación.

—Mama.

—No, Hari. Esto también te beneficiara a ti.

No entiendo en qué sentido lo hará ¿Socilizar? Ya tengo amigas, o algo parecido en la preparatoria, no necesito hablar con Kai.

—Es territorio enemigo—susurro mirando hacia todas direcciónes cuidando que la bandeja que llevo no se vaya a voltear con las barbas de dragón.

—Hari.

—Bien.

La puerta se abre y una sonriente Mila se abalanza sobre nosotras para recibirnos con un entusiasta abrazo. Si, no soy muy fan de los abrazos.

—Hari, te ves preciosa—la castaña pellizca una de mis mejillas—Pero…

—Lo tengo todo controlado—le muestro la bolsa deportiva que cuelga de mi hombro—Tengo ropa de cambio.

—Premio doble—me guiña un ojo—Adelante.

Espero que mi madre entre para seguirla. El diseño de la casa es similar a la nuestra, pero al decoración es distinta, hay un poco mas de vida a pesar de los colores monocromáticos, los cuadros en las estanterías le da un toque hogareño y familiar. Es muy bonito, dejando de lado el excentricismo que transmite este tipo de casa.  Salimos al patio trasero y mi boca amenaza con caer al suelo al ver la cancha de voleibol en donde algunos chicos juegan, la piscina con un par de chicas con los pies hundidos en el agua y un tipo de choza alta en donde se hace la parrillada.

Las risas viajan de un lado a otro generando un ambiente cómodo haciendo que me sienta fuera de lugar; mis dedos se retuercen entre sí provocando algunos sonidos que mi madre mitiga cuando toma mis manos. La ansiedad que esto me genera no tiene descripción, son los chicos del Fujimi, me reconocerán enseguida.

Entre la red y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora