07.

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Ran y yo íbamos en completo silencio, él manejaba mientras yo solo me dispuse a mirar con la cabeza recostada en la ventana en todo el camino. Habíamos salido de Tokio hacía Yokohama para pasar unos cuantos días ahí y quitarme un peso de encima con lo que acababa de suceder, de verdad necesitaba un respiro, aunque Yokohama también me traía malos recuerdos, para Ran también, después de todo Izana había muerto en esta ciudad hace 7 años.

Suspiré algo cansada al ver como Ran se estacionó en una gasolinera que estaba en medio camino, que por suerte había un minisuper ahí. Me desabroché el cinturón y tomé mi tarjeta de crédito para así bajar de mi auto e ir a comprar algo para comer, habían sido un par de horas tan lentas que me había dado por poco de hambre.

Ran bajó y me dijo que iría a llenar el tanque, no le dí tanta importancia y me adentré al minisuper, donde fuí recibida por una chica de mi edad muy carismática.

—Buenas noches, ¡bienvenida! — hizo una pequeña reverencia, la cual ignore por completo y me dirigí al pasillo de frituras, escuchándola murmurar cosas respecto a mí mala educación.

Al ya tener lo que iba a comprar fuí a la caja y la chica volvió a hablarle con algo de indignación.

—Sabes, fué algo grosera tu reacción... — decía sin mirarme mientras pasaba las cosas que había comprado y se registraban en el monitor.

La miré sin ánimos y me encogí de hombros, poco quería hablar hoy.

—Tampoco iba a sonreír para que estuvieses a gusto. — le pasé mi tarjeta.

Ella frunció el ceño e hizo un puchero.

—Eres mala...

—Y tú infantil. Buenas noches. — tomé mi tarjeta y mis cosas para salir del minisuper mientras que la chica con los ánimos a full me decía que le parecía agradable. Estaba loca.

Caminé hasta mi auto, dónde Ran se encontraba esperándome, subí y lo miré, este me sonrió y a duras penas le devolví la sonrisa mostrándole las cosas que había comprado para ambos.

—Ah... De verdad que tenía hambre... — suspiró aliviado mientras sacaba un par de onigiris que había conseguido y un café frío, mientras que yo me conformé por comer mis frituras, cosa que a Ran no le agradó—. No creo que comer papas fritas sea algo que te va a llenar, Mazzy.

—No importa, no tengo ganas de comer algo pesado de todos modos. — hablé con la boca algo llena, haciéndolo reír.

—Eres un caso perdido. — decía mientras limpiaba mi mejilla con delicadeza—.  Pero comerás algo al llegar al hotel, ¿Verdad?

Su pregunta me hizo quedarme callada, después de todo mi plan era beber hasta no estar conciente de nada, incluso drogarme si era posible. No me sentía para nada bien en estos momentos como para querer solo comer y dormir.

—Quizás...

Dicho esto Ran no dijo nada más. Al terminal sus onigiris y su café frío siguió conduciendo, ahora sin detenernos en ningún lado.

Al cabo de una hora llegamos a Yokohama y Ran hizo una reservación por internet en un hotel de lujo, como era de esperarse. Ambos bajamos después de estacionarlo y nos adentramos al hotel, dónde varías personas se encontraban caminando de un lado para el otro con cierta fineza que no era de extrañarse en un lugar así, al llegar a recepción Ran dió sus datos donde lo identifiaron de imediato.

Aún me preguntaba el como siendo un criminal tan buscado las personas no se inmutan en ningún momento.

—Buenas noches, señor Ran, es un gusto verlo una vez más en nuestras instalaciones. — oh... Ya veo el porqué. Así que es frecuente—. Aquí están sus llaves. — fijó su vista en mí—. Veo que vino con su esposa el día de hoy, espero que la pasen de maravilla por acá.

Quise reclamar ante lo dicho, pero apenas le entregó las tarjetas a Ran este pasó uno de sus brazos por mis hombros y me apegó a él sonriente. Maldito.

—Ahora somos esposos, Mazzy... ¿No es agradable? — se burló, le dí un codazo en la costilla, logrando separarlo de mí y me dirigí al ascensor—. Hey ¡Espera!

Entró antes que las puertas se cerrarán suspirando aliviado. Me crucé de brazos y lo miré curiosa, tenía curiosidad de saber cuántas veces había venido aquí... Con cuantas mujeres había venido.

—Así que eres frecuente... — solté sin más, logrando que Ran soltara una pequeña carcajada.

—Lo soy... — me miró con una sonrisa traviesa. Idiota—. ¿Por qué quieres saberlo?

—Tks. Que te importa, solo soy curiosa, pero de todos... modos... Se ve que la pasas bien. — murmuré desviando la mirada. Pensé que Ran no me había escuchado, pero vaya que si lo hizo.

— ¿Pasarla bien? — empezó a reír. ¿Qué mosco le había picado ahora?—. Solo vengo los fines de semana con Rindou acá, no más.

Oh... Solo con Rindou, eso sí que era curioso, pensaba que el gran aventurero Ran Haitani residía este hotel con frecuente gracias a que salía con varias mujeres y demás, pero ahora que me pongo a pensar, no había escuchado nada últimamente de Ran y sus alocadas aventuras, eso es un avance.

El ascensor se detuvo en el séptimo piso, en el cual Ran fué el primero en salir y caminar hasta la tercera puerta que había en el pasillo, resaba porque hubieran dos camas, debían de haberlas si venía con su hermano aquí.

Ran abrió la puerta con la tarjeta y lo empujé para entrar yo primero e inspeccionar la habitación, buscando las dichosas dos camas, pero al ver la gran cama matrimonial en mi cara se formó una mueca. Este maldito.

—Dormiras en el sillón. — fué lo único que dije mientras me quitaba mis botines y me tiraba en la gran cama. Era cómoda.

—Claro que no, somos esposos, ¿lo olvidas? Hasta me hieres. — decía mientras cerraba la puerta y se acercaba a la cama, lo miré fijamente diciéndole con la mirada, da un paso más y dormirás afuera, cosa que logró que se detuviera—. Tks. Serás...

—¿Soy qué? ¿Arrogante, guapa, inteligente, fenomenal, asombrosa? Sí, ya lo sabía. — le guiñé el ojo, haciéndolo reír. Debía de admitir que su risa era atrayente.

—Además de eso, agrega que eres fastidiosa. — se cruzó de brazos.

—¿¡Fastidiosa!? Eso... Eso es una ofensa, debería yo de llamarte fastidioso a tí por acosarme por años. — contraataque. Sabía que me enojaba rápido.

Touché. Si que se las sabes para dejarme callado, tengo mucho que puedes usar en mi contra después de todo. — ¿Lo tenía? Vaya... Ni yo me sabía esa.

Bostezo un poco y saco mi celular de mi bolsillo, al encenderlo me percaté de las más de 100 llamadas que tenía por parte de Manjiro, unas 3 por parte de Kokonoi y 20 de Rindou. Vaya que estábamos en problemas.

Apagué mi celular y lo dejé en la pequeña mesita de noche para lugar meterme entre las cobijas mientras bostezaba. Los regaños pueden esperar para mañana.

—Buenas noches, Ran, contéstale a Rindou, debe de estar preocupado. — le dije sin abrir los ojos, escuchándolo teclear el celular y luego alejarse, no sin antes devolverme el "buenas noches".

Sentí como poco a poco mi cuerpo se empezó a aligerar, mientras que mis ojos se volvían cada vez más pesados, hasta que pude conciliar el sueño, olvidandome por completo que yo tenía mis propios planes.

Estúpido Ran, cada vez se me hace más complicado poder convivir cerca de él.


Fin del capítulo

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Gracias por leer hasta acá, nos vemos en el próximo capítulo
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~Smailer-Shimura

𝑊𝑟𝑖𝑡𝑡𝑒𝑟: 𝑆𝑘𝑎𝑟𝑙𝑒𝑛𝑡ℎ

LOST IN THE FIRE | 𝑹𝒂𝒏 𝑯𝒂𝒊𝒕𝒂𝒏𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora